Argentina en el mundo

Página/12 | Opinión

En el planeta asediado por el virus, el aumento de la desigualdad no se detiene. Recientemente se conoció el ranking 2020 de los milmillonarios de la revista Forbes. Los datos muestran que hay 660 personas en el mundo que han ingresado al selecto club de los milmillonarios, que llega a las 2755. En el otro extremo, según el Banco Mundial, unas 100 millones de personas habrían ingresado en condición de pobreza extrema. Según el informe de Forbes, las fortunas en conjunto suman a fines de 2020 unos 13,1 billones de dólares, frente a los 8 billones de hace un año, un aumento de los patrimonios del 63,8 por ciento medidos en dólares.

En este marco, hay un debate creciente en el mundo acerca de la necesidad de crear impuestos que graven la riqueza y las ganancias, y sobre la urgencia de implementar políticas contra la desigualdad. Son dos procesos convergentes: por un lado, la decisión de ponerle límites a la pobreza, la indigencia y la falta de atención sanitaria, entre otras cuestiones; por el otro, la obtención de recursos para llevar adelante estos objetivos a través de tributos progresivos.

En la semana que pasó, Joe Biden, el presidente de los Estados Unidos, distribuyó los primeros 150 millones de cheques del programa de ayuda por la pandemia. En total, unos 372 mil millones de dólares, según informó el Departamento del Tesoro. En paralelo, Biden presentó una reforma tributaria para recaudar 2,5 billones de dólares con el objetivo de aumentar los ingresos fiscales en los próximos 15 años.

La política tributaria de la nueva administración demócrata se compone de tres pilares. El primero consiste en el aumento del impuesto a las sociedades desde el 21 por ciento actual, fruto de la reforma fiscal de 2017 de Donald Trump, al 28 por ciento. Es una suba de siete puntos porcentuales que, sin embargo, todavía deja este gravamen por debajo del 35 por ciento que regía antes de la reforma realizada por el ex presidente republicano. El segundo es la adopción de medidas de regulación a las grandes empresas multinacionales y emporios tecnológicos que pagan sus impuestos en otros países de baja tributación. El tercero es el fin de los subsidios a las empresas de combustibles fósiles y su reemplazo por incentivos para la producción de energías limpias.

Biden ha afirmado, con relación a este problema global, que “no es aceptable que el 91 por ciento de las 500 mayores corporaciones del país pagaron cero en impuestos federales en 2019”.

En la misma perspectiva, Alemania y Francia se manifestaron de acuerdo con la iniciativa de la secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen, de diseñar un impuesto corporativo mínimo global. El ministro de Finanzas de Alemania, Olaf Scholz, afirmó: “Tengo mucho ánimo de que con esta iniciativa sobre el impuesto de sociedades consigamos poner fin a la carrera mundial hacia la baja en materia de impuestos”. Y agregó que ese acuerdo global debería incluir nuevas normas que establezcan las formas de gravar los negocios transfronterizos de los gigantes tecnológicos digitales. En el mismo sentido, el ministro de Finanzas de Francia, Bruno Le Maire, dijo que “tenemos al alcance ahora un acuerdo global sobre impuestos internacionales. Debemos aprovechar esta oportunidad histórica”.

También esta semana el Fondo Monetario Internacional propuso un impuesto temporal a las rentas altas y a las multinacionales. Este tributo, que algunos comienzan a llamar impuesto de solidaridad, tiene como objetivo reequilibrar los niveles de déficit y deuda de los países más afectados por la crisis sanitaria. El jefe del Departamento de Finanzas del Fondo, Vitor Gaspar, afirmó al diario español El País: “El covid ha empeorado la desigualdad (…) Es por eso por lo que apelamos a políticas redistributivas y por un acceso universal a la salud, la educación o la seguridad social. La mayoría de los países tiene unos ratios de impuestos sobre PIB relativamente bajos y creemos que tienen que incrementarlos para financiar el gasto social. Puede haber espacio para un incremento de impuestos, en especial en el caso de los más progresivos. Las opciones que vemos más prometedoras pasan por una carga adicional en el impuesto sobre las personas físicas [más ricas] o por uno sobre el exceso de beneficios empresariales”.

Por su parte, la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, reabrió un debate que parecía cerrado: la posibilidad de una baja de las tasas de interés para los países endeudados. La funcionaria afirmó que “en la propuesta que el ministro Martín Guzmán está haciendo respecto de los intereses, tenemos que reconocer dos cosas. Por un lado, está trayendo estos puntos en el momento en que el Fondo está pronto a hacer su revisión periódica de los cargos. Es el momento de discutir estas cosas”. Pero aclaró que por otro lado “hay una razón por la que el FMI ha puesto estos cargos en el pasado y es para crear un incentivo a los países para salir de los programas tan pronto como les sea posible”.

En la reunión del G-20, Argentina y México, respaldados por Brasil y otros países, presentaron un proyecto de reforma de la distribución de los 650 mil millones de dólares en derechos de giro que el FMI está por asignar. Hasta ahora, esos recursos se distribuyen de modo proporcional al capital invertido por cada uno de los países miembros del organismo internacional. El proyecto de reforma propone que reciban más los países que más lo necesitan, entre ellos, los de desarrollo medio, como Argentina, México, Brasil y Colombia, entre otros. En estos vive el 62 por ciento de las personas en situación de pobreza en todo el mundo.

Hoy se debaten iniciativas a nivel global que parecían impensables antes de la pandemia. El ministro de Economía, Martín Guzmán, tiene un gran protagonismo en esas discusiones que apuntan a modificar el rol de los organismos internacionales de crédito.

En simultáneo, nuestro país implementa localmente muchos de los cambios que se están debatiendo en el mundo. El Aporte Solidario y Extraordinario de las grandes fortunas es una de esas iniciativas. La sanción de la modificación del Impuesto a las Ganancias a las personas humanas es otra. En paralelo, estamos avanzando con la discusión del gravamen a las Sociedades, con lo que continuaremos acentuando la progresividad impositiva.

La Argentina, lejos de estar aislada del mundo, está cada vez más integrada a los principales debates e iniciativas globales. Argentina se reconstruye en un mundo que se reconstruye.

Nota publicada en Página/12 el 11/04/2021

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