Ámbito Financiero | Opinión
La negativa a aprobar el Presupuesto es un hecho político, independiente de las críticas técnicas que realicen sobre tal o cual estimación o política. Desde lo ideológico, no están de acuerdo con un Presupuesto que no convalida las políticas de ajuste que muchos y muchas de quienes lo rechazaron piden, como quedó demostrado en gran cantidad de intervenciones en el recinto.
La oposición dice que desea “consensuar”, pero, en verdad, lo que exigen es aplicar el modelo neoliberal que proponen (algo totalmente diferente a lo que eligió la sociedad en 2019). Lo demostraron en lo peor de la pandemia, cuando la Cámara de Diputados sólo pudo sesionar con los proyectos que la oposición, principalmente Juntos por el Cambio, habilitó a tratar. ¿Es esa una actitud de consenso y convivencia democrática? Yo creo que no.
Juntos por el Cambio rechazó el proyecto de Presupuesto 2022, cuando en paralelo se está negociando con el FMI, otra forma de negar el condicionamiento que le dejaron al gobierno que les sucedió. ¿Qué pensaban de la actitud republicana cuando firmaron el stand by, de un monto inédito con relación al resto de los préstamos del Fondo, y sin que dicho acuerdo pasara por el Congreso? Muchos de los funcionarios de aquel entonces hoy son diputados. ¿Se puede dudar que el financiamiento solicitado al FMI fue tomado para condicionar a los gobiernos venideros, fuera cual fuera el signo?
Un diputado de la oposición manifestó que la única pauta de inflación posible para incorporar en el Presupuesto es la de las consultoras. El ministro Martín Guzmán le contestó que si hacemos política económica aceptando las proyecciones de los mercados, no tendríamos soberanía. Apoyo esa definición.
No es una novedad que las estimaciones del “mercado” son altamente falibles, y las de los distintos presupuestos también tienen esa característica, puesto que son proyecciones de un futuro desconocido. En 2017, en agosto (mes en el que se está finalizando la confección del Presupuesto para el año siguiente), el REM esperaba una inflación para 2018 del 15,7%; el Presupuesto la proyectaba en 10 +/- 2% (es decir entre 8% y 12%) y el IPC del Indec marcó un 47,6% para ese año. Similar situación para 2019: REM 25,3%, Presupuesto 23% (mucho más baja que la del año anterior), inflación efectiva 53,8%.
Mucho se dijo de las expresiones de Máximo Kirchner en el Congreso, de las cuales paso a transcribir lo esencial: “lo que uno quiere es que podamos votar ese pedido que recibimos de nuestro Presidente. Un Presidente que se compromete a mandar estos proyectos al Congreso, como es el que vendrá cuando se haga el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Ojalá en el pasado la mirada de quienes hoy son oposición hubiera sido tan meticulosa y aguda como para pedir que tamaño endeudamiento pasara por este Congreso para cuidar nuestra democracia”.
En el acto de asunción de Máximo Kirchner como presidente del PJ bonaerense, el presidente Alberto Fernández sostuvo: “Los que me dicen «hay que cerrar con el Fondo» no me aprueban un Presupuesto (…) Y lo que es peor es que es la deuda que ellos tomaron”.
Pero a pesar del rechazo al Presupuesto 2022, la gestión seguirá, lo ratificó Alberto Fernández en el citado discurso: “A Cristina en el 2010 la dejaron sin Presupuesto y siguió gobernando”, y aclaró que él tiene muy en claro los intereses a los que representa y que eso lo va a hacer “con o sin Presupuesto”.
Queda claro que se está aplicando un modelo de crecimiento con equidad distributiva, contemplado en el proyecto de Presupuesto 2022, un modelo que gran parte de la oposición, especialmente Juntos por el Cambio, no quiere, ya que es contrario a sus ideas, que son las que nos llevaron a la pandemia económica acaecida entre 2016 y 2019.