Intentos para sobreendeudar y someter a nuestro país

El transcurso del tiempo está imponiendo presiones a todos los involucrados en el fallo del juez Griesa. La decisión de Argentina de haber depositado los fondos para pagar la deuda a los acreedores reestructurados elimina la posibilidad de un default voluntario, a la vez que trata firmemente que esto no suceda a partir de la única ventana que deja abierto el fallo aludido: que se reponga la cautelar (stay) y se abone así a la gran mayoría de acreedores como corresponde.
Las entidades pagadoras y cámaras de clearing se sienten en un tembladeral jurídico al no haber realizado los pagos, a partir de las «sugerencias» de Griesa. Debieron pasar varios días para que estas entidades exijan al juez una decisión más firme que una sugerencia, a fin de evitar los conflictos de jurisdicciones y los innumerables juicios a los que pueden verse expuestos, especialmente porque los bonos emitidos con legislación distinta a la de Nueva York también han sido incluidos dentro del cepo del juez Griesa. Reflexión al margen: muchos medios locales ven cepos en toda medida que intente administrar las diversas facetas de la economía argentina, pero no han adjudicado esta denominación al congelamiento de fondos impuesto por el juez neoyorquino.
Pasa el tiempo y los buitres se van tensionando y emiten solicitadas que no tienen sustento en los hechos, pero que ponen de manifiesto sus intenciones solapadas: forzar a la Argentina a volver a sobreendeudarse.
La solicitada publicada por la American Task Force Argentina (ATFA) el miércoles pasado es una clara muestra. En ese texto indican burda y engañosamente que si Argentina les paga a ellos, las divisas caerán como maná del cielo, y el futuro argentino será brillante; pero si no se les paga, más de siete plagas caerán sobre nuestro país.
La embestida buitre no sólo contiene falacias, sino que, además, está cargada de amenazas. En la nota publicada en su web, la ATFA considera al actual gobierno argentino como «una administración impulsada por intereses ideológicos hasta tal punto que prefiere importar combustible para calefacción a perpetuidad, o aún hipotecar las reservas de Vaca Muerta a China y a Rusia». Además, instala la amenaza sobre el posible retiro de las inversiones de Chevron en Vaca Muerta, algo altamente improbable dado que dicha empresa invirtió aún cuando existían demandas de Repsol contra YPF.
Pero sus intenciones van mucho más allá. Lo sostuvo firmemente la presidenta Cristina Fernández en su discurso en la Cumbre BRICS–Unasur en Brasilia el 16 de julio, al preguntarse si «estamos ante un caso jurídico y judicial, o estamos ante un ataque especulativo y una maniobra, de modo tal que la Argentina vuelva a lo que fue: el país del sobreendeudamiento permanente».
Pero, además, queda en claro que los buitres no sólo bregan para quedarse con una renta especulativa sideral, sino que tienen la mirada puesta en los recursos naturales de nuestra geografía, e intentan por ello llevar el conflicto a nuestro principal reservorio hidrocarburífero, en el que se hallan las posibilidades de volver a ser autosuficientes en materia energética.
La presidenta también se refirió a esta cuestión en el discurso mencionado, al asegurar: «estamos ante cuestiones de geopolítica y de dominación» impulsadas por quienes se niegan a entender «que hay un mundo multipolar, muy diferente al existente en 1989».
En el marco de la reciente reunión de los BRICS y la Unasur, estos conceptos poseen una gran vigencia, dado que alertan sobre el interés de los capitales multinacionales para explotar las vastas riquezas naturales de los países en desarrollo, amparándose muchas veces en las debilidades legales existentes, y doblegando en muchos casos la voluntad de los gobiernos con el chantaje del endeudamiento externo.

