Perfil | Opinión
En la Asamblea Legislativa, el presidente de la nación brindó un extenso discurso que comenzó revalorizando los cuarenta años ininterrumpidos de democracia, que se cumplen este año, y se refirió a “uno de los episodios más desgraciados vividos en estos cuarenta años, como fue el intento de asesinato de nuestra vicepresidenta de la nación, Cristina Fernández de Kirchner”.
También se refirió al accionar de la Corte Suprema de Justicia de la nación respecto de la distribución de los fondos de la coparticipación y calificó dicha intromisión en la ejecución presupuestaria como “inadmisible”, pues excede sus facultades, entre otras críticas.
La respuesta del bloque de legisladores/as de Juntos por el Cambio (JxC), con gritos e insultos al Presidente, reprodujo toda una serie de actitudes violentas que recientemente hemos visto en el Parlamento. Una conducta contraria al respeto de las instituciones y al diálogo que debe prevalecer en el Congreso.
Me quiero centrar en un enfoque del discurso en el cual se detallan los dos modelos: por un lado, la valorización de todo lo que se hizo, pero el reconocimiento de que no todo está bien. Alberto Fernández expresó: “Puedo hablar con ustedes francamente de la pobreza, de la inflación, de la inseguridad y de los bajos ingresos. Entiendo el malestar y la queja de los más débiles, pero también veo lo que está bien, y cómo se oculta, y cómo se intenta generar desánimo y malestar”.
En la descripción del otro modelo expresó: “¿Alguien cree realmente que tiene un futuro mejor si se imponen políticas de ajuste, reducción de derechos y una mayor concentración de ingresos? Esto ya se intentó y conocemos los resultados. Hoy nos siguen proponiendo lo mismo, con el agravante de que nos anuncian más rapidez y más profundidad”. Una definición con la cual coincido, en especial en la preocupación, porque en esta ronda electoral lo están diciendo directamente en vez de las mentiras de la campaña de 2019: “Los trabajadores no pagarán Ganancias”, “pobreza cero”, “las tarifas costarán dos pizzas” y otras tantas más.
Otra mención del discurso del Presidente en la cual se exponen claramente los dos modelos: “¿De qué clase, de qué tenor, es esa libertad donde algunos son menos iguales que otros, donde algunos no tienen para comer? Para nosotros gobernar es generar igualdad”. Y deseo resaltar el poder simbólico de esta última frase, que se completa cuando dejó en claro que se refería a una “igualdad que es en realidad equidad”. Esa es la gran diferencia con el modelo de JxC.
La propuesta de generar igualdad es compatible con seguir avanzando con un desarrollo sostenido, expandiendo la inversión pública, el consumo interno, las exportaciones, y potenciando la industria (un sector que fue uno de los más impactados negativamente durante el gobierno de Cambiemos: el PBI cayó un 3,9% entre 2015 y 2019 y la producción industrial se redujo en un 13,5% en dicho período).
Estos objetivos fueron planteados juntamente con trabajo de calidad; con el fortalecimiento de nuestras pymes, y la voluntad de seguir redistribuyendo con equidad los ingresos y ampliando derechos.
Otro ejemplo de los dos modelos: el Presidente resaltó la utilización de los fondos del aporte solidario y extraordinario para ayudar a morigerar los efectos de la pandemia, tanto para la financiación del gasoducto Néstor Kirchner como para la constitución de una cooperativa de reparaciones eléctricas, que se creó bajo el Fondo para la Integración Socio Urbana.
Tuve el orgullo de trabajar esta legislación compartiendo la iniciativa con el diputado Máximo Kirchner. Ambos trabajamos intensamente en el proyecto, con la ayuda de diputados y diputadas del Frente de Todos. Un aporte de las mayores fortunas que se dedicó a la compra de vacunas contra el covid, al Progresar, a financiar obras en barrios populares, a fomentar a las pymes y a financiar el desarrollo del gas natural. Un proyecto al que se opuso JxC, dado que se juramentaron no aumentar la presión tributaria, pero además aduciendo que no funcionaría: terminó recaudando el monto previsto. Beneficios a la economía y a la ciudadanía que JxC intentó vetar para no gravar a las grandes fortunas. Los dos modelos que estarán en disputa en estas elecciones.