Perfil | Opinión
En una actividad en el Instituto Patria, en marzo de 2017, el actual senador Oscar Parrilli afirmó: “Tal como Carlos Heller dice, él no se hizo kirchnerista, él tenía las ideas kirchneristas antes de que Kirchner llegara al Gobierno”.
La afirmación de Parrilli es acertada: muchos de nosotros y nosotras teníamos una serie de ideas, de convicciones y de prácticas políticas, ejercidas durante años de experiencia militante, que Néstor vino a poner en práctica desde el máximo cargo del Gobierno. Esas convicciones, que él no dejaba en las puertas de la Casa Rosada, eran las suyas, pero también las de millones de argentinos y argentinas: entre ellos, mis compañeros y compañeras del movimiento cooperativista (y luego del Partido Solidario que fundamos e integramos) y yo.
El entonces reciente presidente aseguraba que venía a llevar adelante un programa que era similar al que veníamos sosteniendo muchos de nosotros y nosotras desde siempre.
Por eso no nos costó hacernos kirchneristas: ya lo éramos.
Luego de la crisis de 2001 y en el marco de un sistema político que no ofrecía alternativas, Néstor Kirchner, quien había asumido el Gobierno el 25 de Mayo de 2003 con poco más del 22% de los votos, tenía entre sus desafíos regenerar la confianza en una política fuertemente cuestionada.
Varios años después, el 27 de abril de 2012, la presidenta Cristina Fernández durante un acto en el estadio de Vélez Sarsfield, al cumplirse nueve años de la elección tras la cual Néstor Kirchner resultó electo presidente de la Nación, enumeraba algunos de los logros: “¿Quién podía imaginar ese 25 de Mayo del año 2003 cuando él habló frente a la Asamblea Legislativa y se comprometió frente a los argentinos que no iba a dejar sus principios en la puerta de la Casa Rosada? ¿Quién pensó? Ni aún los más allegados, ni aún los más entusiastas que podíamos lograr las cosas que hemos hecho en estos años. ¿Quién pensaba que íbamos a poder desprendernos de ese lastre monstruoso que significaba la deuda? ¿Quién pensó que los asesinos y genocidas que se paseaban libremente por las calles iban a poder ser juzgados por la Constitución, por los jueces de la Constitución y por las leyes de la Constitución?”. Y continuaba enumerando una larga serie de logros de aquel gobierno.
Hubo también en esos años una fuerte apuesta por la transversalidad política. La consigna era “no importa de dónde se viene sino hacia dónde vamos”.
De modo más reciente, este último jueves, durante la masiva manifestación en la Plaza de Mayo por los veinte años de la asunción de Néstor Kirchner a la Presidencia, Cristina desarrolló un discurso de fuerte contenido estratégico.
Allí se refirió a la necesidad de construir organización “porque una sola persona no puede” y que haya “cuadros que tomen la posta y lleven adelante el programa de gobierno que necesita la Argentina”.
También sostuvo que se “necesita imperiosamente tres o cuatro ejes sobre los que desarrollar ese programa” de crecimiento, de industrialización, de innovación tecnológica, distinto al que el FMI impone a todos sus deudores.
Además, definió al préstamo del Fondo como “un préstamo político” y señaló que “política también tiene que ser la solución”.
En otra parte de su discurso afirmó que tenemos que mirar “cómo en otras economías desarrolladas se articula una alianza entre lo público y lo privado. Tenemos recursos estratégicos extraordinarios: Vaca Muerta (…) litio, materiales raros. Debemos tener mirada estratégica, que vengan a explotarlo pero, queremos… no digo que los autos los hagan acá eléctricos, pero, por lo menos hermano, una parte de la batería o la batería entera hacela acá”.
Agregó que “el problema que hoy tenemos, acuciante, es la distribución del ingreso”. “Créanme que para distribuir el ingreso muchas veces hay que ponerle carita fea a los que tienen mucho, y no se trata de confrontar. ¿O por qué se creen que en mi segundo gobierno pudimos llegar al 51%?”, añadió.
También se refirió a la necesidad de la renovación del pacto democrático. Y a volver a darle al país un Poder Judicial “que se ha evaporado entre las tramoyas de una camarilla indigna para la historia de la Argentina”, entre otros importantes temas.
En el discurso de la vicepresidenta, Néstor Kirchner aparece como memoria, pero también como futuro.