Página/12 | Opinión
En junio de 2009, durante el cierre de campaña del Frente para la Victoria de la Ciudad de Buenos Aires en el Luna Park, cuando me postulaba como primer candidato a diputado nacional, Néstor Kirchner afirmaba: “Hace 36 años la Capital Federal afrontaba una elección donde se discutían modelos. Lamentablemente, hace 36 años esa ceguera cultural a veces de ciertos sectores, llevó a que cuando tuvieron que votar fuertemente por la consolidación de un proyecto de liberación de la patria, votaron por Fernando de la Rúa. Espero que aprendan de la memoria y el dolor sufriente del pueblo argentino durante todo este tiempo (…) ¿Cómo puede ser que otra vez los sectores retrógrados de la patria vuelvan a aliarse, tanto aquellos concentrados mediáticamente como económicamente (…) No podemos volver ni por asomo a reconstruir las políticas que nacieron en el 76 y se consolidaron en la década del 90”.
Hace apenas unas semanas, la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, en el Teatro Argentino de La Plata sostenía: “en esta Argentina circular es como que el pasado aparece otra vez acá en el presente. Hoy estamos con una situación en la que figuras e ideas y hechos del pasado parecen querer venir nuevamente a instalarse en el presente para condicionarlo y para además, también, condicionar el futuro. Estamos en ese raro momento en que el pasado se torna presente y, tal vez, frustre el futuro”.
Los dos, con catorce años de diferencia, hacían referencia a lo mismo: a la Argentina donde retornan cíclicamente personajes e ideas que destruyen el país. Ambos alertaban sobre la amenaza de la vuelta del programa de la dictadura, del programa del menemismo, del programa de la Alianza, del programa del macrismo. Un círculo vicioso, donde los que nos llevaron a la destrucción nos quieren conducir nuevamente a la destrucción.
En ese mismo acto de 2009 en el Luna Park, Néstor proponía una salida de ese círculo vicioso: “La derecha siempre marcha junta porque tiene las ideas, el poder económico y el poder mediático y sus propias necesidades claras. ¿Puede ser que la construcción de un campo y un espacio popular en la Argentina sea tan difícil? No es tan difícil.”
También Cristina se refería en La Plata al tema de la unidad: “cuando en Avellaneda les dije a los compañeros y compañeras que sacaran el bastón de mariscal no es para dárselo en la cabeza a otro compañero o compañera sino para poder ayudar a pensar una sociedad, un país diferente y ver cómo podemos contribuir a un futuro mejor”.
Dos momentos históricos y el mismo llamado a la unidad. Como siempre decimos: los problemas entre nosotros son menores, los verdaderos problemas son con los otros.
No hay otro horizonte político que no sea juntarnos, organizarnos y diseñar en conjunto un programa para enfrentar a ese pasado que intenta nuevamente volver. No hay otra salida: unirnos para construir las relaciones de fuerza favorables que nos permitan avanzar en el futuro con mayor velocidad y profundidad.
No nos tiene que juntar el espanto: nos debe unir la responsabilidad y la inteligencia política. Y la convicción de impedir que nuestro pueblo atraviese nuevos años de angustia y de sufrimiento.
Néstor y Cristina no dejaban de alertar sobre el riesgo del retorno neoliberal. Él se tuvo que hacer cargo en 2003 de un país en ruinas tras las experiencias de gobiernos de derecha que destruyeron el sistema previsional, privatizaron las empresas públicas, aumentaron la pobreza y la desocupación y precipitaron el cierre de decenas de miles de pequeñas y medianas empresas, entre otras calamidades. Cristina los enfrentó cuando quisieron neutralizar, entre otras grandes iniciativas, las políticas de distribución y de igualdad, la recuperación de las empresas públicas y el sistema previsional de reparto. En todos esos años hubo que trabajar duro para dejar atrás la Argentina del abismo que nos dejaron.
En estos días, leía declaraciones de un expresidente del Banco Central y asesor en la actualidad de uno de los precandidatos a presidente de Juntos por el Cambio, quien aseguraba que, en un hipotético gobierno de ese espacio, desde el primer día buscarían alcanzar la emisión cero, el déficit fiscal cero y el tipo de cambio unificado. Pero la aplicación de esas tres medidas ocasionaría un desastre. Porque no están diciendo “vamos a crear impuestos extraordinarios a las grandes fortunas, vamos a ir detrás de los grandes evasores y de los contrabandistas”. Afirman otra cosa: afirman que van a bajar impuestos y recortar el gasto y, cuando hablan de recortar el gasto, hablan de recortar esencialmente el gasto social y, dentro de este, el previsional, que es lo que conforma la parte sustancial del gasto público en la Argentina. Cuando ellos dicen emisión cero, están hablando de generar una situación de recesión inmediata y brutal. Cuando hablan de unificar el tipo de cambio hablan de una monumental devaluación que, como la experiencia nos indica, termina produciendo un enorme crecimiento de la pobreza y de la desigualdad.
Es necesario trabajar en un programa común de tal modo que el candidato elegido esté obligado a representarlo. Lo sabemos: más importante que el candidato es el proyecto. Porque el proyecto establece las políticas que deberá impulsar el candidato. Pero, a la vez, el proyecto necesita de un candidato que lo exprese. Cada uno de esos componentes –proyecto y candidato– se requieren de manera mutua.
Seguramente será uno de los ejes a los que se referirá Cristina en esa convocatoria fenomenal a la que vamos a ir todas y todos el 25, para celebrar los 20 años de la asunción a la presidencia de Néstor Kirchner. Tenemos que comprometernos para asegurar un triunfo, porque en eso le va la vida y la felicidad a muchos argentinos y argentinas.
Existen dos modelos: aquel donde conduce el mercado, es decir, los grupos concentrados de la economía que fijan las reglas y asignan los recursos; y el modelo en que el Estado asume la representación de los intereses de la sociedad, pone límites a esos grupos concentrados e interviene para que los beneficios de lo que se produce lleguen al conjunto de la sociedad.
Para que gane nuestro modelo tenemos que estar unidos, tenemos que trabajar con amplitud y tenemos que reventar la Plaza de Mayo el próximo 25 para dotar de movilización popular al programa que estamos construyendo.