El director de la Cámara de Instituciones Médicas Asistenciales dijo, respecto a la regulación de las prepagas, que “en una democracia con libre mercado, el Estado no puede decidir qué es lo que tenemos que hacer y cuánto tenemos que cobrar por ello”, y agregó, además, que de aprobarse la Ley de prepagas, “la gente sana se irá de las prepagas ya que puede ingresar cuando se enferma». Con esta frase queda al descubierto el verdadero negocio de las prepagas: la gente sana.
Es importante recordar el extenso recorrido que el proyecto de Ley tuvo que recorrer antes de ser aprobado la semana pasada en el Congreso. Todo comenzó en 2008 cuando en Diputados el proyecto fue votado por unanimidad y pasó al Senado para su final aprobación. Desde ese momento, el proyecto descansó en algún lugar hasta que a fines del año pasado casi pierde estado parlamentario. Finalmente, a fines del año pasado, fue aprobado en el Senado con modificaciones, por lo que el proyecto tuvo que volver a la Cámara de Diputados nuevamente. La semana pasada, luego de una sesión frustrada, logramos el quórum para tratar y aprobar esta Ley que beneficiará a 4,5 millones de usuarios.
Esto parece obvio, pero la gente suele olvidarlo: la regulación de la salud es una función indelegable del estado, está en la Constitución Nacional, y está en todos los tratados internacionales que a partir de 1994 se incorporan como parte de la Constitución. De hecho, una de los principales cambios que tare esta Ley es que las personas dejan de ser clientes y pasan a ser usuarios con derechos tutelados por el estado.
Otra de las regulaciones importantes, es que las prepagas no van a poder aumentar las cuotas a las personas con más de 65 años, en la medida que ya tenga más de 10 de permanencia en la obra social. Esta es una cuestión elemental, porque resulta que mientras uno es joven no se enferma, y a la edad en la que uno se jubila y comienza a tener problemas, aumentan las cuotas. Es un disparate que sólo se puede defender desde la óptica de que lo que se vende es una mercancía, y acá lo que las prepagas tienen que entender es que la salud no es una mercancía.