BRICS EN DESARROLLO Y APOYANDO LA POSTURA ARGENTINA. En la reunión de Fortaleza del último 15 de julio los BRICS presentaron en sociedad el nuevo banco de fomento, que comenzará a operar en 2016 y dispondrá de un capital autorizado de U$S 50 mil millones, destinados a la financiación de proyectos de infraestructura y desarrollo; recursos a los que podrían tener acceso otras economías emergentes y países en desarrollo. Esta histórica decisión estuvo complementada con el anuncio de la implementación de un Acuerdo Contingente de Reservas por otros U$S 100 mil millones, un esquema preventivo que servirá para enfrentar presiones en la balanza de pagos en el corto plazo y aumentar la estabilidad financiera de los países miembro. Queda ahora el desafío de ver cómo estos acuerdos pueden contribuir a motorizar proyectos latinoamericanos como el Banco del Sur, que viene avanzando, pero a un ritmo más lento que el necesario.
La creación del Banco de Desarrollo y el Acuerdo de Reservas constituyen el principal legado de la cumbre y se contraponen con los problemas de representación que se mantienen al interior de los organismos internacionales, en particular en el FMI, y los prácticamente nulos avances en torno a la reformulación de la actual arquitectura financiera internacional, como se sustentó en la reunión.
Los BRICS reafirmaron el apoyo al proceso de integración y reconocieron en particular «la importancia de la Unasur en la promoción de la paz y la democracia en la región, y en la búsqueda de desarrollo económico sustentable y erradicación de la pobreza», y se mostraron convencidos de que «el diálogo entre los BRICS y América del Sur puede jugar un rol activo para profundizar el multilateralismo y la cooperación internacional».
La participación de Brasil como miembro de los BRICS constituye un dato de absoluta relevancia, habida cuenta de la puja que se presenta en la región para reinstalar otras formas de integración eminentemente mercantiles, como la Alianza del Pacífico. El rechazo a la opción neoliberal se vio refrendado en las palabras emitidas por Dilma Rousseff en la apertura de la segunda reunión de trabajo de los BRICS con los países de la Unasur. Allí reiteró «la absoluta prioridad que Brasil atribuye a América del Sur», señalando que «la integración regional es para nosotros una política de Estado, una política de Brasil inscripta en nuestra Constitución». También revalorizó el potencial del Mercosur, al decir que es “un proyecto de integración profunda en las dimensiones política, jurídica y social (…) que cuenta con las mayores reservas de agua dulce, uno de los dos mayores potenciales petroleros y minerales del mundo». En dicha reunión, Rousseff comprometió al conjunto de los BRICS a llevar el debate sobre la reestructuración de deudas soberanas al G-20, moción apoyada por nuestra presidenta.
La llegada a la Argentina de mandatarios de los países BRICS también se plasmó en hechos concretos para nuestro país, tanto durante la visita del presidente ruso, Vladimir Putin, una semana atrás, que derivó en la firma de acuerdos de cooperación en materia judicial, científica, de energía nuclear y comunicaciones; como en la presencia del presidente de la República Popular China, Xi Jinping.
Acompañado de una comitiva de más de 200 empresarios que intentan desarrollar negocios con nuestro país, el gobernante chino llegó para firmar acuerdos de financiamiento de las represas hidroeléctricas sobre el río Santa Cruz, la primera etapa del ferrocarril Belgrano Cargas, la construcción de barcos de dragados, entre otros tantos. Además, el BCRA firmó un nuevo acuerdo con el Banco Popular de China de pases de monedas locales, por un monto de hasta U$S 11 mil millones y por tres años de plazo, con el objetivo de mejorar las condiciones financieras para promover el desarrollo económico y el comercio entre ambos países.
En ese marco, la presidenta Cristina Fernández destacó: «ambos países tenemos una visión acerca de que cada país debe decidir su modelo de desarrollo sin ningún tipo de interferencias externas». Luego de elogiar el modelo de crecimiento chino, Cristina expresó que para alcanzar ese nivel de desarrollo, además de la «perseverancia», hay «planificación, presencia del Estado y preeminencia de la política por sobre todas las otras variables, que son las que deciden el atraso o la prosperidad de un país».
Realmente, una semana en la cual Argentina estuvo insertada plenamente en el mundo, pero desde una visión distinta, desde el interés de los países en desarrollo, que expresan la potencialidad que tienen para gestionar un modelo económico más atento a las necesidades de sus habitantes, y pelean por el lugar que les corresponde en los distintos estamentos que representan el poder mundial.
Artículo publicado en el diario Tiempo Argentino el domingo 20 de julio de 2014.

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