Tiempo Argentino | Opinión
La recuperación de la actividad económica continúa, y el país ya ha dejado atrás la caída que generó la pandemia. De la misma forma en que el Estado resultó crucial en este proceso, hoy nos encontramos en una etapa en la que su presencia también es indispensable para garantizar el rumbo de crecimiento con equidad.
Según los datos recientemente publicados por el Indec, en el primer trimestre de 2022 la actividad económica creció un 6,1% interanual y un 0,9% con respecto al último trimestre del año pasado. Más allá de cierta desaceleración normal, una particularidad importante es que todos los sectores tuvieron una evolución positiva, excepto el agropecuario, producto de las condiciones climáticas adversas que afectaron la soja y el maíz. Se destacaron positivamente “Transporte y Comunicaciones”, “Comercio mayorista y minorista” e “Industria manufacturera”. De hecho, es superior en un 3,7% a las cifras del primer trimestre de 2019.
Esta situación, a su vez, se refleja en la evolución del empleo. Según datos del Ministerio de Desarrollo Productivo, en el semestre comprendido entre agosto de 2021 y febrero de 2022, 119 mil personas ingresaron al mercado laboral como asalariadas del sector privado registrado, es decir, un promedio de 20 mil nuevos puestos por mes. Desde el año 2011 que el empleo formal no se recuperaba a este ritmo.
El empleo industrial en particular, señala el informe del Ministerio, ha tenido un desempeño muy positivo en casi todo el país, con 21 de 24 provincias con más trabajadores en la manufactura que en los albores de la pandemia. Esta dinámica se condice con la evolución de la actividad industrial, que actualmente se encuentra en un nivel superior al del inicio de la crisis de 2018.
El jueves, el Ministerio de Economía siguió obteniendo financiamiento en el mercado de capitales. En la primera ronda de la licitación se colocaron títulos por un monto superior a los vencimientos en $ 66.300 millones, siendo el 64% instrumentos a tasa fija, despejando las dudas que sembraban algunos analistas. Cabe señalar que durante el primer cuatrimestre las colocaciones superaron en un 29% a las amortizaciones.
No es casual que cuando la economía empieza a tomar mayor impulso empiecen a aparecer restricciones sobre el crecimiento. Una de ellas está fuertemente asociada a la pulsión de los sectores concentrados por apropiarse, vía inflación, de los ingresos que la economía genera, lo cual termina atentando contra el propio mercado interno. Es crucial entender que existe una asociación indisoluble entre crecimiento y una matriz progresiva de distribución de la renta: el primero genera las bases para poder distribuir, y viceversa. Son dos cuestiones que deben ir a la par y que requieren de la existencia de un Estado activo.
El presidente Alberto Fernández afirmó que la economía argentina está encendida, aunque recuperar el salario real “cuesta mucho trabajo (…); no estamos logrando que la distribución del ingreso se mejore y, por eso, hemos decidido mantener abiertas las paritarias”.
Para darles sostenibilidad en el tiempo a este tipo de políticas, hace falta, para alimentar los ingresos tributarios, que la actividad interna no se detenga, pero también que se grave con impuestos a quienes más tienen. Son las discusiones que se dan en todo el mundo. Joe Biden señaló tiempo atrás: “Compatriotas, la economía del goteo nunca funcionó. Es el momento de hacerla crecer desde abajo”. Toda una definición, viniendo de boca del presidente de la principal potencia capitalista. Con respecto a lo que habría que hacer, Biden remarcó que busca “bajar el déficit exigiéndoles a las grandes corporaciones y a los más ricos que no hagan abuso de precios y que paguen lo que corresponde en cuanto a impuestos”. Banderas que han estado levantando organismos como la OCDE y el propio FMI.
Los últimos datos de comercio exterior dan cuenta de un crecimiento del 35,6% de las exportaciones en abril, respecto de igual mes de 2021, producto de un 23,7% de incremento en los precios y un 9,6% en las cantidades. Pero, al mismo tiempo, las importaciones aumentaron un 47,3%, con mayor incidencia de las cantidades (24,5%) que de los precios (17,9%). Las compras de bienes intermedios en primer lugar, y de bienes de capital y accesorios en segundo, son los rubros que vienen traccionando el crecimiento. Ambos están relacionados a la mayor actividad económica. El saldo comercial de abril ha sido el más elevado del año, similar al del mismo mes del año anterior y, si bien se han registrado saldos positivos de comercio exterior en todos estos meses, no deja de estar presente la restricción estructural de fondo, ya que para que la economía crezca sostenidamente se precisan dólares para abonar las importaciones.
Una de las formas de minimizar la necesidad de divisas ha sido la renegociación de las deudas con los privados y con los organismos, que postergó los pagos por varios años. También se han venido aplicando regulaciones para proteger y darles un uso adecuado a los dólares. En materia de comercio, una política de Estado, además del fomento de las exportaciones, es profundizar la sustitución de importaciones, que a su vez genera empleo local. Para ello hacen faltan políticas de largo plazo que no se interrumpan con la llegada de gobiernos neoliberales.
El desacople necesario
Al hablar sobre los impactos de la suba de los precios de las materias primas, el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, señaló que “la mayoría de los países en desarrollo no disponen de espacio fiscal suficiente para atenuar el golpe de estas enormes subidas”. El mundo se encuentra frente a una situación que amenaza a decenas de millones de personas “al borde de la inseguridad alimentaria, seguida de desnutrición, hambre generalizada y hambruna, en una crisis que podría durar años”. Un panorama inquietante.
La guerra agudizó un fenómeno que venía desde antes, producto de la recuperación de la actividad global y del cambio climático. La India, que es el segundo mayor productor mundial de trigo, acaba de prohibir sus exportaciones de este cereal, debido a una cosecha inferior a la esperada, por un aumento repentino de las temperaturas durante la fase de su maduración, lo cual redujo los rendimientos. El fenómeno climático ha venido para quedarse y los Estados no pueden estar al margen de los impactos que trae. Argentina es uno de los grandes productores de alimentos a nivel global y como tal debe garantizar a la población un acceso adecuado a estos bienes esenciales.
El presidente de la Nación afirmó: “El precio del trigo sube mucho y tenemos un gran problema para desacoplar el precio interno del externo”, y señaló las resistencias que existen por parte del sector privado, que demora la puesta en marcha del fideicomiso del trigo. Hay una “riqueza inesperada, porque alguien en el mundo empieza a ganar mucho, es lo que nosotros pedimos que se redistribuya. El instrumento con que esto se desacopla son las retenciones. Ahora, las retenciones son un tema legislativo y necesito que el Congreso entienda el problema, y llegado el caso acompañe una decisión de esa naturaleza”. En cuanto a las diferencias al interior del espacio oficialista, destacó: “Tengo la certeza de que tenemos una mirada común sobre lo que la Argentina necesita en todo el frente”. Una mención que vale la pena tener en cuenta.