Desde la salida de la convertibilidad se ha venido transitando un sendero económico de crecimiento que permitió incluir a amplios sectores de la sociedad, históricamente postergados a raíz de la implementación de las políticas económicas del Consenso de Washington. En esta nueva etapa, el Estado pasó a ocupar un rol importante en la asignación de los recursos económicos y permitió sortear los efectos más nocivos de la crisis internacional. Entre algunas de las medidas, en el plano social se puede mencionar la Asignación Universal por hijo y los cambios en el sistema jubilatorio, mientras que también se avanzó en la esfera de la economía real mediante la planificación estratégica de sectores clave, el fomento de la ciencia y la tecnología, el uso de medidas de protección comercial para paliar los efectos de la crisis; a la par que se avanzó en la profundización de los vínculos con los otros países de la región.
Somos conscientes de que aún hay muchos temas pendientes, pero también sabemos que la mejor forma de solucionarlos demanda profundizar muchas de las políticas adoptadas hasta el momento. Nos lo dice la experiencia propia, pero también los problemas que hoy atraviesan las economías desarrolladas.
Esbozando una enumeración sucinta, entre los temas pendientes está el de consolidar las mejoras del mercado laboral y atacar de manera decidida la problemática de la informalidad laboral, la necesidad de hacer más eficientes algunas herramientas de política comercial e industrial, para evitar los cuellos de botella característicos de nuestra economía. También está la cuestión de los subsidios a la energía y al transporte, que deben reconvertirse para que lleguen sólo a quienes los necesitan, y de esa forma redireccionar parte importante de este significativo gasto a otros usos sociales más acuciantes.
Siempre decimos que los niveles de pobreza e indigencia son inaceptables y, si bien se ha avanzado significativamente en este aspecto, seguimos ratificando que la única tasa aceptable de pobreza es cero. En lo inmediato, habría que ajustar el monto de la asignación universal, para que mantenga el poder adquisitivo que tenía cuando se implementó.
Desde luego, hay cuestiones más estructurales en las que habrá mayores resistencias, porque van al nudo de la herencia neoliberal, y son precisamente aquellas en las que hay que empezar a avanzar de una vez. En esta categoría ingresan la denuncia de los tratados bilaterales de inversión firmados en los noventa, la rediscusión del uso de los recursos estratégicos como el petróleo y la minería, la gestación de una reforma progresiva del sistema impositivo, y el cambio de la actual Ley de Entidades Financieras, tema en el que, junto con la propuesta de reforma de la Carta Orgánica del Banco Central de la República Argentina (BCRA), hemos estado trabajando activamente desde el Congreso.
La tarea no es sencilla, pero esta senda de profundización del modelo debe ser sostenida y fomentada por la ciudadanía con su participación a través de las diversas organizaciones políticas y sociales.
Esta nota fue publicada en la revista dosmildiez #48 de octubre de 2011.