Considero que lo que está en discusión no es tanto el nivel de las tasas pasivas, sino el nivel de las tasas activas, que los bancos cobran por los préstamos. La diferencia entre ambas tasas, el spread o margen financiero, ha aumentado en los últimos años, y ello no tiene que ver con la confianza de la población, sino con el modelo de gestión de los bancos privados que priorizan la rentabilidad como meta de sus negocios.
Si bien tanto el gobierno como los bancos oficiales han generado distintos programas con tasas de préstamos accesibles para la producción, es evidente que se necesita que en todo el sector bancario bajen las altas tasas de los préstamos a la producción, porque ello demora la recuperación y el crecimiento económico.
Ante tal situación pienso que se requiere con prontitud la sanción de una nueva ley de fomento al crédito productivo, como parte de una reforma más profunda que rija la actividad de los bancos, para que todo el sistema financiero contribuya a los objetivos de recuperación y crecimiento que desean todos los habitantes.
Esta será una de las asignaturas en las que tengo pensado trabajar, la creación de una nueva Ley de Entidades Financieras que remplace a la vigente heredada de la dictadura.