Tiempo Argentino | Opinión
Durante esta última semana Cambiemos y los medios afines a esa alianza instrumentaron una fuerte campaña para destituir al presidente del BCRA. La denuncia de los diputados Federico Pinedo (PRO) y Mario Negri (UCR) en contra de Alejandro Vanoli por la venta de dólares a futuro persigue ese fin, recogiendo el deseo del propio Mauricio Macri. Si faltara una ratificación de esta hipótesis, puede leerse el titular principal de La Nación del jueves pasado: «Imputaron a Vanoli y quedó comprometido su futuro en el BCRA».
La denuncia es infundada. El presidente del BCRA actúa en función de los mandatos de la Carta Orgánica votada en 2012 para mantener «la estabilidad monetaria, la estabilidad financiera, el empleo y el desarrollo económico con equidad social (…) en el marco de las políticas establecidas por el gobierno nacional». Además, los contratos a futuro de dólar respetan el valor promedio para dicha moneda ($ 10,60) que establece el Presupuesto Nacional 2016 que aprobó el Parlamento.
Llama la atención también la rapidez con la que se decidió la investigación, si se compara con otras importantes causas judiciales que duermen el sueño de los justos. Más aún, el pasado viernes el juez Claudio Bonadio, a cargo de la causa, tomó una declaración testimonial a Alfonso Prat-Gay (artífice de la denuncia) para que le explicara cómo se realiza la operatoria cuestionada.
Resulta extraño que los denunciantes no hayan difundido el texto de la presentación judicial, como lo hicieron en otras oportunidades. Creo que puede deberse a que los argumentos son impresentables, por caso que «se estaban vaciando las reservas en el Banco Central a raíz de esas operaciones, ya que se vendían a un precio menor del que se comercializa en Nueva York» (El Cronista, 13.11.15) o que las «obligaciones de la entidad» deberían ser «convalidar el precio fijado por el mercado» (Página/12, 11.11.15).
Están presionando para que se produzca una devaluación, o los efectos que la acompañan (como por ejemplo los aumentos de precios), facilitando el escenario para que sea el mercado el que establezca el valor del dólar, tal como prometió Mauricio Macri, en franco contraste con la promesa de Daniel Scioli de un dólar a menos de $ 10 en enero.
En ese marco, resulta apropiado señalar que los mercados son altamente especulativos. Antes de la denuncia, el 27 de octubre, los contratos de dólar futuro en Nueva York (NY) a cinco meses (fines de marzo) cotizaban a $ 14,82 por dólar, pero luego de la presentación judicial y de las diversas manifestaciones de economistas de Cambiemos sobre una devaluación, se dispararon. El 2 de noviembre y para similar fecha de vencimiento habían aumentado a $ 17,23, con una tasa de rendimiento del 192% anual. Las posiciones más cortas, es decir a dos meses, evidenciaban rendimientos anuales de hasta el 400 por ciento.
Si el BCRA hiciera lo que se le imputa que no hace, y en ese eventual escenario de respeto por los valores de los futuros en NY, ¿qué tasas de interés pedirían los depositantes a plazo fijo en nuestro país, y, peor aun, cuánto tendrían que pagar las pymes por los créditos? Tasas exorbitantes. De aplicarse este «respeto por los mercados» que exige Prat-Gay al BCRA, se iría en contra de la estabilidad de la moneda argentina y del ahorro en pesos.
Si incorporar en los futuros de dólar los valores de los mercados externos sería disruptivo, ni pensar el impacto sobre los precios que tendría una devaluación de la magnitud implícita en esos contratos, cercana al 70 por ciento. De allí que tanto Prat-Gay como su jefe Macri han divulgado la falacia de que una devaluación no sería inflacionaria porque el valor del dólar (ilegal) ya está incorporado en los precios. Tan falaz es esta proposición, que la sola referencia a una posible devaluación ya está generando aumentos en productos. Es el caso de la harina, que ha aumentado un 80%, un valor aun superior a la hipotética devaluación. Todo indica que, en el supuesto de que resultaran ganadores, intentan con sus actitudes y denuncias que una parte del ajuste en los precios y en las tasas de interés recaiga sobre este gobierno.
Los integrantes de Cambiemos evidencian una absoluta falta de consideración por la calidad institucional que tanto pregonan. En la denuncia contra Vanoli, los integrantes de un poder (el Legislativo) están acudiendo a otro poder (el Judicial) a pesar de que tienen todos los instrumentos para tratar los temas de la política cambiaria y financiera en el recinto al que le compete dicho tema: la Cámara de Diputados de la Nación. Más grave aún es cuando Ernesto Sanz, presidente de la UCR, anticipa: «(de ser gobierno) no nos va a temblar la mano para aplicar decretos de necesidad y urgencia si hace falta», estrategia ratificada por Mario Negri. Estas amenazas nos llevan a recordar los 124 vetos que aplicó Macri a leyes sancionadas por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires.
Los eslóganes son muchos, pero se desvanecen con la realidad. Por ejemplo, Macri habla de «poner el Estado al servicio de la gente», aunque sus verdaderos ideales intentan relegarlo al nivel de un espectador. Tomando sus propios dichos: «cuanto menos impuestos cobre el Estado, más trabajo va a haber para los argentinos» (La Nación, 8.11.15). Pero en verdad, cuanto menos impuestos se cobran, menos puede hacer el Estado. Este latiguillo es también sustentado por representantes de varios sectores que obtuvieron grandes ganancias durante estos últimos 12 años, como Paolo Rocca, quien sostuvo que «el Estado no creó riqueza» y que «no va a poder gastar todo lo que ha gastado estos años, va a tener que achicarse». Eso se llama ajuste.
También se han escuchado voces de integrantes de la alianza Cambiemos sobre la vuelta al FMI. El Cronista (13.11.15) informa los resultados de una visita a Washington organizada para la prensa por la Cámara de Comercio de los Estados Unidos en la Argentina (AmCham, integrante de AEA). En el itinerario, un funcionario expresó que el cumplimiento del Artículo IV del Convenio Constitutivo del FMI (visitas a los países miembros para recabar información), aunque ayudaría, no sería suficiente. «El directorio del Banco Mundial tiende a sentirse mucho más cómodo si existe como marco algún tipo de programa con el FMI, aunque eso no supone que haya desembolsos.» Es decir, volver a las condicionalidades.
En contraposición, Daniel Scioli acaba de prometer que habrá U$S 20 mil millones más de reservas en marzo con distintos créditos de los gobiernos de China, Rusia y Brasil. «Pero con el FMI no», subrayó tajante Scioli. «No hay que pedirle nunca más al FMI. Esa es la agenda de Macri: el FMI, los buitres y dejar todo librado al mercado, mientras yo garantizo la presencia del Estado como garante de equilibrios», expresó el candidato del FPV (Ámbito Financiero, 13.11.15).
Queda claro que en el balotaje se decide entre dos modelos. Y las caretas de Macri empiezan a caerse. Sus posturas, en parte expresadas en esta nota, indican con claridad (cuestión que resulta altamente preocupante) lo que Macri haría de llegar a ser presidente: respetar de manera irrestricta las opiniones de los mercados y las grandes empresas concentradas –por sobre las instituciones republicanas–, implementar una gran devaluación cambiaria y un ajuste económico brutal, con tasas de interés y precios que se incrementarían fuertemente. No se trata de crear miedo, sino del legítimo temor por lo que podemos perder, y del coraje para seguir luchando por todo lo que se hizo bien y por todo lo que falta. «
Artículo publicado en el diario Tiempo Argentino el domingo 15 de Noviembre de 2015.