La semana pasada se aprobó finalmente el rescate financiero de €85.000 millones a Irlanda. De ese dinero, unos 35.000 millones irán destinados al sector bancario en conceptos de recapitalización y futuras contingencias, los restantes 50.000 millones se destinarán a solventar las necesidades de financiación presupuestaria.
Pero Irlanda no saldrá inmune de este rescate financiero. Deberá afrontar la reducción de 25.000 empleos públicos; el aumento del IVA del 21% al 22% en el 2013 y al 23% en el 2014; el aumento de la matrícula estudiantil hasta 2.000 euros anuales; un recorte de entre un 6% y un 12% en las pensiones del sector público superiores a 12.000 euros anuales; la creación de una tasa temporal a propiedades y en euros a partir del 2012; la rebaja del salario mínimo en 1 euro a 0,75 euros la hora; el recorte del 5% a la educación por cada niño escolarizado; comenzarán a cobrar el agua potable, gratis hasta el momento; rebajarán la exención fiscal para solteros de 15.300 euros anuales a 12.300 euros; y aumentarán la edad jubilatoria a 66 años en el 2014, a 67 en el 2021 y a 68 en el 2028.
La pregunta que nos hacemos ahora es, si lo que se está tratando es de mejorar la situación fiscal ¿por qué le rebajan los salarios a los trabajadores? En realidad, a los que se apunta -en la volteada- es mejorar la rentabilidad empresaria. Es decir, no aumentan el impuesto a las ganancias de las empresas, que siguen en el 12,5%, le bajan el sueldo a los trabajadores.
Sucede que las medidas de ajuste siempre apuntan a ajustar para el mismo lado. El problema de fondo de estas cuestiones es también siempre el mismo. Acá se socializan las pérdidas y se privatizan las ganancias. Esto es lo que se ha hecho a través de la historia; este es el sentido de todas las políticas de ajuste; esto es lo que ha hecho Estados Unidos con el salvataje; esto es lo que se hace en Portugal y Grecia; esto es lo que se hace en España, que ya tomó medidas de ajuste; y lo que se está haciendo en Irlanda.
El ajuste no tiene límites, si la gente se lo aguanta, sigue hasta el infinito. Esto es consecuencia del neoliberalismo, que ha generado una de las mayores crisis internacionales de la historia moderna y que demuestra que sus paradigmas y sus principio siguen absolutamente en pié, ya que es la principal herramienta que utilizan los países centrales, y sobre todo sus conglomerados empresarios, para trasladar la crisis que ellos crearon a la periferia.