Página/12 | Opinión
Hace una semana, el triunfo electoral de Unión por la Patria por casi siete puntos de diferencia con respecto a La Libertad Avanza, la segunda lista más votada, dejó en un tercer lugar y fuera del balotaje a Juntos por el Cambio.
El domingo fueron a votar 2.220.103 personas más que en las PASO y bajó fuertemente la cantidad de sufragios en blanco (-802.319). En este contexto se verificó el crecimiento de la fórmula de Unión por la Patria (+2.926.941), que captó gran parte de esos votos, entre otros movimientos.
Los resultados electorales generaron en Juntos por el Cambio una crisis de grandes proporciones que se acentuó cuando la fórmula integrada por Patricia Bullrich y Luis Petri anunció su apoyo al candidato de La Libertad Avanza, tras un acuerdo sellado en el domicilio de Mauricio Macri.
A partir de entonces, las tensiones y enfrentamientos internos se diversificaron y alcanzaron a todos los integrantes de la coalición opositora. Una parte del radicalismo —con Gerardo Morales y Martín Lousteau a la cabeza—, gobernadores de Juntos por el Cambio, dirigentes como Elisa Carrió y Horacio Rodríguez Larreta, entre otros, criticaron el acuerdo con Javier Milei y se pronunciaron por dejar a sus votantes en libertad de elección.
En paralelo, tensiones similares comenzaron a producirse en la agrupación libertaria. La nueva confluencia electoral ha traído como consecuencia la desagregación y el quiebre de la unidad interna en ambos espacios políticos.
En parte, esas tensiones expresan lo que sucede en sus bases electorales. Es difícil, por ejemplo, imaginar a ciudadanos y ciudadanas de cultura radical votando a quien dice que la Argentina está en crisis desde que se eligió a Hipólito Yrigoyen y que el peor presidente de la historia se llamó Raúl Alfonsín. En el mismo sentido, parece complejo explicarles a votantes de Milei la confluencia con Bullrich y Macri, integrantes dilectos de la “casta” en oposición a la cual construyeron su identidad.
El dirigente libertario también encuentra límites para expresar a electorados de fuerzas políticas que han quedado fuera del balotaje. Por ejemplo, es improbable que los votantes de Juan Schiaretti y los electores de los gobernadores e intendentes de Juntos por el Cambio se sientan representados por Milei cuando éste declara que si gana va a eliminar la coparticipación y que sólo se realizará obra pública a través de la iniciativa privada. El jueves Sergio Massa se reunió con los gobernadores de Unión por la Patria y en ese contexto declaró que “Argentina tiene la posibilidad de ampliar la coparticipación a las provincias, pero además de simplificar el sistema impositivo”.
También resulta altamente improbable que los votantes que eligieron a Myriam Bregman se inclinen en el balotaje por el candidato de La Libertad Avanza.
En ese marco, la convocatoria de Sergio Massa a un gobierno de unidad nacional parece despertar diversas adhesiones. No es tampoco una novedad: la búsqueda de estos acuerdos ha sido una constante en la historia reciente de la Argentina. No es muy distinto a lo que propuso Néstor Kirchner en su momento, cuando promovió la concertación que terminó en la candidatura de Cristina y Julio Cobos. Tampoco se diferencia demasiado del llamado de Raúl Alfonsín a la construcción del Tercer Movimiento Histórico, entre otras experiencias similares.
En otro orden de cosas, durante la semana se comenzó a debatir en la Comisión de Presupuesto y Hacienda (PyH) de la Cámara de Diputados la Separata del Presupuesto 2024 enviada por el Ministerio de Economía. Allí se enumera un conjunto de exenciones impositivas y beneficios tributarios que representan un impacto negativo en la recaudación nacional del 4,72% del PBI. Esa primera reunión informativa contó con la presencia de funcionarios del área económica, quienes explicaron en detalle los contenidos de la Separata y respondieron preguntas de diputados y diputadas.
Se trata de una propuesta para reducir gastos fiscales que podría mejorar el resultado de las cuentas públicas. Allí aparecen desde los magistrados judiciales que no pagan Impuesto a las Ganancias hasta la situación de 450 argentinos y argentinas propietarios de establecimientos rurales en el exterior que están exceptuados del pago de Bienes Personales, para citar sólo un par de ejemplos.
La Argentina tiene un problema fiscal que debe resolver. Pero la receta que generalmente se propone consiste en ajustar el gasto afectando a los sectores sociales más carenciados. Siempre lo decimos: nosotros no somos hinchas del déficit sino enemigos del ajuste. Hay otro modo de resolver ese déficit: aumentando los ingresos del Estado a través del cobro de impuestos a sectores privilegiados exceptuados, combatiendo la evasión impositiva, el contrabando y las maniobras de sobrefacturación de importaciones y subfacturación de exportaciones. O mediante otras iniciativas como el proyecto de ley de Exteriorización del Ahorro Argentino no declarado, por el cual las personas humanas, las sucesiones indivisas y los sujetos comprendidos en el artículo 53 de la Ley de Impuesto a las Ganancias podrán declarar ante la AFIP “la tenencia de bienes en el país y en el exterior, dentro del plazo que expresamente contempla la norma”.
Se destaca, además, una iniciativa que, siguiendo las conclusiones de la OCDE, asegure que las grandes empresas estén sujetas a un tipo impositivo mínimo del 15% de sus ganancias. En Diputados se presentó un proyecto de ley que va en este sentido, el cual fue considerado adecuado por los funcionarios del Ministerio de Economía presentes en la reunión de PyH.
Lo que estamos demostrando es que hay formas de diseñar y aplicar una política fiscal responsable que tienda al equilibrio y aún al superávit, sin necesidad de políticas de ajuste.
En esa reunión en la Comisión de PyH de la Cámara de Diputados también se convino tratar el proyecto de Presupuesto 2024 luego de que se defina el escenario electoral en el próximo balotaje. Porque tanto el Presupuesto como la Separata que lo acompaña están vinculados a un proyecto de país. Si triunfara la oposición con su modelo contrapuesto, ese proyecto de Presupuesto no les serviría.
Mientras el gobierno continúa gestionando, Unión por la Patria y su candidato a presidente, Sergio Massa, aceleran su estrategia de diálogo con distintos sectores que les permitan la ampliación de su base electoral y la sustentabilidad de su futuro gobierno, en el caso altamente probable de que ganen las elecciones.