Página/12 | Opinión
En clave electoral, la oposición nucleada en Juntos por el Cambio publicó un comunicado en el que intenta desvirtuar el desempeño económico del actual gobierno del Frente de Todos. Los recursos y expresiones utilizados no hacen más que distorsionar la realidad.
El texto comienza describiendo a la actual situación como “grave”, de tal magnitud que “condena” a los argentinos a un “estancamiento permanente”. Un argumento que entra en directa contradicción con una economía que, luego de haber sufrido dos pandemias (la económica generada por la gestión macrista, y la sanitaria), registra dos años consecutivos de crecimiento de la producción y el empleo.
En el comunicado, que se centra en la deuda pública del Tesoro Nacional, consideran que se le estaría dejando una “bomba de tiempo al próximo Gobierno”, lejos de hacer una autocrítica con respecto al fenomenal endeudamiento externo y en condiciones muy poco favorables que se tomó durante la gestión de Mauricio Macri.
Los datos, correctamente analizados, son contundentes: la deuda pública total ha disminuido del 89,8 por ciento del PIB en diciembre de 2019 al 79,8 por ciento en septiembre de 2022. Una evolución que adquiere mayor relevancia al tener en cuenta que en la gestión anterior se recorrió el camino inverso, pues recibieron del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner una deuda del 52,6 por ciento del PIB.
Cómo es la composición de la deuda
No menos importante resulta ser el análisis de su composición, siempre medida con relación al PIB: desde diciembre de 2019 se incrementaron levemente las colocaciones al sector público, una práctica que posee casi nulo riesgo sistémico, mientras que disminuyó la deuda con organismos internacionales y con el sector privado. De esta forma, se mejoraron las posibilidades de manejar eventuales presiones de los mercados.
Por otro lado, Juntos por el Cambio describe una “crisis de financiamiento en pesos que tuvo su epicentro en junio de 2022”. En verdad, no puede decirse que se produjo una crisis. El Tesoro obtuvo durante todo 2022 un financiamiento neto cercano a los 2,3 billones de pesos, ya que las colocaciones de títulos superaron a los vencimientos en un 44 por ciento, continuando igual situación en enero de este año.
Consecuentemente, lo ocurrido en junio pasado está más relacionado con expresiones de integrantes de JxC, quienes trataron de instalar una posible reestructuración de deuda en un hipotético escenario en el que fueran electos este año como el próximo gobierno.
Paradójicamente, en el comunicado de JxC no se menciona el “reperfilamiento” realizado por Macri en 2019 (durante la gestión de Hernán Lacunza), trasladando 9306 millones de dólares que vencían ese año hacia el mandato del gobierno siguiente.
Horror conceptual de los economistas del macrismo
Se insiste en asociar conceptualmente deuda en pesos con deuda en dólares cuando tienen efectos sistémicos totalmente distintos. El gran problema se originó porque Cambiemos se financió principalmente en dólares, deuda que sólo se puede cancelar con Reservas Internacionales, que la economía debe generar. Más aún, el propio Lacunza expresó recientemente su preocupación por el aumento de la deuda en pesos, y la midió como “si tuviéramos que pagar con dólares esa deuda”: una proposición absolutamente ilógica pero que abona la idea inicial de este párrafo.
Queda así expuesta una vez más la intención de JxC de transmitir falsas expectativas a la sociedad con el único objetivo de desinformarla y aspirar a un resultado electoral favorable. Una situación ya vivida en el período previo a las elecciones de 2015, durante el cual Macri distorsionaba los datos de la realidad. Cuando gobernó, además, nunca cumplió con lo que prometió (evidentemente no lo tenía como objetivo).
En esta oportunidad, JxC sí expresa claramente las políticas que aplicaría de ser gobierno: un brutal ajuste en forma acelerada (nada de “gradualismo”), con una significativa reducción del gasto, lo que redundaría necesariamente en un recorte de las prestaciones previsionales, la eliminación de los planes sociales (según comentó una aspirante a candidata) y otras tantas podas. Estos engañosos planteamientos de inviabilidad de la deuda pública intentan ayudar a generar el ambiente para que ese ajuste parezca inevitable.