Perfil | Opinión
Según un estudio del Observatorio Social de la Universidad Católica Argentina (UCA), un 57,4% de los argentinos y argentinas estuvieron por debajo de la línea de pobreza durante el mes de enero de 2024. Más allá de la precisión del informe, sus números marcan el nivel de deterioro que está sufriendo la mayoría de la población. Comparando la serie con ella misma, muestra que la situación actual de pobreza e indigencia es peor que el mes pasado y que hace dos meses. La pobreza pasó de un 44,7% en el tercer trimestre del año pasado, al 49,5% en diciembre y al 57,4% en el último mes.
Estos niveles de pobreza e indigencia son la consecuencia inevitable de las medidas que viene tomando el gobierno de Javier Milei. La fuerte devaluación que promovió produjo un cambio de los precios relativos con aumentos generalizados de todos los productos y servicios, pero no de los salarios y de las jubilaciones. En ese escenario, los que eran pobres se volvieron más pobres y muchos de los que no llegaban a ser pobres pasaron a serlo.
El gobierno anterior intentaba controlar los precios a través de iniciativas como Precios Justos, Precios Cuidados u otras regulaciones similares, que podían resultar insuficientes, pero su objetivo era virtuoso: impedir que la mayor demanda que genera la mejora de los ingresos terminara produciendo un incremento de la inflación por la intervención de los grandes formadores de precios y los demás integrantes de la cadena de valor. En la medida en que estas políticas se dejaron de aplicar y todo quedó al libre albedrío de las partes, sin ninguna intervención del Estado y sin ninguna regulación, los precios de los productos se dispararon hasta el límite en que la gente ya no puede comprarlos. Esto ya sucedió en los años 90: luego de un proceso de hiperinflación, se alcanzó la estabilidad e incluso se produjo un proceso de deflación. Pero las consecuencias fueron desastrosas: más de un 20% de desocupados y miles de empresas quebradas, entre otras calamidades.
Pero, ¿por qué hay inflación? El Gobierno y sus aliados dicen que hay inflación porque se emite mucha moneda como factor excluyente. Por supuesto: no coincidimos. Estamos convencidos de que la inflación es un fenómeno multicausal y que, en esa multicausalidad, no se puede excluir la puja distributiva. ¿Qué suele suceder cuando la gente tiene mayores ingresos? Los formadores de precios y demás eslabones de la cadena de valor intentan apropiarse de una parte de esos mayores ingresos y lo hacen subiendo los precios.
La inflación se aceleró cuando Milei ganó las elecciones y los formadores de precios y toda la cadena de valor tomaron conciencia de que podían aumentar libremente el precio de todos sus productos y servicios. En el período que se extiende entre enero y julio de 2023 el promedio de inflación mensual rondó el 7%; en agosto y septiembre superó el 12%, incidido por la devaluación del 21,8%, producida inmediatamente luego de las PASO (hay que recordar que el FMI exigía una devaluación del 100%); en octubre volvió a bajar al 8,3% y en noviembre, con el resultado electoral ya conocido, alcanzó el 12,8%. Pero fue con el gobierno actual que se disparó al 25,5% luego de la devaluación del 118% el 13 de diciembre y de la liberación total de los precios.
Es probable que finalmente la inflación baje de manera significativa. Pero también que el resultado de las políticas que se implementan para lograr ese objetivo sea un país destrozado: con pérdida de empleo, aumento de la pobreza e indigencia, cierres de empresas y condiciones de vida inaceptables para la mayoría de la población.
Las encuestas muestran que un sector de la sociedad está dejando de pensar que el deterioro de sus condiciones de vida es producto de la herencia recibida y cada vez se convence más de que es responsabilidad de las políticas de la nueva gestión. En la medida en que el Gobierno siga con el modelo que está llevando adelante, su nivel de aceptación va a seguir cayendo y la resistencia de la sociedad seguirá incrementándose. Estamos mal, pero vamos peor. Nosotros estamos y estaremos defendiendo los intereses de los sectores medios y demás sectores populares afectados por políticas que conducen a un país en el que solo gana una minoría.