Página/12 | Opinión
El viernes se presentó en la Cámara de Diputados de la Nación el proyecto de ley sobre la refinanciación de la deuda contraída por el gobierno de Mauricio Macri con el Fondo Monetario Internacional. Es la primera vez que un entendimiento con el organismo internacional será debatido en el Parlamento y con el aporte de diversos actores políticos, económicos y sociales.
La historia es una testigo incuestionable: todos los acuerdos con el FMI en la Argentina han sido contrarios al interés nacional.
Pero, en esta oportunidad, el gobierno no ha buscado alcanzar un acuerdo con el Fondo. Simplemente porque hay uno previo que está vigente, el que firmó el ex presidente Macri. Lo que la actual gestión ha hecho todo este tiempo es negociar, en las mejores condiciones posibles, la refinanciación de ese acuerdo anterior que es imposible de cumplir.
Tomar un crédito con el FMI nunca ha sido un buen camino para la Argentina. Lo demuestra la situación que estamos atravesando. Pero ante un acuerdo como el heredado con el organismo internacional, el gobierno no tuvo otra alternativa que hacerse cargo de una difícil negociación para transformar el abismo en un camino por donde transitar. La Argentina estaba ante el infierno y no hay razones para suponer que sea fácil salir de ese lugar.
Juntos por el Cambio tenía, previo a las elecciones de 2019, un plan por si ganaba y otro por si perdía. Si sucedía esto último, la estrategia consistía en dejar lo más condicionado posible a quien resultara triunfador en los comicios. Por eso, el gobierno actual se encontró con un escenario dominado por restricciones muy severas, entre ellas un nivel de endeudamiento enorme. A pesar de ello, logró avanzar en la negociación con el organismo multilateral de crédito sin comprometerse a realizar ajustes estructurales, reformas laborales o previsionales, privatizaciones u otras políticas regresivas que integraron el menú histórico de la ortodoxia del Fondo.
Por el contrario, el acuerdo hace referencia a un programa de crecimiento inclusivo. En una línea similar, un equipo del FMI, encabezado por Julie Kozack, Directora Adjunta del Departamento del Hemisferio Occidental, y Luis Cubeddu, Jefe de Misión para Argentina, ha expresado en un comunicado: “Igualmente importante será el énfasis del programa en mejorar de manera creíble las finanzas públicas. Esto se basará en un conjunto equilibrado de políticas de ingresos, con énfasis en la progresividad, la eficiencia y el cumplimiento tributario”.
No hay memoria de que el FMI haya utilizado en otras oportunidades, por lo menos de modo tan destacado, el concepto de progresividad. Es la palabra clave con la que nosotros nos referimos a los temas impositivos: contiene la idea de que paguen más impuestos los que más tienen y menos los que menos tienen.
El mismo organismo ha incorporado la palaba multicausalidad para describir el origen de la inflación y, de ese modo, no reducir esta última a un fenómeno exclusivamente monetario.
¿El Fondo se volvió bueno? No, lo que ha sucedido es que la Argentina ha negociado con mucha firmeza. Macri arregló un préstamo en cinco minutos. Pero se trataba de un crédito imposible de pagar. El actual gobierno, en cambio, tardó mucho más pero lo que obtuvo fue un acuerdo que no limita el desarrollo nacional, ni impone ajustes ni entrega de la soberanía.
Tal como sucede en casi todos los órdenes de la vida, el tiempo es un factor determinante. Para el caso de la deuda con el FMI, estamos dejando atrás un crédito que debíamos pagar mayoritariamente durante este año y el año que viene, para avanzar con una refinanciación que le permite a la Argentina comenzar a desembolsar los primeros pagos recién en el segundo semestre de 2026.
Este periodo de gracia genera una enorme oportunidad para seguir llevando adelante políticas públicas de crecimiento con distribución e inclusión social y consolidar, para dentro de cuatro años y medio, cuando hay que realizar los primeros pagos, un país más saneado, más fortalecido y con un producto bruto en expansión.
En ese sentido, el acuerdo establece una perspectiva de crecimiento sostenido durante los próximos cuatro años. El punto de partida es el 10,3 por ciento de 2021, con los efectos de la recuperación pospandemia. La proyección continúa con 3,5 a 4,5 por ciento para 2022; 2,5 a 3,5 por ciento durante 2023; y 2,5 a 3 por ciento para 2024. Hay que retroceder a los tiempos de Néstor y Cristina para encontrar un ciclo de expansión del PBI de cuatro años seguidos. Además estamos hablando de una estimación: recordemos que para 2021 el Fondo pronosticaba un crecimiento de la economía argentina de sólo un 4,5 por ciento y, como ya dijimos, fue de un 10,3.
Por otra parte, si el Congreso de la Nación y el directorio del FMI aprueban el programa, ese día o al día siguiente ingresarían en la Argentina 7.000 millones de Derechos Especiales de Giro que al tipo de cambio entre el DEG y el dólar corresponden a 9.800 millones de dólares. Luego de los pagos al Fondo, en marzo y en abril, de la amortización de capital de la deuda que tomó el gobierno anterior, le quedaría a la Argentina un saldo a favor de alrededor de 6.200 millones de dólares que pasarían a incrementar nuestras reservas.
En tanto, Juntos por el Cambio ha intentado minimizar su responsabilidad por la enorme deuda contraída y la crisis que generaron sus políticas. Sin embargo, fue el propio FMI, en la evaluación post programa del Stand-By 2018, quien ha señalado la situación crítica a la que fue llevado el país por el gobierno anterior: “ni la confianza, ni el acceso a los mercados fueron restablecidos; el producto se contrajo fuertemente, y la inflación aumentó; el empleo cayó y la pobreza aumentó; el tipo de cambio se depreció, la ausencia de medidas para manejar los flujos de capitales, los desembolsos de facto financiaron una salida de capitales de magnitudes históricas, la deuda aumentó como porcentaje del PIB, y la situación se agravó por la no reestructuración de la deuda”.
A partir de este lunes, comienza el intercambio de información en la Cámara de Diputados sobre el proyecto de refinanciación de la deuda con el FMI. Concurrirá una amplia representación del Poder Ejecutivo y de quienes han llevado adelante las negociaciones, para que los diputados y diputadas se informen. El martes estarán presentes organizaciones empresarias, gremiales y sociales, entre otros sectores.
La Argentina ha comenzado a transitar un camino que la aleja del abismo. Estamos ante una nueva oportunidad.