Tiempo Argentino | Opinión
Por Carlos Heller
Fue una conferencia muy promocionada. «La más anunciada desde que es presidente», al decir de Joaquín Morales Solá. Pero Mauricio Macri habló más del clima que de la situación del país. No es extraño. Las repetidas referencias a la tormenta por la cual pasamos tienen el exclusivo objeto de instalar que la crisis desatada durante el primer semestre de este año es externa y está fuera de la responsabilidad del gobierno. Una descripción inaceptable.
El gobierno de Macri modificó todas las políticas: la cambiaria, la monetaria, la financiera, la salarial, la de subsidios a los servicios públicos. Decidió la apertura irrestricta de importaciones y liberalizó fuertemente los flujos de entrada y salida de capitales externos. Entonces, suponer que la crisis que vivimos es porque subió el bono del Tesoro de Estados Unidos significa desviar el foco principal del análisis. Es cierto que el entorno internacional impactó de forma negativa sobre Argentina y el resto de los países emergentes. Pero en nuestro país ese impacto se amplificó debido a las políticas diseñadas por el «mejor equipo de los últimos 50 años» convocado por Macri. Para enmascarar esta verdad, y evitar dar precisiones incómodas, aparece el uso de las metáforas climáticas.
En la página web de la Casa Rosada se subtituló la conferencia brindada por Macri: «El presidente Mauricio (sic) habló sobre los acuerdos para el Presupuesto 2019». Esta selección indica la importancia que tiene para el gobierno la aprobación del Presupuesto. Macri hizo alusión al «número mágico» del 1,3% del PIB para el déficit fiscal primario comprometido con el Fondo para el año próximo. En definitiva, surge con claridad de la conferencia que hay que sostener el ajuste a rajatabla. Tal insistencia y abundancia de datos en el cumplimiento del programa fiscal es sin duda un mensaje a los mercados.
No escapa a este tema del ajuste la cuestión salarial. Macri llamó la atención de todos al señalar que «las paritarias siguen siendo absolutamente libres», cuando el gobierno presionó fuertemente para que no superen el 15%. Luego aclaró que «en el caso del Estado, estará limitado (el salario) también por los recursos que tenga cada municipio y la Nación, eso escapa a cuál sea la inflación».
Hubo contestaciones amplias, como su respuesta sobre qué haría con la reducción de retenciones a la soja: «No creo que la retención sea un impuesto inteligente y que nos genere futuro. Al contrario, destruye el futuro de los argentinos». Palabras propias del estilo PRO.
En otros temas fue más concreto, como en el caso de la inflación. Reconoció que no ha sido «tan fácil como pensamos en el inicio domar la inflación –por la historia, por la inflación incubada por el cepo, por las tarifas—», y arremetió diciendo que «el año que viene va a bajar más de 10 puntos y esperamos en el siguiente estar en una inflación de un dígito». A pesar de la leve autocrítica, Macri sigue sobreestimando el efecto de sus políticas para reducir los aumentos de precios.
Las ideas generales que surgieron en la conferencia pueden resumirse en dos conceptos. Uno es el ya escuchado en otras oportunidades «estamos mal pero vamos bien»: es la primera vez que desde el actual gobierno se reconoce que nos enfrentamos a restricciones muy duras y a un proceso de ajuste. El otro: «nosotros o el caos». Este último concepto es uno de los ejes con los cuales se pretende que el Congreso apruebe un Presupuesto 2019 que contenga los principales ajustes acordados con el FMI.
El gobierno, y gran parte del círculo rojo que lo sostiene, intenta instalar que el caos es la vuelta al kirchnerismo. No resulta casual que en varios medios hayan aparecido noticias sobre la futura candidatura de Cristina Fernández, a pesar que la expresidenta no haya hecho declaración o comunicación alguna sobre el tema.
Ante la falta de respuestas sobre la difícil situación actual, a la cual se arribó por las políticas impuestas por el propio gobierno, la estrategia elegida es hacer referencia, nuevamente, a la «pesada herencia». Lo hicieron Macri, con su comentario sobre la inflación, y su ministro de Hacienda, quien sostuvo que la inflación «es más alta de lo que esperaba (el gobierno)» aunque remarcó que «de ninguna manera se puede comparar con la del kirchnerismo». En esto tiene razón el ministro, ha sido más alta durante este gobierno (según el IPC BA).
Una de las voces frecuentes del poder económico, el presidente de Fiat Argentina, Cristiano Rattazzi, sostuvo que: «Los próximos diez años habrá que ir menos a Miami y más a Bariloche» (Ámbito, 17/7/18). Puede decirse que lo que está definiendo es un «cepo» a los viajes al exterior, que no surge de una normativa de restricción de divisas, sino de una situación más preocupante: el empobrecimiento de gran parte de la clase media. La aplicación de la teoría de González Fraga.
La realidad va por otro camino
Mauricio Macri continuó prometiendo que «vamos a retomar el crecimiento el año que viene, vamos a generar empleo». Esta visión fue ratificada por la titular del FMI, Christine Lagarde, en su conferencia de prensa de ayer: «La economía va a estar mejorando a inicios de 2019 y 2020», dijo, aunque aclaró que para lograrlo hay que cumplir con todas las metas, en especial la de inflación. Nada nuevo bajo el sol. Pero las estadísticas indican otra situación totalmente distinta.
Los números de inflación, si bien eran esperados, son impactantes: el índice de precios minoristas a nivel nacional para junio arrojó un 3,7%. En su versión núcleo (sin ítems regulados ni estacionales) arrojó un 4,1% en el mes, el valor más alto desde que lo compila el Indec, y muy parecido a la inflación núcleo para CABA de los primeros meses del gobierno de Macri. Más preocupante fue el aumento de alimentos y bebidas no alcohólicas, del 5,2%, que impacta con mayor intensidad en los sectores de menores recursos.
Los precios mayoristas aumentaron un 6,5%, cifra inquietante dado que gran parte de esta se traslada a los precios minoristas en los meses posteriores. Tan es así, que en su reciente Informe de Política Monetaria, «el BCRA considera en su escenario base que la inflación comienza a moderarse en julio y el tercer trimestre arroja un valor cercano al 2% mensual promedio». Un promedio sin duda alto.
Otro dato vinculado con el proceso inflacionario surge de las cifras de la ejecución presupuestaria del gobierno nacional en el primer semestre del año. El oficialismo anunció pomposamente que sobrecumplió la meta de déficit fiscal, ya que llegó al 0,9% del PIB en vez del 1,1% planificado. No obstante, el pago por intereses de la deuda creció un 31%, mucho más que los recursos fiscales que aumentaron el 26%. Sucede que uno de los gastos que más se irá incrementando, el pago de intereses, no entra en las metas fiscales del gobierno ni del FMI.
Pero lo llamativo es que, a pesar de las fortísimas subas de tarifas, los subsidios a los servicios públicos crecieron el 8%. La razón de este aumento es una combinación de la inflación y del precio del dólar, ya que los ingresos que el gobierno le asegura a las empresas prestadoras se ajustan por estos parámetros. ¿Cuál será entonces la cuantía de los aumentos de tarifas que deberá soportar la población en los meses venideros? Más que significativos. Aumentos tarifarios que impactarán, nuevamente, sobre la inflación.
Esta dinámica es sólo un ejemplo de las grandes dificultades que tendrá el gobierno para cumplir con los diversos compromisos con el FMI. Más allá de las penurias que el cumplimiento de los mismos genere sobre la población.