El Destape Web | Opinión
Por Carlos Heller
Las políticas del equipo macrista para reducir la inflación no terminan de encontrar una veta eficiente. Esa veta resulta mucho más difícil de ubicar si los funcionarios «descubren» que el kilo de asado vale $140 en el súper y entonces deciden utilizar la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia (CNDC), que actúa dentro de las reglas del mercado. Volvemos a recordar que está vigente la Ley de Nueva Regulación de las Relaciones de Producción y Consumo de 2014, mucho más potente que la CNDC para enfrentar abusos en los precios.
El denominado «tarifazo eléctrico», que impactará sobre la inflación, es incluso criticado por los diarios que comulgan con el gobierno. Una nota en La Nación (03.02.16) detalla que según Walter Agosto, del Cippec, el aumento en la tarifa de luz es un «golpe». El economista afirmó que si bien las tarifas estaban atrasadas, la quita de subsidios en términos de pesos será significativa para el asalariado: «Todo resta y nada suma».
También se mencionan los comentarios de Carlos Rodríguez, presidente del ortodoxo CEMA, quien indicó que «justamente ése es el dilema que enfrentan los gremios: precios nuevos, tarifas nuevas y sueldos viejos». Para Rodríguez, el Gobierno enfrenta una puja distributiva de «sensibilidad extrema», pues «las subas en las tarifas serán duras para aquellas familias con un sueldo promedio de 15.000 pesos».
Los aumentos de precios no ceden, y el incremento tarifario los impulsará aún más. Según el Estudio Bein, los precios minoristas subieron un 3,8% en diciembre y 2,8% en enero, mientras que los precios de los alimentos subieron 5,2% y 2,9%, respectivamente. De modo llamativo, Standard & Poors acaba de aumentar un punto la calificación de la deuda soberana argentina en pesos, ilusionada por las políticas aplicadas por el gobierno. Sin embargo, pronostica una inflación del 35% en el 2016 y una variación del 0% del PBI. Una verdadera estanflación (un proceso inflacionario con estancamiento o recesión).
En este contexto, los acuerdos paritarios tienen una gran importancia. De allí que preocupan las noticias de la reunión secreta de Mauricio Macri con Hugo Moyano para acordar techo a las paritarias. Como moneda de cambio, el gobierno ofrecería modificaciones al Impuesto a las Ganancias (que afecta sólo al 10% de los trabajadores registrados), generalización de las asignaciones familiares (son móviles según la Ley 27.160 de julio de 2015) y el acceso a fondos para las obras sociales. Si las paritarias tienen techo, los que pierden son los trabajadores y las PyMEs que atienden sus consumos.
Para sostener ideológicamente los topes, Julián de Diego (El Cronista, 02.02.16) comentó que «cualquier forma de anomalía que pueda darse que se traduzca en un salariazo para equiparar las pérdidas, provocará un nuevo efecto inflacionario y un nuevo retroceso en el camino del crecimiento y del desarrollo». Para De Diego, todo el peso del «combate a la inflación» debe caer en los trabajadores.
Si recuperar el poder de compra perdido es «salariazo», nubes negras se ciernen sobre las paritarias. Pareciera que el clima sólo aclarará si los propios trabajadores toman el tema en sus manos.