Página/12| Opinión
El Presupuesto 2021 proyecta que la actividad económica crecerá este año un 5,5 por ciento, luego de la fuerte caída producto de la pandemia covid-19 y de la que ocasionó la gestión macrista. Con los últimos datos de producción de diversos sectores podemos esperar un crecimiento más fuerte. En este marco es de prever un aumento de los requerimientos de importaciones para la producción, y es por ello que el cuidado y la correcta asignación de las divisas disponibles cobrarán una dimensión primordial.
El Banco Central continúa con una gestión activa en la administración del mercado cambiario. Entre las últimas medidas, por un lado flexibilizó el acceso a divisas para las importaciones de bienes que puedan incrementar la capacidad productiva de los exportadores. Por el otro, limitó por un año la posibilidad de acceder a divisas para adquirir bienes suntuarios. Algunos de los productos suntuarios alcanzados son los automóviles y motos de alta gama, jets privados con valor superior a 1 millón de dólares, embarcaciones de uso recreativo, bebidas espirituosas con un precio superior a 50 dólares el litro, caviar, perlas y diamantes.
Otra de las medidas tiene que ver con limitar por 90 días, desde el despacho a plaza, el acceso al mercado oficial de cambios para abonar importaciones de ciertos bienes finales, como algunos electrodomésticos, que son de producción nacional. Una herramienta que además apunta a cuidar el empleo local.
Con estas disposiciones no se restringe la compra de dichos bienes. Sólo se establece que si alguien pretende adquirir ciertos artículos en el exterior, que en la actual coyuntura no son prioritarios, deberá obtener financiamiento externo o utilizar recursos propios en moneda extranjera.
Las medidas mencionadas se suman a todo un conjunto de regulaciones necesarias que se fueron implementando durante el año pasado para cuidar las reservas internacionales: variable estratégica que hoy resulta indispensable para garantizar el proceso de recuperación económica.
Desde principios de diciembre pasado y hasta el 15 de enero de este año las compras netas de divisas del Banco Central alcanzaron los 1156 millones de dólares, y se estima que seguirá comprando. Todo un cambio de tendencia al compás de la fuerte suba que han venido registrando los precios de las materias primas y de la administración de las divisas.
Por su parte, la reducción de la brecha cambiaria con el dólar oficial también indica que las expectativas empiezan a alinearse más con los fundamentos de la economía (el tipo de cambio real multilateral está en niveles muy competitivos) que con los valores de la especulación. No hay que perder de vista que no fue hace mucho que se trató de instalar la idea de que la devaluación era algo inevitable, tan sólo porque así lo marcaban las expectativas del mercado (algunos pocos analistas aún lo siguen sosteniendo). Si ello no ocurrió fue por la firme decisión del Gobierno, dado que no había razones económicas que la justificasen.
La demostración de que hay un plan colabora para la generación de un clima distinto. Se reestructuró la pesada mochila de la deuda con los privados (un tema esencial para cuidar las divisas en éste y los próximos años) y ahora se está negociando activamente con el Fondo Monetario Internacional. Se espera, entonces, un panorama más holgado en materia de gestión de las divisas. Si esta situación se completa con la existencia de superávit comercial, la posición de reservas se consolidará y las presiones sobre el tipo de cambio se moderarán.
En resumen, la economía va a repuntar con energía y ya se empieza a notar. Las tensiones que van surgiendo se van tratando con distintas medidas. La búsqueda de que los precios internacionales de los alimentos esenciales se desacoplen de los locales es también una forma de incidir en otro tipo de pujas que se van dando. En todos estos frentes se trabaja al mismo tiempo para cuidar los ingresos (del gobierno, de las familias), para fortalecer la recuperación y avanzar hacia la construcción de una economía sostenible e inclusiva.