En casi todos los procesos de reforma constitucional que hubo en Latinoamérica, en Bolivia, Ecuador, Venezuela, el tema de la organización cooperativa tiene un espacio destacadísimo como una forma no capitalista de organización de la producción y de los servicios. Considero necesario hablar de los varios modelos de cooperativas, para no limitar su importancia.
Las tradicionales cooperativas de servicio, como los vecinos de un pueblo que se reúnen para resolver el problema del agua potable y forman una cooperativa para resolverlo, de estas hay muchas en todo el país.
Otro modelo es el que surgió a partir de la crisis en 2001, las conocidas como “empresas recuperadas” que se formaron para salvar las fuentes de trabajo de trabajadores que quedaban a la intemperie por la quiebra de empresas.
También está el modelo como el nuestro, que muestra que la cooperación es una forma apta para trabajar a gran escala, porque el Credicoop es una gran entidad que compite con otras de primera línea, con las internacionales, con las mismas reglas, los mismos estándares de eficiencia y sin abandonar los principios cooperativos. Es un aporte rico para mostrar que la cooperación es una forma de organización positiva.
Veo a la cooperativa como una forma de organización superior de la actividad empresaria: cambia el objeto social, que es satisfacer una necesidad a través de la eficiencia, diferente a la de crear empresas donde sólo rige el principio de maximizar las utilidades. No es una sutileza sino un cambio profundo.