Fecha de ingreso: 12.04.2010
Estado: en comisión de “Relaciones Exteriores y Culto”
Firmantes: Basteiro, Sergio Ariel – Nuevo Encuentro Popular y Solidario Buenos Aires; Rivas, Jorge – Nuevo Encuentro Popular y Solidario Buenos Aires
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La Cámara de Diputados de la Nación
DECLARA:
Su repudio a las expresiones vertidas por el Secretario de Estado Adjunto para asuntos del Hemisferio Occidental del Gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica, Arturo Valenzuela, sobre una posible carrera armamentista en la región, las cuales constituyen una clara injerencia en asuntos internos de los países latinoamericanos.
FUNDAMENTOS
Señor presidente:
En los últimos días, distintos medios de comunicación han reproducido expresiones de Arturo Valenzuela, Secretario de Estado Adjunto para asuntos del Hemisferio Occidental del Gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica, en las cuales el funcionario transmite la preocupación de su gobierno respecto de una posible carrera armamentista en la región.
Valenzuela opinó que se podría estar ante el inicio de una «carrera armamentista» entre países de América Latina luego de evaluar el aumento del gasto militar por parte de algunos gobiernos de la región. Esta situación, a su juicio -que en este caso representa el del gobierno estadounidense-, resulta «intolerable».
Una afirmación tan categórica y tajante merece ser rechazada sin ningún miramento. En primer lugar, porque hablar de «carrera armamentista» resulta una clara exageración del Secretario ante una política de defensa que se inscribe en un marco de estrategias regionales.
Pero por otra parte, ¿qué quiere decir Valenzuela cuando habla de que esto es «intolerable»? ¿Qué pasará cuando nuestros gobiernos defiendan y ratifiquen su derecho a políticas soberanas en materia de defensa? ¿Acaso el gobierno de los Estados Unidos tomará medidas cuando ya no tolere estas políticas?
A todas luces los dichos del funcionario suponen un exabrupto y, de una manera u otra, representa una nueva injerencia del gobierno estadounidense en temas que son de estricta soberanía de nuestros países.
Ahora bien, como si lo anterior fuera poco, cabe señalar la hipocresía que representan estas palabras en boca de quien representa un gobierno que ha hecho del militarismo, la guerra preventiva y la invasión de países por motivos comerciales la base de su política exterior.
Poco creíble resulta el señor Valenzuela cuando se muestra tan preocupado por nuestra región y afirma que «tenemos que asegurarnos de que los países de América Latina podamos vivir en paz». Cabría recordarle al funcionario que en los últimos años, las pocas amenazas a la paz y la estabilidad que padecieron nuestros países se vincularon directamente con la intervención de la Casa Blanca; valga citar como ejemplos la incursión ilegal de fuerzas militares colombianos en terreno ecuatoriano, los intentos fallidos de golpe de estado en Bolivia y el derrocamiento de Manuel Zelaya en Honduras.
Bueno sería que si realmente el Sr. Valenzuela está preocupado por la paz de estas naciones, le recomiende a su gobierno desactivar la IV Flota, la cual dejó de funcionar en 1950 y fue puesta nuevamente en funciones en 2008 con el fin de vigilar y controlar las actividades desarrolladas en nuestros países. Representaría un gesto interesante hacia los gobiernos de la región, toda vez que la reactivación de la IV Flota representa un motivo de preocupación para nuestros Estados y no encuentra otra justificación que la proliferación de gobiernos de claro signo popular en la región.
Es preciso señalar, por otra parte, que la solución que propone Valenzuela para avanzar en una mayor pacificación (aun si ello fuera una necesidad para nuestros países) consiste en promover «acuerdos de confianza mutua» que para Washington suponen instalar sus bases nuestra región. Esto último, un objetivo recurrente de la política exterior norteamericana, es otro de los factores que implican graves desestabilizaciones y factores de preocupación toda vez que es otra flagrante violación de la soberanía de los estados latinoamericanos.
Para finalizar, es imprescindible señalar que Estados Unidos es el país que -por muy lejos- más gasta en armamento en todo el mundo, tanto en términos absolutos como en la relación per cápita. Si sumamos ello al hecho de que la administración Obama no ha abandonado el militarismo exacerbado que le imprimió a su política exterior la gestión de George W. Bush, no parece muy coherente que se sea un funcionario de su gobierno quien se muestre tan alarmado por la proliferación del gasto militar en América Latina.
Por todo lo dicho, solicito a mis pares la aprobación del presente proyecto.