LA SEMANA ECONÓMICA
La importancia de los acuerdos con China y la integración regional. La falsa falta de divisas y el dólar.
El día de hoy lo iniciamos a la espera de las definiciones de la presidenta Cristina Fernández en la Asamblea Legislativa, donde seguramente anunciará medidas vinculadas con el fomento al consumo y mejoras en las políticas de distribución de los ingresos. En el mismo recinto donde esta semana se sancionó la aprobación del Convenio Marco de Cooperación en Materia Económica y de Inversiones entre el gobierno de la Argentina y el gobierno de la República Popular China, así como el convenio para la construcción, el establecimiento y la operación de una estación de espacio lejano de China en la provincia del Neuquén. Como ya he comentado en esta columna, los acuerdos se inscriben en el marco más amplio del fortalecimiento de la Asociación Estratégica Integral (AEI) entre ambos países. La AEI excede lo comercial, tecnológico y científico, y se extiende hacia las relaciones políticas, dado que se estrechará la cooperación estratégica en las organizaciones internacionales como la ONU, la Organización Mundial de Comercio (OMC) y el G20, de forma de coordinar las posturas sobre los importantes temas internacionales y regionales.
La declaración conjunta sobre el fortalecimiento de la AEI firmada por nuestra Presidenta y su par Xi Jinping se extiende en una serie de temas de colaboración muy importantes. Por ejemplo, los jefes de Estado «destacaron la estrecha cooperación mantenida por las delegaciones de ambos países en ocasión de la participación de la Argentina como miembro no permanente del Consejo de Seguridad durante el período 2013-2014». Otra definición significativa sale al cruce de muchas críticas opositoras acerca de que, al firmar este acuerdo, Argentina no está teniendo en cuenta sus compromisos con la región; el texto menciona que «los mandatarios destacaron los fructíferos resultados alcanzados en la Primera Reunión Ministerial del Foro China-CELAC, celebrada en Beijing los días 8 y 9 de enero de 2015» y «estimaron que los documentos adoptados en el mencionado encuentro ministerial, en particular la Declaración de Beijing y el Programa de Cooperación 2015-2019, trazan un rumbo auspicioso para la colaboración entre China y América Latina y el Caribe». En este contexto, el presidente Xi Jinping destacó el respaldo y la activa participación de la Argentina en este proceso.
Entonces, debemos entender este acuerdo en el marco del proceso de integración regional latinoamericana y su relación con China. Como ejemplo, debe citarse que Brasil ha firmado el año pasado 32 acuerdos con el país asiático. Incluso puede entenderse este tratado entre Argentina y China como una continuidad de las relaciones que se vienen tejiendo en el marco más amplio de relacionamiento que se produce entre la región y los BRICS.
Poco se mencionó la orientación que persigue la Asociación Estratégica Integral entre Argentina y China, como se define rotundamente en la declaración conjunta, en la cual los presidentes «reiteraron el compromiso de promover el crecimiento del comercio bilateral en forma más equilibrada y con el objetivo de adicionar valor agregado a los productos y servicios intercambiados» y “expresaron la importancia de la periodicidad de los encuentros bilaterales».
Subrayo: «Comercio bilateral más equilibrado»; «Adicionar valor agregado»; «Periodicidad de encuentros bilaterales». Pareciera que muchos de los críticos del convenio se saltearon con desdén estos considerandos, que deben ser tenidos en cuenta porque son la guía general de los acuerdos.
En el debate parlamentario, varios diputados y diputadas relacionaron esta AEI con el pacto Roca-Runciman, una comparación brutalmente extemporánea, lo cual muestra, además, la miopía política de asociar este momento institucional profundamente democrático con la «década infame», o comparar a Julio Argentino Roca con Cristina Kirchner.
Si bien no ahondaron en detalles, la vinculación entre los dos momentos se produciría por una «fuerte escasez de divisas» que llevaría a los gobiernos a firmar convenios de financiación con países extranjeros.
Cabe reflexionar sobre la supuesta «escasez de divisas» actual. Según datos del Departamento de Agricultura de EE UU (USDA) hay actualmente en nuestro país un stock de 29 millones de toneladas de soja, pero para cuando se terminen de cosechar y vender los porotos de la actual campaña, la USDA calcula que los stocks de soja subirán hasta los 35 millones de toneladas, una cifra que estimo podría superarse ya que estamos ante una cosecha récord que alcanzará, como mínimo, los 58 millones de toneladas. Vaya si esos no son dólares potenciales –más de 13 mil millones de dólares al precio de hoy, superando el swap firmado con China– retenidos por los grandes productores y acopiadores, que desdibujan la idea de la escasez de divisas del país. Sin embargo, los diputados de la oposición no han prestado atención a semejante dato.
