Tiempo Argentino | Opinión
Luego del traspié de las generales, los libertarios y el ala más dura del PRO se encolumnaron detrás del mismo proyecto de país, aunque han dejado de hablar del modelo de sociedad injusta que persiguen, con ciertos silencios y giros sobre temas potencialmente disruptivos, que obedecen a la necesidad de no generar pánico y rechazos a la candidatura de Javier Milei.
La propuesta de Milei, de Mauricio Macri y de sus adherentes es la misma que la del Tea Party norteamericano: llegar a un superávit fiscal eliminando impuestos y con un recorte de gasto público que debe alcanzar a 15 puntos del PBI, según expresa la plataforma libertaria. No hay que perder de vista que el gasto total del Tesoro Nacional representa algo más de 20 puntos del PBI, lo cual indica que esta propuesta implica eliminar prácticamente todas las funciones sociales, previsionales, de educación y salud, entre otras, es decir, se trata de la virtual desaparición del Estado. Si bien es materialmente imposible de cumplir, su mención indica con claridad que se intenta realizar un ajuste brutal.
Vale repasar la postura de Milei en materia de relaciones internacionales: “no solo no voy a hacer negocios con China, no voy a hacer negocios con ningún comunista. Soy un defensor de la libertad, de la paz y de la democracia. Los comunistas no entran ahí. Los chinos no entran ahí. Putin no entra ahí. Lula no entra ahí”, explicitó el candidato. Respecto del presidente de Brasil, con una mirada bolsonarista, dijo que es “corrupto” y que “por eso estuvo preso”, sin reparar en que la Corte Suprema de Brasil anuló la condena, tribunal que sostuvo, al igual que luego lo hizo un comité de la ONU, que el ex juez federal Sergio Moro actuó de forma parcial en su contra.
Por su parte, en el debate de candidatos a vice del miércoles, Victoria Villarruel volvió a hacer gala de su negacionismo, defendió la dolarización y recurrió a argumentos engañosos para intentar descalificar a Agustín Rossi y tratar de incidir en la opinión pública.
En uno de los pasajes señaló, por caso, que en “el Presupuesto 2024 de Massa y Rossi lo que hay es gravar con más IVA los alimentos. Por ejemplo, el pan, que de 10,5 de IVA va a tener 21. O la carne. O, por ejemplo, aumentar los bienes personales a todos aquellos que tienen propiedades rurales (…). De eso se hacen cargo aquellos que están poniendo el cuerpo en el campo y que hoy están sufriendo una sequía inmensa”.
En lo que intenta basarse Villarruel es en la “Separata sobre gasto tributario” que se agregó al proyecto de Ley de Presupuesto 2024. Su título lo dice, “Separata”, no integra el cuerpo normativo del Presupuesto, y es un listado de exenciones impositivas y beneficios tributarios que representan un impacto negativo en la recaudación nacional del 4,72% del PBI. En la Separata se propone que algunos de estos beneficios sean analizados y evaluados por el Parlamento a efectos de identificar aquellos ítems que podrían ser reducidos o eliminados a través de nuevas leyes o modificación de las existentes.
Villarruel arrastra el mismo error intencionado que surge de los medios hegemónicos, y varias sociedades rurales, que hacen referencia a un supuesto ataque a la producción agropecuaria nacional, porque en la Separata se mencionan las exenciones del impuesto a los bienes personales sobre los inmuebles rurales. No obstante, en varias oportunidades, el ministro de Economía y candidato aclaró que la sugerencia a Diputados para evaluar la quita de la exención se refiere sólo a los campos en el exterior, cuya titularidad se concentra en 450 personas residentes en el país. No hay alusión alguna a los inmuebles rurales ubicados en territorio argentino.
Igualmente, la referencia a las alícuotas diferenciadas del IVA a los alimentos aparecen en todos los presupuestos, incluso en los proyectos de ley elaborados por el gobierno macrista. De hecho, es el actual gobierno el que instrumentó por decreto la devolución del IVA de los productos de la canasta básica para aquellos sectores de la población que más lo necesitan, y Diputados aprobó la ley para que tal política continúe a partir de 2024.
Como mencioné en mi anterior columna, Sergio Massa afirmó: “(tenemos que) sentarnos (…) y definir una matriz tributaria más justa y progresiva”. Por mi parte, reitero que el enfoque a seguir es el del equilibrio fiscal por la vía del aumento de los ingresos, producto de la mayor actividad económica, de un sistema tributario más progresivo y de menores niveles de evasión, combatiendo la sobrefacturación de las importaciones, la subfacturación de las exportaciones y el contrabando.
Economistas contra el modelo libertario
Un grupo de más de 100 economistas de renombre se ha expresado contra las políticas de Milei: “Como economistas de todo el mundo partidarios de un desarrollo económico amplio en Argentina, nos preocupa particularmente el programa económico de uno de los candidatos”. Consideraron, además, que las medidas propuestas “pasan por alto las complejidades de las economías modernas, ignoran las lecciones de las crisis históricas y abren la puerta a la acentuación de desigualdades ya de por sí graves”.
Respecto a la dolarización y el agudo recorte del gasto público, las y los economistas alertan que “aunque las soluciones aparentemente sencillas puedan resultar atractivas, es probable que causen más estragos a corto plazo, al tiempo que reducen el espacio de maniobra de las políticas a largo plazo”.
También unos 600 economistas y referentes políticos argentinos firmamos una solicitada contra las políticas del candidato libertario. En ella, se expresan, entre otras cuestiones, que “la limitación que genera la deuda externa con el FMI que dejó Macri ha condicionado mucho las posibilidades de crecimiento de la economía durante estos años”, aclarando que “aún no se pudo revertir la reducción del salario real de los años macristas, pero también que la instauración del dólar como dinero de curso legal, como propone Milei, o la consolidación de una economía bimonetaria, implicaría previamente una megadevaluación que pulverizaría salarios y jubilaciones, para luego desindustrializar el país, expandir el desempleo y la pobreza”. Ideas que ya he expresado en esta columna.
En referencia a la convertibilidad, se indica que “así, el modelo implosionó en 2001 a partir del descontento generalizado de la mayor parte de la sociedad”, y se resalta que “la salida no fue una dolarización, como planteaban algunos sectores, sino la recuperación de la moneda nacional y del crédito, con crecimiento, recomposición del salario y ordenamiento macroeconómico”. En el documento se agrega que a partir de entonces, “vinieron los años de crecimiento con Néstor y Cristina Kirchner, creación de empresas y puestos de trabajo, incremento de salarios y jubilaciones y un período de desendeudamiento, que luego fue revertido por (Mauricio) Macri”.
Para cerrar, tomo una frase de la solicitada que expresa que “el 19 de noviembre de 2023 están en juego dos modelos de país”, y que “el único camino posible en esta etapa para comenzar a solucionar los problemas de Argentina pasa por una amplia unidad nacional con Sergio Massa como presidente de la Nación”.