La semana pasada el gobierno español estatizó Bankia, la cuarta entidad bancaria del país. Pero resulta que Bankia es, además, la máxima expresión de los créditos inmobiliarios que financiaron la burbuja inmobiliaria, ahora llamados activos tóxicos. En resumidas palabras lo que sucedió fue que el banco le prestaba a una persona 100 mil euros para comprar un departamento, esa persona no pagó el crédito entonces el banco ejecutó el inmueble. El problema es que después la burbuja se pinchó y el departamento de 100 mil euros pasó a valer la mitad. Es entonces cuando el Estado español pidió a las entidades que desintoxiquen la diferencia, es decir que la pierdan; pero el caso de Bankia era de tal magnitud que no lo podría haber hecho sin la intervención del Estado.
Lo cierto es que el Estado español ha puesto en Bankia una suma equivalente a la que recortaron de salud y educación, toda una definición de política: 10 mil millones de euros es el recorte que anunció Rajoy en salud y educación; 10 mil millones de euros es lo que el gobierno español aportó para intentar salvar al cuarto banco español.
Ahora la gran pregunta es qué hará el banco con ese dinero. Es cierto que como primera medida deberá poner en orden sus relaciones técnicas y deberá dar caja en caso de que los depositantes quieran realizar extracciones. De todos modos mucho más interesante sería que vuelvan a dar préstamos, aunque quedó demostrado que en Europa mucho no se preocupan por eso: el Banco Central Europeo realizó préstamos a los bancos de Europa por 1 billón de euros, y en lugar de prestársela a las Pymes o a empresas que generen empleo, compraron bonos de deuda de los países de la zona euro. Es decir, el Banco Central Europeo les prestó fondos públicos a los bancos privados que los recibieron al 1% de interés y éstos a su vez se lo prestaron a los estados miembros de la comunidad que luego son los que deben aportar el capital del Banco Central Europeo al 5% o 6%. Una maravilla.