El convenio con China, como otros firmados con distintos países, en especial los BRICS, son una puerta importante para el desarrollo, el crecimiento, la generación de empleo y la mejora de la calidad de vida de los argentinos.
ESTABILIDAD CAMBIARIA. Resulta valioso rescatar las definiciones del presidente del Banco Central, Alejandro Vanoli, quien ponderó positivamente las medidas que a partir de octubre pasado se adoptaron de manera coordinada con el gobierno, y permitieron reducir la incertidumbre y sostener la estabilidad del mercado cambiario, resultados notorios que deben ser valorados tras los fuertes intentos desestabilizadores alrededor del tipo de cambio. De esa forma, explicó el funcionario, se apunta a garantizar la estabilidad financiera y el crecimiento, sin pérdida de poder adquisitivo del salario ni de competitividad. Siguiendo esta línea, Vanoli comentó diciendo que no habrá una devaluación abrupta y que «mantendrá un ritmo de suba del dólar por debajo del rendimiento que ofrezcan los plazos fijos en pesos, con el objetivo de hacer más atractivo el ahorro en moneda local».
Con ello quedan claros los objetivos y la estrategia de las autoridades para el año, una definición que los principales precandidatos de la oposición no quieren –o no están en condiciones de– abordar en sus promesas electorales, y a quienes Vanoli llamó a que –digan si piensan devaluar o no–. A este desafío, algunos precandidatos presidenciales opositores contestaron en la prensa con evasivas y vaguedades, que impiden siquiera tener una idea concreta de qué harán sobre el tema.
Otro de los temas centrales tiene que ver con la gestión de la deuda, y en este punto el presidente del BCRA señaló que «estamos en un punto en que, con la Argentina tan desendeudada, parece oportuno conocer las alternativas de financiamiento» que provienen del exterior, continuando con la estrategia de desendeudamiento, pero a un ritmo menor, es decir, «colocando deuda por menos de lo que vence obviamente con fines productivos y no para financiar la especulación». Un contraste rotundo con lo que viene ocurriendo con la deuda en el ámbito de la CABA, donde la gestión Macri, siguiendo la línea de los noventa, se endeuda irresponsablemente en dólares a pesar de que no posee ingresos en dicha moneda y, para peor, no lo hace con el objetivo de financiar a la economía real. En cambio, para el gobierno nacional el verdadero financiamiento pasa por darle apoyo a la infraestructura y a la producción, garantizando los márgenes presentes y futuros de soberanía nacional. La coherencia mostrada por el gobierno nacional en el conflicto con los buitres es otra muestra de ello; en ese sentido, Vanoli reflexionó que para tomar deuda «no hace falta arreglar con los fondos buitre, ya que la Argentina puede salir perfectamente con instrumentos con ley local en pesos o en dólares, sin ninguna dificultad».
Pareciera que, en respuesta a estas posturas, el juez Griesa no dudó en presionar al Deutsche Bank y al JP Morgan para que se abstengan de tantear a potenciales inversores argentinos en el mercado internacional, aunque no aportó novedad alguna sobre la decisión que debe tomar el 2 de marzo, de informar sobre la cantidad de holdouts que se suman al «yo también» (me too), tal como solicitó nuestro país y acordó el juez con el visto bueno de los demandantes buitres. Mientras tanto, como parte de una ofensiva orquestada, la «fuerza de tareas» sigue tratando por todos los medios de agredir la imagen presidencial, intentando vincularla con supuestas operaciones de lavado de dinero a través de presuntos testaferros.
En definitiva, estas noticias y definiciones nos hacen reflexionar sobre las fortalezas (no exentas de tensiones) de este proyecto político que en lo económico exhibe una notoria estabilidad financiera y una flotación cambiaria administrada funcionando adecuadamente, en un marco de desarrollo de políticas proactivas que fomentan la producción y mejoran la distribución del ingreso.
Artículo publicado en el diario Tiempo Argentino el domingo 01 de Marzo de 2015