La semana pasada la presidenta lanzó el Plan Agroalimentario Nacional, un programa estratégico que prevé aumentar la producción de granos en 150 millones de toneladas anuales para el 2020.
Lo primero que creo que es necesario resaltar es que, cuando un país empieza a hacer planes a futuro está claro que no está pensando en el viento de cola, sino diseñando políticas públicas. En este caso, lo que se está haciendo es plantear los objetivos para el 2020 en todo lo que concierne a la actividad agroindustrial del país.
El plan agroalimentario y agroindustrial abre perspectivas más que interesantes. Lo que indica el proyecto es una reafirmación de una mayor complementariedad entre el accionar del estado y los productores rurales, y de una reafirmación de un concepto básico, que es el sostenimiento del papel de los pequeños y medianos productores en ese entramado agroindustrial.
Para comenzar, el plan ha sido diseñado de modo participativo: han intervenido las provincias, las universidades, organismos oficiales de la nación, organismos internacionales y cámaras empresariales de las distintas cadenas productivas que componen el sector. Es decir que se trata de un trabajo en el que han participado los sectores que tienen verdaderamente interés en el tema.
¿Cuál es la visión concreta es para 2020? En principio plantea duplicar el contenido de valor agregado sectorial, es decir, estimular una mayor integración propiciando la transformación de las materias primas en origen y desalentando en todo lo posible las exportaciones de productos sin procesar. Esto es, exportar más aceite de soja y menos soja en grano.
Para lograr este objetivo, se prevé un incremento del 27% en la superficie cultivada total de acá al 2020. Es más o menos la tendencia que se viene manteniendo, con la diferencia que el plan prevé la diversificación. Así, finalmente la soja representará menos de la mitad del aumento del total del área sembrada. Esto no significa que se va a desojizar, sino que la producción de soja, que hoy tiene una participación total del 55%, se reduciría al 52%. Si bien no es un cambio trascendente, por lo menos se dice «hasta aquí llegamos«, y se intenta una política de diversificación.
Con las carnes también se propone una recuperación importante para la oferta bovina, pero un fuerte impulso a todo lo que es la carne aviar y porcina, que crecería en mayor medida.
Finalmente, según las estimaciones de lo que significaría este plan para la economía nacional, permitiría incrementar en dos puntos porcentuales el aumento anual del PBI durante los años venideros, con un aumento anual de las exportaciones de más de 32 mil millones de dólares para el último año de aplicación. Es decir, que si tomamos este año y lo comparamos con el 2020, habrá 32 mil millones de dólares más de exportaciones que este año.