Página/12 | Opinión
En la Argentina de Cambiemos cierran 50 empresas por día. Así lo afirma un comunicado conjunto de la Asamblea de Pequeños y Medianos Empresarios (APYME) y de la Asociación de Empresarios Nacionales para el Desarrollo Argentino (ENAC). Es decir: si la actual política económica del gobierno es el único camino, como dice el Presidente, entonces hay que esperar el deterioro progresivo del empresariado nacional. Es paradójico: los defensores a ultranza del mercado terminan atentando contra el mercado. Porque no sólo quieren un Estado mínimo. También quieren un mercado interno reducido y concentrado. Es mercado contra Estado. Pero, también, mercado contra mercado.
Las pymes son las mayores generadoras de empleo de la Argentina. Por eso, cuando la política económica conduce al debilitamiento extremo de este sector, los que resultan afectados son el mercado interno, la demanda, el consumo y el empleo. Ese único camino del que habla el gobierno nos conduce a un callejón sin salida. De allí que hay que optar por otra ruta, la que nos lleva en la dirección contraria. El gobierno lo sabe. Porque, cuando comienza a estar presionado por las encuestas y las dificultades electorales, recurre a medidas que ha criticado desde el comienzo de su gestión. Por ejemplo, vuelve a la política de Precios Cuidados (que ahora llaman Precios Esenciales) aunque, tal como ellos la implementan, no funciona, pero intenta parecerse a la del gobierno anterior. También ensaya con las cuotas con interés del 20% del Ahora 12, que no es igual a la iniciativa que se implementó durante la gestión pasada pero que es presentada como similar.
Es decir: la continuidad de su propia política que fracasa es una simulación de la política anterior, que a su vez no toleran. Intentan que se noten menos los efectos que su proyecto produce sobre los argentinos y argentinas, sobre las pymes, las empresas y entidades de la economía social y las economías regionales, entre otros sectores. Continúan por “el único camino” mientras recurren a supuestas políticas expansivas, la mayoría de ellas ficcionales. Se trata de iniciativas que quienes las aplican ni siquiera creen en ellas.
El horizonte dista de ser alentador. Según el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM), que recoge las proyecciones de consultoras, bancos y otras entidades del sector sobre distintos ítems de la economía y de las finanzas, en mayo la expectativa de inflación para diciembre de 2019 pasó del 40 al 40,3 por ciento. En julio del año pasado, esa estimación había sido del 20,6 por ciento. Por otro lado, el mismo REM prevé para fin de año una tasa de política monetaria del 55 por ciento, un 5 por ciento mayor a la que estimaba hace un mes. Este es un dato importantísimo: la comparación entre la inflación del 40 por ciento y la tasa de interés de referencia del 55 por ciento (hoy es del 70 por ciento) indica la positividad de esta última respecto de la inflación y su consecuente impacto sobre la actividad económica. El presupuesto vigente aprobado por el Congreso estima un 0,5 por ciento de caída del PBI para este año. El REM pronostica un descenso de un 1,5 por ciento. En paralelo, el FMI, el Banco Mundial, la OCDE, entre otros organismos internacionales, prevén una caída aún superior. Por eso, vamos hacia una economía más chica con relación a lo presupuestado, con menores ingresos fiscales y, por lo tanto, con más necesidad de ajuste del gasto. Con ello, se agrava el círculo recesivo.
El modelo de subordinación pasiva al orden financiero global está demostrando total incapacidad para generar crecimiento económico y mucho menos aún distribución del ingreso y de la riqueza. Por el contrario, lleva a la desaparición de miles de pequeñas y medianas empresas, al aumento del desempleo, la caída de la demanda y la reducción del mercado interno.
Es en este escenario que APYME y ENAC proponen la discusión de una agenda productiva para lo cual plantean que es necesaria “la confluencia con el empresariado Pyme, urbano y rural, trabajadores, cooperativistas, científicos, estudiantes, profesionales y resto de los sectores perjudicados por el actual modelo”.
Es decir: proponen contribuir a la creación de un proyecto de país en el que los pequeños y medianos empresarios dejen de ser “víctimas” de las políticas económicas para pasar a ser uno de sus protagonistas más importantes. Hoy se les pide a los empresarios que produzcan para un mercado que no existe o que está sumamente reducido. No hay proyecto de país independiente sin empresariado nacional. Tampoco al revés: no hay empresariado nacional sin un proyecto de país independiente. Eso es lo que entendió José Ber Gelbard y eso es lo que se plasmó en el Pacto Social al que hizo referencia Cristina cuando habló de la necesidad de un nuevo contrato social de ciudadanía responsable.
El camino que propone el gobierno es el que favorece a los sectores económicos concentrados locales y globales. El otro camino, el que nosotros impulsamos, necesita de otros actores. Por ello la insistencia en la construcción de una coalición amplia de sectores políticos, sociales y económicos. Es en esa unidad plural y diversa donde los pequeños y medianos empresarios también deben confluir. Hay un proyecto, el del gobierno, en el que no tienen lugar. Hay otro, el de la oposición, en el que su protagonismo es indispensable.
Hay que llegar al Estado para cambiar la dirección de la política económica. Para ello, primero hay que ganar las elecciones. Y, luego, comenzar a impulsar un país con un Estado presente, que defienda la producción nacional, las pymes y las economías regionales, con paritarias libres, con servicios públicos accesibles y con inclusión social y distribución de los ingresos para todos y todas. Un país que impulse la integración regional y la alianza con otras naciones, que aporte recursos a la educación, a la ciencia y a la tecnología y que privilegie el uso racional de los recursos naturales, entre otras políticas troncales.
Se trata de un país para todos y todas en contraposición al proyecto del gobierno en el que entran unos pocos. Un país en el que se multipliquen las pymes en lugar del actual, donde medio centenar cierra todos los días.