Tiempo Argentino | Opinión
La conformación de la fórmula de unidad de Unión por la Patria, tras intensas conversaciones al interior del espacio, dejó en claro que los nombres importan en el marco de un proyecto.
La vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, señaló al respecto que “era necesario construir una lista de unidad que nos permitiera abordar los problemas que tiene la sociedad, muy graves”. Está en la línea de lo que he dicho todo este tiempo acerca del consenso necesario para seguir avanzando con un programa e impedir el retorno de un gobierno de derecha, que implicaría un terrible retroceso.
En ese mismo sentido se expresó el ministro bonaerense Andrés Larroque: “Sabemos claramente de dónde veníamos y adónde no queremos volver. Hoy los responsables del retorno del FMI salen a agitar las viejas recetas neoliberales que sólo han traído hambre y sufrimiento a nuestro pueblo”.
Tenemos varios desafíos por delante. Uno de los más importantes es el fuerte endeudamiento con el FMI, heredado del gobierno de Mauricio Macri. Una cuestión que pasa desapercibida en las propuestas de la principal oposición y que, paradójicamente, se gestó cuando esa coalición fue gobierno.
En su intervención en la Convención Anual de la Cámara Argentina de la Construcción, el ministro de Economía Sergio Massa habló de lo que implica estar endeudados con el FMI: “significa asumir metas, compromisos y obligaciones en términos de programa económico; significa ceder en parte tu autonomía para atarte a un programa que de alguna manera es el que explica la capacidad de repago de tu país”. Remarcó que por eso es necesario pensar en un “programa exportador, juntar todos los dólares que Argentina necesita para pagarle al Fondo, y volver a sacarlo de la Argentina para no volver nunca más”.
Hoy se deben unos U$S 45 mil millones (no los algo más de U$S 9500 millones del pago que hizo Néstor Kirchner en 2006), lo que implica que sacarse de encima al FMI es un gran desafío. El programa exportador deberá estar en consonancia con el cuidado del ambiente, con un manejo soberano de los recursos naturales, con la preservación de los derechos territoriales y de las poblaciones que habitan las distintas geografías. Mientras tanto, va a existir una pulseada permanente con el organismo y hay que acumular la mayor fortaleza posible y los acompañamientos necesarios para progresar en las negociaciones.
El gobierno igualmente mantuvo en pie una postura firme y pudo avanzar con el desarrollo del Gasoducto Presidente Néstor Kirchner. Así, el país conseguirá en el segundo semestre un ahorro de unos U$S 2000 millones (alrededor de U$S 4000 millones para 2024), además del componente asociado a los menores subsidios.
En tanto, días atrás se efectuó un pago al FMI por el equivalente a U$S 2700 millones, sin recurrir a los dólares de las Reservas. El mismo se efectivizó a partir de una combinación de yuanes y Derechos Especiales de Giro, la moneda del FMI. Una conveniente alternativa ante la escasez de dólares que atraviesa la Argentina y que muestra la importancia que está teniendo el swap con China. Se espera que los fondos retornen al país junto con los desembolsos de julio, luego de que se firme el acuerdo entre las partes.
El actual programa quedó muy desactualizado como consecuencia de la sequía. La pérdida en materia de oferta exportable, tomando en consideración los tres principales granos de producción argentina (trigo, maíz y soja), se proyecta en unos U$S 20.000 millones en 2023. En materia de actividad económica también se están observando los impactos, expresados en la fuerte caída interanual de abril del sector Agricultura, Ganadería, Caza y Silvicultura (-36,8%), que repercutió en el nivel general del Estimador Mensual de la Actividad Económica del INDEC (-4,16%), un efecto previsible.
Además, están los efectos indirectos y uno de ellos se produce sobre la recaudación fiscal, dada la caída de los derechos de exportación. Se estiman en el equivalente a U$S 4.900 millones durante 2023, lo que implicaría una reducción de aproximadamente el 40% de la recaudación por esta vía, en comparación a 2022 (un impacto del 0,8% del PIB). A su vez, el último dato oficial mostró que en mayo se registró un descenso del 45% real interanual de las retenciones, que explica gran parte de la contracción de los recursos totales (-4,4%).
En este contexto nunca hay que perder de vista que la discusión es por los dos modelos de país. Tiene que ver, según dijo Massa, “con saber si la Argentina tiene distribución del ingreso o no tiene, si tiene inversión pública o no. Si la Argentina tiene autonomía y soberanía o es un país dependiente. Si elige tener salarios de miseria y destruir sus pymes para concentrar la economía, o si apuesta a un país con desarrollo igualitario (…); somos más los argentinos que creemos en un país con desarrollo para sus pymes y sus comercios, y no en un país que ajusta, empujando a la pobreza y destruyendo las pymes, como vivimos entre 2015 y 2019”.
Un dato de empleo a tener presente: entre el primer trimestre de este año y el de 2022 las pequeñas y medianas empresas generaron 140.000 puestos de trabajo, según indicó la Secretaría de Industria, que destacó “la relevancia para el desarrollo de la economía argentina de las pymes, ya que representan el 99,4% del total de empresas del país y emplean al 64% de los asalariados registrados”. Es la dirección por la que hay que ir.
Fábrica neoliberal de desempleo
Durante la semana, el presidente de la FED, Jerome Powell, señaló que “la política monetaria no ha sido lo suficientemente restrictiva durante el tiempo suficiente” y que el mercado laboral estadounidense “necesita debilitarse aún más para aliviar la presión sobre los precios”.
Por su parte, la presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, remarcó que “aún nos queda mucho camino por recorrer” en cuanto a la lucha contra la inflación. En un foro sobre Banca Central organizado por el BCE, Lagarde señaló que en Europa está cobrando fuerza una nueva fase, caracterizada por la recuperación salarial para intentar revertir las pérdidas por la inflación. Afirmó que se precisa “una política más persistente, que además de generar un endurecimiento suficiente en el presente, también mantenga unas condiciones restrictivas hasta que podamos estar seguros de que esta segunda fase del proceso de inflación ha terminado”. Quiere decir que generarán el dolor que sea necesario y que no les temblará el pulso.
En esta línea transitó el gobernador del Banco de Inglaterra, Andrew Bailey, al sostener que harán “lo que sea necesario” para reducir la inflación, y también el ministro de Finanzas de dicho país, Jeremy Hunt, quien al ser consultado si estaba cómodo con que mayores tasas de interés puedan llevar a la economía a una recesión dijo: “sí, porque al final la inflación es una fuente de inestabilidad”.
La fórmula del neoliberalismo para combatir la inflación no tiene secretos. Está emparentada en gran medida con el ajuste que se requiere para contraer la actividad económica y que los/as trabajadores/as desistan de reclamar por mayores salarios ante la amenaza del desempleo. Es otra forma de comprender la cuestión de los modelos, sólo que en clave global.