Ámbito Financiero | Opinión
No caben dudas de que uno de los principales condicionantes de la economía argentina está dado por la escasez de divisas. A las limitaciones estructurales del sector productivo y al endeudamiento externo en dólares heredado de la gestión anterior —renegociado por la actual—, este año se suma el agravamiento de las condiciones climáticas que afecta al sector agrícola, aunque las lluvias de los últimos días han traído algunos signos alentadores.
A sabiendas de todo lo anterior, el Gobierno no se ha quedado de brazos cruzados y durante su gestión inició —o reactivó— varios proyectos que van más allá de la coyuntura y que buscan, entre otros objetivos, reducir el desbalance de divisas.
Uno de los frentes más significativos es el energético, cuyas necesidades de importación se tradujeron el año pasado en un déficit de U$S 5.000 millones.
En ese sentido, la obra en proceso del Gasoducto Presidente Néstor Kirchner permitirá transportar los recursos gasíferos generados en el yacimiento de Vaca Muerta a los centros más importantes de consumo del país y reducir las importaciones de los mismos. En noviembre del año pasado, el Gobierno nacional reanudó esta iniciativa, que estuvo prácticamente paralizada durante el gobierno de Macri, y en junio próximo se inaugurará el primer tramo que permitirá, según señaló el ministro de Economía, Sergio Massa, “ahorrar entre U$S 1.300 y U$S 2.200 millones en importaciones”.
Cabe recordar que las obras de esta primera etapa fueron financiadas en gran parte a través de los fondos obtenidos por el Aporte Solidario y Extraordinario a las grandes fortunas, a lo que se sumaron partidas asignadas por el Poder Ejecutivo. Nada de esto hubiera sido posible si hubiera prevalecido la lógica neoliberal del Estado ausente.
Este tipo de iniciativas adquiere mayor importancia si se tiene en cuenta que Vaca Muerta constituye el segundo reservorio de gas no convencional del mundo. Una riqueza que potencialmente podría convertir a la Argentina en autosuficiente en ese recurso y también exportarlo.
Por su parte, el Plan Nacional de Inversiones Públicas contenido en el Presupuesto 2023 proyecta un crecimiento significativo con respecto a 2022 de los gastos de capital en el sector energético. Se destinarán principalmente al Gasoducto Presidente Néstor Kirchner, a las represas Kirchner-Cepernic (su construcción se reactivó el año pasado ya que había sido interrumpida durante la gestión de Macri) y a la finalización del Gasoducto del Noreste Argentino.
Hoy la producción de petróleo se encuentra en plena expansión, habiendo superado en diciembre de 2022 los 622.500 barriles diarios, de acuerdo a lo que informó la Secretaría de Energía. Gran parte se debió al incremento del recurso no convencional, cuya participación en la producción total viene aumentando año a año, pasando del 39% en diciembre de 2021 a más del 46% en el mismo mes de 2022.
También es interesante destacar que hace unos meses YPF encabezó el primer proyecto de exploración de litio efectuado por una empresa estatal. Un mineral estratégico y cuyo mayor reservorio (más del 60% mundial) se encuentra en el denominado “triángulo del litio”, que comparten Argentina, Bolivia y Chile.
En este marco, el cuidado de nuestra energía no es un tema menor, más aún si se tienen en cuenta algunos comentarios, entre ellos los de Laura Richardson, jefa del Comando Sur de Estados Unidos, que ratifican el interés de las grandes potencias en nuestros abundantes recursos naturales.
La presencia del Estado es fundamental para proteger estos recursos estratégicos y garantizar que sean utilizados en beneficio de los/las ciudadanos/as argentinos/as. La continuidad en las políticas es otro aspecto clave, de forma tal de seguir cosechando los frutos de semejante esfuerzo e ir revirtiendo así los condicionamientos estructurales que enfrenta nuestro país.