El hecho político y económico de la semana transcurrió en las Naciones Unidas, con los discursos de la presidenta Cristina Fernández en la 69º sesión de la Asamblea General y en el Consejo de Seguridad, potenciados luego con la resolución de condena a los fondos buitre aprobada por el Consejo de Derechos Humanos.
El discurso de nuestra presidenta fue valiente, acorde a la estadista que es, porque no sólo habló de los buitres, sino también de otros temas igualmente muy serios: la paz y el respeto a la libre determinación de los pueblos y el fracaso absoluto del uso de la fuerza como medio para resolver los problemas del terrorismo. Asimismo, expresó que el mundo no tiene solución mientras siga habiendo cinco países con poder de veto, y volvió a reclamar el acatamiento de Gran Bretaña a la resolución de la ONU sobre Malvinas. Sin duda, un discurso que escandalizó a los partidarios vernáculos de las «relaciones carnales» con EE UU, entre ellos Mauricio Macri, quien expresó que «no podemos estar peleándonos con todo el mundo», mientras que el discurso de nuestra presidenta fue firme pero sin ningún agravio.
Cuando el Papa le escribe: ya que va a estar más cerca, ¿por qué no se viene a almorzar?, la invita a que pase por Roma, que no queda camino a Nueva York, indica una intencionalidad en brindar un apoyo a la postura argentina contra los fondos buitre. Este apoyo es coherente con los enunciados de la exhortación papal Evangelii Gaudium, (que algunos de sus seguidores locales deberían leer con atención) como por ejemplo que «mientras las ganancias de unos pocos crecen exponencialmente, las de la mayoría se quedan cada vez más lejos del bienestar de esa minoría feliz. Este desequilibrio proviene de ideologías que defienden la autonomía absoluta de los mercados y la especulación financiera».
En la ONU, Cristina Fernández hizo referencia a su encuentro con Francisco: «Quiero traer el mensaje de construcción de la paz. Si queremos combatir al terrorismo, trabajemos para la paz», expresó en momentos en que los países centrales planean resolver los problemas con la violencia de los bombardeos, y aclaró que «desde las grandes potencias se cambia con demasiada facilidad el concepto de amigo–enemigo, de terrorista– no terrorista».
Respecto a los fondos buitre, agregó que «no sólo son terroristas los que andan poniendo bombas, también son terroristas económicos los que desestabilizan la economía de un país y provocan pobreza, hambre y miseria, a partir del pecado de la especulación». En este aspecto, nuestra presidenta agradeció y felicitó a la Asamblea de la ONU por la resolución 68/304 que decidió, por amplia mayoría, elaborar y aprobar un marco jurídico multilateral para los procesos de reestructuración de las deudas soberanas. Cristina además criticó severamente el fallo del juez Thomas Griesa y ratificó que nuestro país va a seguir pagando pese al acoso de los buitres, porque tiene voluntad y capacidad de pago. Sobre este tema, Griesa decidió aprobar nuevamente, por única vez, el pago de los bonos bajo legislación argentina, beneficiando principalmente al Citibank, e instó a auditar los bonos, cediendo a las presiones de los buitres. Estas decisiones exponen las fisuras del fallo, beneficiando la posición argentina, en medio de los aprietes de los buitres, que incluso se entrometen en nuestro país, a través de una solicitada llena de falsedades, agraviante hacia nuestro gobierno y nuestra presidenta, que la American Task Force Argentina publicó en medios hegemónicos locales.
Continuando con el discurso de Cristina, este coincidió en varios puntos del contexto internacional con el de Dilma Rousseff y otros líderes de la UNASUR. Esto indica la existencia de enfoques comunes, de acuerdos y de posicionamientos en el escenario internacional adecuadamente consensuados. Y en estos acuerdos, que son políticos pero también económicos, Cristina fue clara al afirmar que la multilateralidad es algo que se construye, para luego agregar que el poder de veto es desequilibrante en esa construcción e indicar que el único ámbito verdaderamente democrático es la Asamblea General, porque todos los países valen un voto.
