Según estimaciones, varias economías europeas podrían entrar en recesión, o como prefiere decir Krugman, en depresión. La verdad es que el panorama no es el de un mundo que mejora sino todo lo contrario. De cualquier manera, como la economía no es matemáticas sino política, habrá que ver cuál es el desenlace de la crisis y hasta dónde se profundiza para así avizorar cuáles pueden ser los posibles impactos tanto en la región como en la Argentina.
Según la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), nuestro país crecerá en 2012 cerca del 4%, es decir menos que en 2011. Estas estimaciones se basan en dos factores: el debilitamiento de la economía mundial y su demora en recuperarse; y el riesgo del enfriamiento de la demanda interna en Brasil, país con el que no tenemos una coordinación macroeconómica, ya que aquí en la Argentina la política es de maximización del crecimiento mientras que en Brasil tienen el llamado esquema de metas de inflación. Esto significa que Brasil se fija un objetivo de inflación y no puede superarlo, y si sucede, desaceleran. ¿Cómo se desacelera? Se suben las tasas de interés y los encajes. De todos modos Brasil ya mostró que es pragmático y que cuando vio que la desaceleración no funcionaba, cambió de táctica, bajando rápidamente las tasas de interés e implementando medidas de estímulos fiscales.
Ante este escenario, no creo que estemos blindados a la crisis, lo que sí creo es que no nos golpeará como podría golpearnos si no tuviéramos las políticas que tenemos. Las herramientas que el estado tiene en este momento y que se han hecho explícitas en estos últimos años, nos permiten enfrentar mejor la crisis.
Un ejemplo claro, y que al estar tan cerca nos permite hacer memoria, es la crisis internacional de 2008/2009. En ese momento las políticas públicas compensatorias pudieron minimizar los efectos negativos de la crisis. En términos de producto bruto, la Argentina fue –después de China- el país que más gasto social tuvo.
Yo me imagino que este año se van a aplicar medidas del mismo tipo, que tiendan a proteger el nivel de empleo y que mantengan la balanza comercial, porque durante todos estos años la Argentina ha tenido fuerte superávit comercial y el propio crecimiento económico ha hecho que suban muchísimo las importaciones y ese superávit comercial se achique.