Hace un tiempo salió una noticia de esas que indignan a los indignados: “los millonarios del planeta aumentaron su participación en la riqueza global y ya poseen el 39 por ciento”.
Hay que aclarar que esos millonarios son 29.7 millones de personas frente a los siete mil que va a tener el mundo a fin de año, es decir, menos del uno por ciento de la población mundial y que, pese a la crisis, siguieron ganando.
Las consignas principales de los indignados de Wall Street, que estos días fueron duramente reprimidos, dicen cosas como “La humanidad no necesita la avaricia de las corporaciones”, “No más Wall Street en la Casa Blanca”, “Dinero para trabajo y escuelas” o “Graven a los ricos”. Hasta se escucha una frase muy curiosa en boca de los norteamericanos: “La gente unida jamás será vencida”, algo que marca esto que yo vengo diciendo hace mucho tiempo acerca de que la reacción de los ajustados es el único límite al ajuste.
Para construir igualdad es fundamental trabajar para que haya mejor distribución, y una mejor distribución no se logra con el mercado, sino que hacen falta leyes, regulaciones, que alguien tenga el valor de decir «yo no soy neutral». Es necesario dar pelea, sabiendo que habrá una pulseada y que en esa pulseada habrá que lograr revertir la pirámide, porque lo cierto es que este mundo tiene suficientes bienes y servicios para que todos vivamos bien.