Tiempo Argentino | Opinión
En 2023 se cumplen 40 años del retorno de la democracia, un acontecimiento con un profundo valor simbólico. Una democracia a la que hay que cuidar y consolidar de forma continua y que no sólo consiste en votar cada dos años, más allá de que las elecciones determinan la representación que quedará plasmada en el Congreso, y ello es en definitiva lo que luego permitirá avanzar -o no- con las leyes necesarias para consolidar un modelo.
En este marco, me interesa poner el acento en ciertas tendencias peligrosas que se han observado a lo largo del año que pasó y que desde mi punto de vista amenazan a la democracia de manera directa. Abarcan diversos planos y en realidad no son nuevas. Algunas de ellas ya podían empezar a identificarse, por ejemplo, a fines de 2021 con el rechazo (por primera vez desde el retorno de la democracia en 1983) de Juntos por el Cambio (JxC) al proyecto del Gobierno del Presupuesto 2022.
Estas posturas tuvieron su continuidad en el transcurso de 2022, y el cierre del año legislativo finalizó con el interbloque de JxC negándose a dar quórum para tratar temas esenciales, como el proyecto de ley de regularización de aportes previsionales, la creación de ocho universidades nacionales y el trato humanizado para personas que reciben un diagnóstico de síndrome de Down, entre otros. Está claro que cuando el temario no es el que desean, rehúsan todo debate, bien lejos de la idea de construir “consensos”.
Antes de eso había sido bloqueada la sesión para elegir a las autoridades de la Cámara. Era la primera vez en la historia parlamentaria que no se respetó la continuidad en los cargos de quienes los venían ejerciendo, siendo que no ha variado la composición del órgano legislativo. Otro triste récord de aquellos/as que dicen defender las “instituciones de la República”.
La principal fuerza opositora, al impedir el funcionamiento parlamentario, no sólo desestabiliza la gestión, también imposibilita tratar proyectos que ampliarían los derechos de distintos sectores de la sociedad.
Resulta difícil no vincular los hechos precedentes con los distintos intentos desestabilizadores que hemos vivido desde junio en adelante, entre ellos, los tumultos generados por la principal oposición en torno al nombramiento de los miembros del Consejo de la Magistratura.
La amenaza contra la democracia alcanzó ribetes inéditos y trágicos con el atentado contra la Vicepresidenta de la Nación, agudizados luego con el desconocimiento de la gravedad del hecho por parte de un gran sector de la oposición.
En este listado rápido no se puede dejar de mencionar la condena posterior a la propia Vicepresidenta en la causa Vialidad, todo un acto de “proscripción”, y no de “renunciamiento ni autoexclusión”, según las palabras de Cristina Fernández. Aún más grave es el mensaje que se le trata de bajar al conjunto de la sociedad: el fallo (que no posee fundamento alguno) constituye “un acto de disciplinamiento hacia el conjunto de la dirigencia política para que nadie se vuelva a animar a tanto, a recuperar las AFJP o YPF, a mejorar la distribución del ingreso o desendeudar al país”, según lo expresado por la Vicepresidenta.
A su vez, tras criticar la cautelar de la Corte Suprema por la coparticipación a favor de la CABA, Cristina pidió “despabilarse” ante el avance de “este partido judicial (que) está influyendo sobre la calidad de vida de todos los ciudadanos”. Para cerrar, realizó un llamado al empoderamiento militante. En definitiva, lo más importante que tenemos por delante es tratar de salvar y consolidar la democracia.
Balance Económico
Un año atrás reflexionaba sobre los desafíos que se avecinaban en 2022 y entre ellos mencioné la negociación con el FMI, el impacto de las nuevas variantes del covid-19, y la necesidad de seguir dando solución a las grandes problemáticas sociales que nos aquejan.
En 2022 los impactos del covid-19 siguieron menguando, a raíz de una gran cobertura de vacunación. Ello permitió seguir apuntalando, junto a todo un conjunto de políticas económicas, la recuperación de la actividad. En el tercer trimestre del año, último dato disponible del Indec, el PIB creció en forma interanual un 5,9% y se cerrará el año con un valor de más del 5%, una previsión que ratificó el ministro de Economía, Sergio Massa, a mediados de mes.
Este dinamismo de la actividad favoreció la recuperación del empleo. En el tercer trimestre los puestos de trabajo se encontraban un 4,2% por encima de un año atrás, según los datos de la Encuesta Permanente de Hogares. No obstante, la mayor creación de empleo se ubica en el sector “no registrado”, modalidad donde se encuentra el 37% de los asalariados.
A fines del año pasado era prácticamente imposible imaginar la guerra entre Rusia y Ucrania y los impactos que generó en todo el mundo, entre ellos una mayor inflación mundial, que ya había comenzado a despuntar con los inicios de recuperación global tras lo peor de la pandemia.
En este contexto el Gobierno debió profundizar el cuidado de las divisas para evitar los intentos de desestabilización en torno al dólar y garantizar las necesidades de la producción. Entre otras herramientas, se implementó un nuevo sistema integral de monitoreo de las importaciones y se evitaron conductas abusivas. Para reforzar las Reservas Internacionales se estableció con gran éxito el Programa de Incremento Exportador. De esta forma se pudieron acallar los escenarios catastróficos de “gurúes” del mercado y de los medios masivos de comunicación.
Resulta pertinente señalar las dificultades que la elevada inflación impone a una mejora del poder adquisitivo salarial, producto fundamentalmente de la puja distributiva que se ha observado y de la especulación en torno al dólar. No obstante, los esfuerzos y las políticas están dando resultados, con un aumento de precios en noviembre del 4,9%, bastante inferior a los valores de mediados de año.
Si se logra transitar una escalera descendente de los precios, no hay dudas de que las mejoras en el poder de compra se irán sintiendo, en el marco de las paritarias y de la actualización de las jubilaciones que irán surgiendo a partir de la fórmula previsional. Es de vital importancia que la reducción se haga de forma gradual, evitando cualquier tipo de shock antiinflacionario, que, sabemos, perjudica a todos, en especial a la gente de menores recursos.
En este marco de avances, y también de grandes desafíos, resulta prioritaria la participación activa y la construcción de las mayorías que permitan avanzar con toda una serie de iniciativas. Para ello, es una condición necesaria que el Frente de Todos obtenga un resultado electoral positivo en las elecciones del año que viene: la unidad es un punto de partida indispensable. Necesitamos esa amplia unidad para profundizar la democracia e impulsar con toda nuestra fuerza un proyecto de crecimiento con mejora en la distribución del ingreso y mayor inclusión.