Primeras señales de un gobierno neoliberal

Tiempo Argentino | Opinión

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Las recientes elecciones demostraron un fortalecimiento del sentir democrático de todo el pueblo argentino. Más allá de los apasionamientos propios de toda campaña electoral, cabe destacar la normalidad con que se han desarrollado los comicios y la transparencia garantizada por el Estado.
El resultado nos indica que la sociedad argentina está hoy representada por mitades. Aunque el escaso margen del ganador no es un dato adicional, lo cierto es que hay una nueva fuerza política de signo marcadamente contrapuesto al modelo actual, que iniciará una nueva etapa en la vida política nacional. Que el proyecto nacional, popular, democrático y latinoamericanista haya sido superado electoralmente por una fuerza cuyo candidato asumió sin eufemismos sus valores neoliberales, interpela al conjunto de las fuerzas populares y a toda la militancia comprometida con el ideario transformador del siglo XXI.
Resulta esencial comprender que las conquistas obtenidas no fueron posibles sin conflictos, y con gran resistencia de sectores sociales que han tenido que ceder parte de su renta y de su acumulación. En este capítulo, la gran propaganda agitó permanentemente el mito de la grieta y la confrontación, como si fuera posible la puja de intereses sin una dosis de conflictividad. En esta batalla de ideas, la cultura dominante, sostenida sin cesar por los medios hegemónicos, persiguió dos objetivos fundamentales. En primer lugar, anclar la idea de que las mejoras fueron el mero resultado del esfuerzo individual. Segundo, que los pobres y sectores de menores ingresos fueron beneficiados por políticas «clientelistas». Sus derechos inalienables fueron así vituperados y considerados como dádivas de un Estado populista, y no un elemental acto de justicia para ir avanzando en procesos de creciente igualdad social.
No se trata de caer en un dramatismo derrotista. Este es un punto de inflexión, un momento en el largo caminar de nuestros pueblos, jalonado por avances y retrocesos.
Las declaraciones que ha realizado en este breve período el presidente electo causan preocupación. Plantea volver a la «independencia» del Banco Central, siguiendo las ideas neoliberales de la existencia de un tecnicismo que maneja la política monetaria, lo cual es falso. Toda decisión en economía (incluido el ámbito monetario) es política. Entonces, si el BCRA será independiente del gobierno, ¿quién fijará la política monetaria? La respuesta es clara: los sectores financieros concentrados, denominados eufemísticamente «el mercado financiero».
Hoy, gran parte del financiamiento que tienen las pymes y los préstamos accesibles al consumo están sustentados en la concepción regulatoria de la actual Carta Orgánica del Central. Regresar a que sea sólo el mercado quien defina la asistencia crediticia a las pymes deteriorará los niveles de financiamiento e incrementará sus costos, pondrá en tensión su desenvolvimiento y pesará negativamente sobre el empleo que generan.
Mauricio Macri también anunció su intención de converger hacia la Alianza del Pacífico, que no es más que un ALCA rejuvenecido. Esta pretensión sólo se puede concretar a partir de una fuerte apertura de la economía a las importaciones, que competirán con los productos de las pymes nacionales: una historia que ya hemos vivido. De esta forma sufrirá el mercado interno, que ha demostrado en estos últimos años, a partir de políticas estatales de fomento, su capacidad para incrementar el consumo, la producción y –por ende– mantener el empleo, contrarrestando de esa forma los efectos de la crisis internacional.
La conformación del equipo ministerial brinda claros indicios de las políticas futuras y ratifica lo que he venido sosteniendo. Alfonso Prat-Gay en Hacienda y Finanzas, Juan José Aranguren en Energía, Ricardo Buryaile en Agricultura, todos provenientes del ámbito empresarial, pro mercado y representantes de los sectores que deben administrar en sus ministerios. Rogelio Frigerio, desde el Ministerio de Interior, intentará alinear las políticas económicas con las provincias. Menos conocidos son Francisco Cabrera (Producción), quien ocupó cargos directivos en La Nación y fue CEO de Máxima AFJP y artífice de la Fundación Pensar, verdadera usina ideológica del PRO, y Andrés Ibarra (Modernización), quien acompaña a Macri desde Socma.
Federico Sturzenegger fue anunciado como próximo presidente del BCRA, lo que ratifica la intención de desplazar a Alejandro Vanoli si este no renuncia. Si se quieren mantener en los límites que marca la institucionalidad, tantas veces proclamada por los representantes de Cambiemos, no les será fácil. Vanoli aplicó eficazmente los preceptos que permite la actual Carta Orgánica del BCRA, aunque esta normativa no le guste al gobierno electo.
Esta caracterización política del Gabinete no es original: puede recurrirse a los medios que simpatizan ideológicamente con el próximo gobierno para sostenerla. El diario El País, de España, tituló: «Macri elige un equipo liberal como mensaje a los mercados.» Para continuar ilustrando este punto, también se puede abrevar en dos editoriales de La Nación del 27/11/15. Uno de ellos reza: «Juan José Aranguren: «Es un crimen subsidiar la energía cuando se importa»». El otro dice: «Para los bancos extranjeros, el equipo de Macri «es el Barsa»». Dos definiciones impactantes.
Por su parte, Buryaile garantizó el fin inmediato de las retenciones para los cereales (principalmente trigo y maíz), para las economías regionales, y sostuvo la disminución gradual de la alícuota para la soja. También expresó que «con los estímulos correctos el campo estaría hoy en condiciones de producir 50% más y superar las 150 millones de toneladas» (Cronista.com 27/11/15). En este punto, es necesario pensar en el costo que la proclamada devaluación tendrá sobre el resto de la economía. Seguramente, altísimo.
En el área energética, cómo no preocuparse por YPF cuando Aranguren expresa: «Tenemos que salir de la esquizofrenia que hemos vivido en el sector energético en los últimos años.»
El tiempo de las promesas ya pasó, y ahora es el momento de gestionar. En esa tarea, Francisco Cabrera ha definido la continuidad del plan Ahora 12 y de Precios Cuidados por, al menos, seis meses. Atrás quedan las declaraciones que denostan estas herramientas.
Que el gobierno electo haya decidido mantener estos programas parece indicar que está preocupado por el impacto en los precios que puede tener la devaluación que vienen anunciando hace rato.
Si bien las definiciones sobre cómo se va a eliminar el mal llamado «cepo» son difusas, la discusión se centra en si se aplican políticas gradualistas o de shock. Pero esto no es relevante: la cuestión principal es que ya se instaló en la conciencia ciudadana una devaluación de cerca del 50% como mínimo y los formadores de precios ya están utilizando este valor como parámetro.
Honestamente, quisiera no tener razón, que los hechos demuestren que nuestras prevenciones son erróneas, y que en este período que se abre se pudieran apoyar distintas iniciativas que beneficien a los sectores populares, a las pymes y a la economía social.
Pero lo conocido hasta el momento indica que se gesta un gobierno neoliberal. Ante esta situación, desde el primer minuto debemos ser intransigentes con cualquier medida o política que implique volver atrás con las conquistas alcanzadas y que dañe los intereses populares. Esa es la conducta que, estoy profundamente convencido, debe guiarnos a todos los que deseamos seguir profundizando derechos, luchando por un crecimiento más justo e inclusivo. «

Artículo publicado en el diario Tiempo Argentino el domingo 29 de Noviembre de 2015.

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