Ese poder de veto de cinco países en el Consejo de Seguridad, o por vía indirecta en otros organismos financieros internacionales, es una rémora de la división del mundo posterior a la Segunda Guerra Mundial y no tiene nada que ver con este mundo de hoy, con la aparición de nuevos bloques, de nuevos jugadores con mayor peso internacional, de nuevos espacios de discusión como la UNASUR, la CELAC, el G77 o los BRICS.
La ya mencionada resolución de condena a los fondos buitre, impulsada por la Argentina en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, organismo de especial significación para este tema, es también una nueva muestra de multilateralismo, ya que 33 países en desarrollo votaron por el sí (incluidos los BRICS), nueve se abstuvieron (entre los que figuran algunos europeos), mientras que votaron negativamente Alemania, Estados Unidos, Japón, Reino Unido y República Checa. Según declaraciones del canciller Timerman, la resolución condena el accionar, pero lo que es más importante, las Naciones Unidas ordena investigar dicho accionar y analizar los efectos del mismo sobre las economías que han reestructurado sus deudas soberanas.
Todos resultados concretos que derriban las posturas de aquellos que sustentan que Argentina está aislada del mundo; por el contrario está muy conectada, e impulsando activamente ideas y acciones para incidir en un nuevo equilibrio global, en el cual los países en desarrollo obtengan la representatividad que les corresponde, independientemente del poder militar que posean.
INTENTOS DE DESESTABILIZACIÓN CAMBIARIA. En los últimos días quedaron expuestas de forma clara las maniobras de ciertos sectores locales y del exterior, con llegada a los principales medios, que buscan influir en las expectativas de la población y alimentar temores sobre la evolución futura del tipo de cambio y la inflación.
Según la agencia Moody´s: «El incumplimiento del gobierno con su deuda en julio limitará aún más la nuevas opciones de financiamiento para las empresas y conducirá a una mayor devaluación del peso, factores que se suman a las presiones inflacionarias», (El Cronista, 24/09). En este contexto, no carece de inocencia una nota publicada donde se titula: «Avisan a importadores que desde el lunes deben utilizar dólar a $14,50». La noticia contribuyó a generar confusión en ciertos sectores productivos, que incluso habrían comenzado a recibir ese mismo día llamados por parte de sus proveedores, donde les anticipaban los inevitables ajustes de precios.
Si bien las respuestas, tanto del BCRA como del Ministerio de Economía, que ratificaron que las operaciones de comercio exterior se seguirán llevando a cabo al tipo de cambio oficial, contribuyeron –en parte– a calmar las aguas del mercado cambiario, lo ocurrido constituye una secuencia «de manual» de desestabilización.
Tampoco hay que perder de vista las importantes ganancias que en situaciones de mayor incertidumbre obtienen ciertos sectores, entre ellos los que especulan con la compra y venta de valores en el mercado bursátil local. Tal es así que en lo que va de septiembre este vino mostrando un importante salto en los volúmenes negociados, producto de ciertas operatorias como son el denominado «dólar bolsa» y el «contado con liquidación», como se los conoce en la jerga financiera, que permiten hacerse de dólares por vía legal, condición que no los exime de ser criticables atento a su carácter eminentemente especulativo.
A su vez, algunos analistas hicieron alusión a la reducción de los montos operados en el mercado mayorista, culpabilizando implícitamente al gobierno por la política de administración de las reservas, que incluye la autorización de divisas para las importaciones y las negociaciones que derivaron en el supuesto y erróneamente caracterizado default. Esta perspectiva intenta esconder comportamientos especulativos de ciertos sectores exportadores que no han venido liquidando parte de sus dólares (y que por ley deberían hacerlo) o que no venden la totalidad de sus cosechas a la espera de una devaluación. Respecto de estos últimos, es interesante notar que en el mes de julio se había vendido un 50% de la cosecha de la actual campaña, cuando a esa altura del año en 2011, por ejemplo, se alcanzaba al 78 por ciento.
El discurso de la presidenta, caratulando de terrorismo económico al accionar de los fondos buitre, junto con su denuncia del plan de cinco puntos que estos tienen para generar inestabilidad económica, son temas esenciales para comprender lo sucedido estas últimas semanas en el mercado cambiario.
Artículo publicado en el diario Tiempo Argentino el domingo 28 de septiembre de 2014.