La semana pasada se pudo leer en un matutino de tirada nacional el titular «Alivio mundial, Grecia aprobó el ajuste«. Más allá del sesgo ideológico que tiene esa frase y de que el verdadero alivio es de los mercados y no del mundo como anuncia el título, lo cierto es que Europa no puede salir del estado de crisis.
En Italia, el Gobierno prevé adoptar un nuevo plan de austeridad de 43 mil millones de euros; en España en los últimos meses hubo reformas en el mercado laboral y en el sistema bancario, reducción de sueldos de los funcionarios, congelamiento de las pensiones; en Portugal, a cambio de un plan de ayuda, tendrá que flexibilizar el mercado del trabajo, promover la libre competencia, privatizar varias empresas y reducir el número de funcionarios; en Gran Bretaña, Londres adoptó un plan muy severo para eliminar el déficit público al 2015 y la reducción de los gastos del Estado, el aumento de los impuestos y recorte de los puestos de trabajo del sector público.
Como se ve, en todos lados el ajuste tiene la misma característica: vender lo público, pasarlo a manos privadas y castigar al sector más débil, es decir, a los trabajadores, a los jubilados, a los empleados públicos. En Grecia, por ejemplo, planean reducir alrededor de 150 mil empleados públicos, personas que se piensa que quedarán en la calle. Es decir, se trata de cuestiones realmente brutales que por otro lado no tienen posibilidad de éxito.
Grecia tiene una deuda externa que es del 150 por ciento de su PBI; una vez y media la deuda en relación al PBI es la situación que tenía la Argentina del 2001, es decir, es impagable. Es por esta razón que se está disfrazando un inevitable default a través de un mecanismo que han denominado “participación voluntaria de los bancos”. Es un tecnicismo pero voy a tratar de explicarlo: si los bancos son obligados a refinanciar, técnicamente Grecia entraría en default; si en cambio los bancos aceptan voluntariamente refinanciar, no es un default. Por eso, se les «sugirió intensamente» a los bancos que acepten voluntariamente, sugerencia que fue oída en principio por los bancos franceses que aceptaron canjear el cincuenta por ciento de la deuda que tienen con valores griegos a 30 años.
Está claro que para afrontar la deuda, los griegos tienen que ingresar en un plan de privatizaciones de cincuenta mil millones de Euros y en un programa de ajuste que se repite en los valores y en los conceptos que hemos vivido los argentinos: flexibilidad laboral.
La contratara es que Grecia, que viene haciendo ajuste tras ajuste, éste año tendrá una disminución en su PBI de más del cinco por ciento, es decir, se va a achicar y va a generar menos ingresos para poder incluso afrontar sus compromisos. Es una salida más que loca, interesada, porque en este contexto son los mercados quienes están de fiesta ya que se quedarán con las empresas.
Entonces, alivio mundial no; alivio de los mercados sí, simplemente porque se evita el default haciendo que los papeles no pierdan valor para que la ruleta siga funcionando. Total, lo que le pase a la gente no importa.