Página/12 | Opinión
En la semana, los distintos bloques de Diputados delinearon el cronograma de tratamiento del proyecto de Ley de Presupuesto 2023. El debate comenzará en los próximos días en la comisión de Presupuesto y Hacienda, con la presentación que brindarán el ministro de Economía, Sergio Massa, y funcionarios de distintas áreas del gobierno.
La discusión sobre el Presupuesto es de suma trascendencia para el país. Allí está contenida la mayoría de los temas que marcan el pulso de la vida cotidiana de los argentinos y las argentinas. En todo Presupuesto se conjugan las diferentes miradas en torno al rol del Estado y al modelo de país y principalmente se refleja el proyecto del gobierno que lo presenta.
En el mensaje de este Presupuesto 2023 se plantea “propender a la estabilidad macroeconómica”, conjuntamente con la recomposición del “poder adquisitivo de los ingresos” y el “fortalecimiento del mercado interno».
También se propone “profundizar la política industrial y científico-tecnológica para estimular la inversión privada, generar más y mejor empleo y fortalecer el sector externo, por la vía del aumento de las exportaciones de bienes y servicios”. El Estado seguirá teniendo un “rol protagónico” en todo este proceso.
Se estipula un objetivo de déficit primario del 1,9 por ciento del PIB en 2023, por debajo del 2,5 por ciento estimado para 2022, y en línea con lo acordado con el FMI. La mejora se basará en un incremento proyectado de los ingresos del 77,8 por ciento, mientras que el gasto (corriente y de capital) subirá algo menos (71,2 por ciento). Lo importante es que este sendero se conseguirá de forma virtuosa, con ambos rubros creciendo por encima de la inflación (estimada en el 60 por ciento). Cabe destacar, por ejemplo, que las Prestaciones de Seguridad Social aumentarán un 81 por ciento.
Para que sea posible contar con mayores ingresos es vital la lucha contra la evasión y sobre todo que la economía mantenga su dinamismo, que se proyecta con un crecimiento del PIB del 2 por ciento. Ello significaría el tercer año consecutivo de aumento de la actividad, algo que no se debe despreciar considerando el contexto internacional y las limitaciones que heredó este gobierno.
Como parte de las primeras reacciones, desde el principal espacio opositor se escuchó decir que el Gobierno no tiene un “plan de estabilización” para reducir la inflación. Con ello vuelven a negar el origen verdadero de la inflación, que es la especulación y la puja distributiva.
En la sesión donde brindó su informe el jefe de Gabinete de Ministros, Juan Manzur, señalé que la oposición dice que quiere achicar el déficit fiscal y a la vez bajar impuestos. También pide que el Banco Central no emita dinero y, si le sumamos las limitaciones para tomar deuda, se plantea una ecuación compleja para que el Estado se financie. En medio de este razonamiento, un diputado opositor dio su respuesta a esta ecuación: que faltaba la pata del ajuste del gasto. Todo un reconocimiento de la manera en que pretenden equilibrar las cuentas.
Respecto de dónde recortar, habitualmente se trata de instalar la idea de que el problema son los gastos “de la política”. Sin embargo, los gastos del Poder Legislativo son el 0,46 por ciento del gasto total, aunque constituyen una parte esencial para el funcionamiento de las instituciones de la democracia.
Por eso, cuando se habla de ajuste en el gasto, necesariamente se está pensando (aunque no lo dicen) de recortar los rubros más explicativos del gasto, en concreto el de los servicios sociales, (donde se encuentran las jubilaciones y pensiones, así como otros rubros trascendentes como la educación, la salud y la asistencia social) que explican el 71.6% del total de gastos primarios.
Vuelvo a repetir algo que siempre sostengo: que no soy “simpatizante del déficit”, sino enemigo del ajuste para tratar de resolver los problemas: esta receta sólo genera recesión, caída del empleo y menor recaudación. Así se termina configurando un círculo vicioso que ya sufrimos con las distintas experiencias neoliberales. El camino a seguir es el del crecimiento con inclusión, sin ajuste, y eso es lo que contempla el proyecto de Ley de Presupuesto 2023 presentado por el Gobierno.