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Al cumplirse tres años de su asunción como mandatario de la República, Alberto Fernández aseguró en un acto en el Parque Colón, cerca de la Casa de Gobierno, que se pondrá «al frente para que en diciembre del 2023, el presidente o la presidenta que asuma sea uno o una de nosotros».
«No voy a permitir que otra vez los que han entregado el país, lo han puesto de rodillas, vuelvan a querer hacerse cargo de la Argentina que solo le sirve a pocos», agregó.
Es decir: el Presidente se refirió a que lo más importante es volver a ganar las elecciones el año que viene para impedir que regresen a la Casa Rosada los que gobernaron entre 2015 y 2019 y dejaron un país en ruinas. Si en 2019 era imprescindible que no continuaran, en el 2023 es indispensable que no retornen.
En ese escenario, el Frente de Todos no ha encontrado aún un modelo político organizativo a través del cual procesar y debatir sus matices y consensuar acciones en común. Es el gran déficit de la coalición de gobierno y hay que encontrar prontamente una solución para ello. De todos modos, las diferencias entre nosotros son siempre menores comparadas con las diferencias que tenemos con los otros.
Por eso, en 2023 nuestros matices no deben imponerse a nuestra responsabilidad histórica de impedir un nuevo periodo de destrucción del país con la aplicación de políticas neoliberales.
Es cierto: tenemos dificultades. Sin embargo, en estos tres años no es poco lo que se ha avanzado. Pese al escenario global adverso de la pandemia y de la guerra, se logró en parte revertir la situación heredada de la gestión anterior.
Durante el periodo de proliferación del virus la economía se derrumbó en todo el mundo y en nuestro país el retroceso del PBI fue del 9%. Pero en 2021 crecimos 10,3%, durante 2022 estaremos en torno al 5% y el año que viene, según las estimaciones actuales, vamos a crecer alrededor de un 3%. Además, según información oficial, se crearon 1 millón y medio de puestos de trabajo, de ellos 500 mil empleos son registrados.
El país tiene hoy el mayor uso de la capacidad instalada de los últimos seis años, el récord de inversiones durante el primer semestre y el récord de exportaciones e importaciones de insumos vinculados a la producción.
Por supuesto, hay un montón de insuficiencias y dificultades.
Por ejemplo, hay más empleo pero un sector de los trabajadores y las trabajadoras tienen salarios bajos. Son los que no están contemplados por las paritarias. Los otros, los que sí están alcanzados, han logrado mantener el valor de sus ingresos.
Si ello no fuera de este modo no sería explicable el mantenimiento de niveles sostenibles de consumo en supermercados, hipermercados y otros comercios.
El que motoriza este volumen de compras es, entre otros, ese sector con ingresos que no se ha atrasado respecto de la inflación, en líneas generales. Pero los trabajadores y las trabajadoras informales no han tenido la misma suerte: ellos han perdido poder adquisitivo ante el aumento constante de los precios.
De allí que uno de los grandes problemas que le falta resolver a la Argentina es el de la informalidad. Esta no sólo afecta la calidad del empleo: también contribuye a reducir los ingresos fiscales.
Pero hay un problema mayor: es la inflación. No hay ninguna política económica que pueda ser exitosa con estos niveles de suba de precios.
De allí las expectativas de que el plan que el Gobierno ha diseñado, y que está reflejado en el Presupuesto 2023 que hemos aprobado, logre ir generando una escalera descendente de los niveles inflacionarios hasta llegar a cifras que hagan viable un proyecto de crecimiento con distribución e inclusión.
Cuando la inflación sube de modo sostenible, las recomposiciones salariales paritarias corren desde atrás. Pero si la inflación va descendiendo esas recomposiciones salariales pueden producir una mejora real del poder adquisitivo de los salarios.
Si bien, como estamos diciendo, el incremento permanente de los precios es preocupante, los últimos datos han mostrado una tendencia a la baja respecto del valor pico de julio del 7,4%: el IPC Nacional de noviembre, publicado el jueves pasado por el INDEC, fue del 4,9%, bastante por debajo del 6,3 registrado en octubre.
Mientras, el Gobierno continúa avanzando con diversas medidas. En materia de formación de precios, se llegó a un acuerdo con las principales proveedoras de insumos industriales (vidrio, papel, aluminio, químicos, entre otros), que se destinan a la producción de alimentos y bienes de consumo masivo. Según lo acordado, esas empresas no podrán modificar sus precios por encima del 3,9% mensual en promedio, hasta marzo de 2023.
En la semana también se alcanzó un acuerdo con los principales fabricantes de zapatillas, por el que se establece una rebaja de hasta un 20% de los precios (15% en promedio) de las marcas y modelos de mayor rotación en el mercado, que se espera impacte en las fiestas. Además se prevé un sendero de precios de hasta el 3% para los meses de enero, febrero, marzo y abril.
Por otro lado, el Gobierno acaba de cerrar un acuerdo con los laboratorios para fijar un tope de aumento de precios para los medicamentos de venta bajo receta de 3,8% mensual, que regirá desde diciembre hasta fin de marzo de 2023 y abarca a cerca de 40.000 productos.
Con relación a los ingresos, se oficializó un bono de fin de año de $24.000 para los trabajadores registrados que cobren hasta tres salarios mínimos y de $13.500 para los beneficiarios del plan Potenciar Trabajo.
Estas iniciativas, aunque insuficientes, apuntan a cuidar el poder adquisitivo de los argentinos y las argentinas junto a una serie de otras políticas que, en conjunto, intentan desplegar un modelo de crecimiento con distribución e inclusión.