Página/12 | Opinión
La vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, presentó el jueves pasado en el Teatro Argentino de La Plata la Escuela Justicialista Néstor Kirchner destinada a la formación de dirigentes y militantes del Frente de Todos. Ocurrió a 20 años de las elecciones presidenciales del 27 de abril de 2003, cuando Néstor Kirchner irrumpió en el escenario nacional.
Como en el mito del eterno retorno, la vicepresidenta se refirió a un pasado que persiste en volver: “En esta Argentina circular es como que el pasado aparece otra vez acá en el presente. Hoy estamos con una situación en la que figuras e ideas y hechos del pasado parecen querer venir nuevamente a instalarse en el presente para condicionarlo y para además, también, condicionar el futuro. Estamos en ese raro momento en que el pasado se torna presente y, tal vez, frustre el futuro”.
En ese proceso cíclico, el peor de los pasados intenta presentarse como un novedoso presente para todos los argentinos y las argentinas. A través de una sistemática campaña de desmemoria, quienes destruyeron el país se postulan para reconstruirlo. De ese modo, alimentan un ciclo de destrucción, oferta de reconstrucción y nueva destrucción.
Además, aquellos que se proponen para volver son los que ya, en el 2001, debieron irse: los alcanzados por el grito masivo “que se vayan todos”. La multitud en las calles, ¿a quiénes les gritaba que debían irse? Entre otros, al gobierno que había ganado las elecciones en 1999, y que, durante su gestión, había producido el estallido de la Convertibilidad, con sus secuelas de desempleo, pobreza, la captura de los plazos fijos y depósitos bancarios y la violencia, la represión y las muertes en las calles. Son los mismos que proponen hacer ahora a mayor velocidad y con mayor profundidad, si ganan las elecciones, lo que ya hicieron cuando fueron gobierno, con lo que causaron tanto dolor y angustia a los argentinos y las argentinas.
¿Quiénes eran los funcionarios de ese gobierno? Por ejemplo, el actual jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, que en ese momento estaba a cargo del PAMI; quien fuera ministra de Trabajo hasta el 29 de octubre de 2001, que había descontado el 13 por ciento a jubilados, jubiladas y trabajadores estatales; el designado ministro de Economía por Fernando de la Rúa, que duró 15 días en el cargo por sus medidas ultraliberales, entre otras, intentar arancelar las universidades y terminar con la gratuidad de los estudios superiores.
Está claro: en esta Argentina circular, los que debieron irse porque destruyeron el país ahora se proponen para volver pero con las mismas recetas que condujeron al desastre: dolarización, ortodoxia y ajuste. “Es como una eterna Argentina circular, en los personajes, en las propuestas (…) Entonces, cuando reflotan estas teorías que han sido muy dañinas para el conjunto de la sociedad, la verdad que uno dice, ¿es posible que 20 años después estemos discutiendo lo que fracasó y lo que estalló en la Argentina 20 años antes? ¿Qué nos pasa compatriotas? ¿Qué nos pasa que es como una Argentina circular que no puede y vuelve sobre sus fantasmas y sobre sus viejos fracasos?”, reflexionó la vicepresidenta.
Por supuesto: a ese proyecto para una minoría con el que insiste la oposición neoliberal en sus distintos matices es necesario anteponer nuestro programa, que expresa un proyecto económico políticamente sustentable que beneficia a los sectores populares, incluidas las clases medias. En ese sentido, la vicepresidenta convocó a debatir un programa de gobierno que impulse el cuidado de los recursos y el empleo y promueva una mejor distribución del ingreso. Señaló: “Créanme que necesitamos un programa de gobierno, tenemos que ver cómo vamos a manejar nuestros recursos. Chile acaba de presentar un plan estratégico del litio, tenemos que saber qué vamos a hacer con el litio, si lo vamos a declarar recurso estratégico y conformar una asociación con privados, con provincias que son las que manejan los recursos. Tenemos que saber también cómo vamos a manejar lo que se va a dar a partir de la inauguración del Gasoducto Néstor Kirchner con Vaca Muerta. Esa Vaca Muerta que recuperamos en el año 2012, cuando decidimos recuperar la soberanía hidrocarburífera. Pero también tenemos que saber que no hay salvaciones milagrosas (…) Nos van a salvar el trabajo, la tecnología, la innovación, cuidar los recursos, generar distribución del ingreso que reproduce una sociedad más justa y más equitativa”.
Más adelante, en otro tramo de su discurso, sostuvo: “Cuando en Avellaneda les dije a los compañeros y compañeras que sacaran el bastón de mariscal no es para dárselo en la cabeza a otro compañero o compañera sino para poder ayudar a pensar una sociedad, un país diferente y ver cómo podemos contribuir a un futuro mejor”. Fue un enorme llamado a la unidad, a superar matices internos y a organizarnos para discutir con los que sí tenemos grandes diferencias. Como siempre decimos: los problemas entre “nosotros” son menores, los verdaderos problemas son con “los otros”.
Tenemos dificultades importantes. Es necesario delinear estrategias claras para enfrentar la actual combinación de acciones especulativas y operaciones políticas que generan escenarios de inestabilidad. Enfrentamos golpes de mercado muy agresivos. Y no se trata de un problema reciente. Desde mediados del año pasado se viene sucediendo una serie de hechos como, por ejemplo, la versión de que habría una Asamblea Legislativa para cambiar al Presidente, el rumor de que todo estaba “por explotar” o la instalación de que la deuda en pesos iba a ser reperfilada, además de un hecho absolutamente límite como el atentado contra la vicepresidenta de la Nación, para citar sólo algunos ejemplos. Lo mismo sucedió cuando se instaló la idea de que cambiar un bono emitido en dólares bajo legislación extranjera por un bono emitido en pesos ajustable por tipo de cambio o inflación suponía “atacar a los jubilados”. No son acciones aisladas: se trata de una campaña sistemática tendiente a crear un clima de zozobra y de inviabilidad, de que “esto así no va más”. Por esa vía, también intentan forzar al Gobierno a que haga lo que ellos anuncian que van a hacer en caso de ser gobierno para, de ese modo, liberarse de tener que hacerlo si llegaran a ganar: producir una enorme devaluación y castigar aún más a nuestra sociedad.
Hay un pasado que insiste con volver al presente y dejarnos sin futuro. Hay una fuerza, el Frente de Todos, que se organiza para impedirlo.