Más ajuste, por ahora encubierto

Tiempo Argentino | Opinión

Entre los principales impulsos de la inflación se encuentran los aumentos tarifarios. Pero para evitar su impacto en los índices de precios y en los bolsillos de los consumidores antes de las elecciones, el gobierno ha pospuesto la mayoría de ellos para después de octubre.

Esta decisión tiene dos vertientes. Por un lado, encubrir el impacto inflacionario de las políticas de ajuste del gasto por reducción de subsidios y la concesión de mayores márgenes empresariales para las empresas prestadoras de servicios. Por el otro, dar la sensación de que el «esfuerzo» realizado hasta ahora por el pueblo vale la pena y que ya se empiezan a ver algunos resultados. Una estrategia que se acerca mucho a lo que puede considerarse como manipulación electoral.

Desafortunadamente, cierto bienestar que estará disfrutando alguna porción de la población durante estos meses será pasajero. A partir de fines de octubre el bolsillo se achicará más aun: ya hay anunciados aumentos de tarifas en varios servicios como luz, gas, transporte y medicina prepaga, así como en la nafta y el monotributo. Además, los incrementos son muy significativos.

Las tarifas energéticas son un buen ejemplo de cómo se vienen perfilando, y cómo seguirán, los tarifazos. En el caso de la energía eléctrica, las distribuidoras Edenor y Edesur ya cuentan con permiso especial para incrementar sus márgenes de rentabilidad según la evolución de la inflación, a lo que habrá que sumarle el efecto de la reducción de subsidios. Ambos resultados se trasladarán en una suba considerable de tarifas, que se sumará al 42% que se aplicó a principios de año, pagadero en cuotas para que se sienta menos.

En el caso del gas, los precios de transporte y distribución (el 40% del importe de la tarifa) también subirán, ajustados por el índice mayorista, mientras que los precios de producción (el 60% de la tarifa), crecerán un 11% ¡en dólares!

En cuanto al subte, se estima que el costo del boleto llegaría a $ 10, con lo cual se produciría un aumento del 122% respecto de los $ 4,50 que regían al iniciarse el actual mandato presidencial. Si se tiene en cuenta que el SBASE ya ha calculado la tarifa técnica en $ 15,80, la presión hacia un nuevo aumento del subte porteño seguirá.

En el caso de la medicina prepaga, ya han sido aprobados en este año incrementos por el 24%, y las empresas están solicitando otro ajuste en octubre.

Esta estrategia de corrimiento de los aumentos intenta generar resultados positivos para el gobierno en la compulsa electoral. Pero la aglomeración de dichos incrementos en los meses posteriores, junto con salarios estancados, generarán un gran perjuicio al consumo de la mayoría de la población, impactando negativamente sobre la producción, especialmente de las pymes.

Brotes verdes de bonsái

Además de las acciones ya descritas para evitar el impacto del ajuste, el gobierno nacional y los medios concentrados insisten en que ya se están notando los efectos de una recuperación económica. Esta postura es sustentada con datos que comparan las distintas cifras de producción actual, con los bajísimos guarismos del año anterior.

Los medios favorables a la actual política no ahorran ingenio para promocionar lo que consideran el cambio positivo de la tendencia económica. Clarín (9/9/17) tituló: «Por la recuperación, la industria aumenta el uso de sus instalaciones». En efecto, la Capacidad Instalada Industrial creció en 3,1 puntos porcentuales (pp) interanual en julio de este año. Pero el registro de julio de 2016 resultó tan bajo como no se veía desde marzo de 2003. En blanco y negro, se creció comparado con un nivel altamente crítico. La utilización de capacidad instalada cayó en 6,1 pp en julio de este año si la cotejamos con igual mes de 2015.

La Nación titula: «Consumidor modelo 2017: más racional y desconfiado de las promociones». La nota cita un estudio que sostiene que el consumidor se anima a productos más baratos, busca el mejor precio, deja de lado las compras para estoquear, y se cambia a segundas marcas. A mi parecer, se le quiere adjudicar cierta racionalidad proactiva a las conductas descritas, cuando parecerían indicar que están originadas en la menor capacidad de compra. El cambio de hábito, más que una conducta racional, aparenta empobrecimiento.

El Estimador Mensual de Actividad Económica del Indec (EMAE, anticipador del PIB) creció un 2,6% en el 2º trimestre de 2017 en términos interanuales, es decir, comparado con igual período del año anterior. Pero si lo comparamos con el 2º trimestre de 2015, se ubica un 1,1% por debajo. Luego de dos años, ni siquiera se recuperó el nivel de la «pesada herencia».

Si abrimos el EMAE por sectores, el desempeño es aun peor. La industria creció un 2,2% interanual en el 2º trimestre de 2017, pero evidencia una caída del 6,1% respecto del 2º trimestre de 2015. En el caso de la construcción, una actividad de la que los funcionarios dan cuenta de un crecimiento excepcional, se incrementó un 10,2% interanual en el 2º trimestre de 2017, pero cae un 6,8% comparado con igual período de 2015.

Un dato algo acotado en su alcance territorial, pero significativo, es el alto desempleo en la Ciudad de Buenos Aires. Este guarismo se ubicó en el 10,5% para el 2º trimestre de 2017, la misma cifra que un año atrás. Otro indicio de que no existe reactivación alguna. En el norte de CABA, la desocupación se ubica en el 7% y creció 0,9 puntos porcentuales (pp) interanual. Pero en el Sur ronda el 16,9%, habiendo crecido 3,9 pp interanual. La desocupación en el Centro (9%) bajó 2,2 pp. Estas cifras muestran el agudo impacto sobre la población de menores recursos que se ubica en las zonas sureñas de la CABA.

Hay otra información relevante para analizar la evolución de la economía. El ministro de Energía y Minería anunció que en el verano de 2019 Argentina volvería a exportar gas a Chile. La exportación del gas a Chile es toda una definición de modelo de país: la Argentina construyó en los ’90 dos gasoductos para exportar su excedente de gas al país trasandino, habida cuenta que la desindustrialización había bajado notablemente el consumo de combustible. El anuncio de Juan José Aranguren estaría anticipando, de esa forma, que en un futuro cercano se seguiría reduciendo el consumo familiar, a la vez que la mayor recesión haría retroceder la utilización fabril. El otro lado de la ecuación, una mayor producción de gas no parecería ser determinante: en la actualidad viene decreciendo, a pesar de los ingentes subsidios que reciben las empresas destinados a incrementar la producción.

Con los datos brindados, más otros tantos que podrían tomarse, no resulta correcto hablar de «reactivación», sino a lo sumo de «rebote».

Cada vez son más los analistas que, teniendo en cuenta los incrementos tarifarios posteriores a las elecciones de medio término, y el ajuste del gasto que se implementará, proyectan un magro crecimiento para 2018. Los que picaron en punta son el estudio OJF (Orlando Ferreres) que estima un aumento del PIB del 1,2% y el Estudio Bein, con un incremento del 1, 6 por ciento.

En resumen, como en muchos otros temas, a través del poder mediático se quiere instalar un debate distorsionado de gradualismo versus shock. Un falso dilema que, como otros tantos que le sirven al gobierno, evita hablar de la verdadera discusión: ajuste o no ajuste. Desenmascarar esta clase de falsos razonamientos no siempre es sencillo, pero es una tarea indispensable para evaluar el rumbo del actual gobierno nacional. «

Nota publicada en Tiempo Argentino el 10/09/2017

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