Tiempo Argentino | Opinión
La situación que se arrastra como consecuencia de las dos pandemias es compleja, y el Estado debe salir rápidamente a dar respuestas, profundizando lo que se hizo bien y mejorando aquello que se hizo de manera insuficiente.
Las medidas que se van anunciando y las que están por venir dan cuenta de que el rumbo es el mismo. El Frente de Todos es una coalición donde hay acuerdos básicos sobre los temas de fondo aunque luego pueden existir diferencias sobre formas, intensidades, etc. Las tensiones son normales cuando hay un resultado adverso. No se le está echando la culpa al electorado, como recalcó el Presidente, sino viendo qué pasó y qué hay que modificar o cambiar.
Resultó importante debatir de cara a la sociedad; dejar en claro qué se discute, y dónde están los matices. Con acuerdo en cuanto al rumbo, es un signo de fortaleza del espacio. Poder hacerlo a la vista de toda la ciudadanía es un mérito, y no deberíamos sentirnos mal cuando se expresan los matices. Es lo contrario a gobernar de espaldas a la gente. En otros tiempos, no muy lejanos, se definía el futuro de los argentinos y las argentinas “entre gallos y medianoche”, y la ciudadanía se despertaba enterándose que se acababa de firmar un “crédito tóxico e irresponsable” con el Fondo Monetario Internacional, tal cual lo definió el pasado martes el presidente Alberto Fernández en su discurso ante la 76ª Asamblea General Ordinaria de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
En su disertación, el Presidente señaló que en gran parte esos recursos “han sido fugados del país por una apertura irresponsable de la cuenta de capital”. Definió la situación como “deudicidio”, y enfatizó que “resulta clave rescatar los principios de sostenibilidad de la deuda que se han debatido y acordado en Naciones Unidas (…). Proponemos también que la calificación de riesgo crediticio de los países, hoy en manos de pocas agencias privadas, sea parte de la agenda de la reforma de la arquitectura financiera internacional”.
Respecto del funcionamiento del sistema financiero mundial, un dato a tener en cuenta, y que mencionó el Presidente, es que la región destina alrededor de un 57% de sus exportaciones para pagar los servicios de la deuda externa. Un problema de magnitudes que perpetúa la pobreza y la dependencia de los países de América Latina y el Caribe.
Siguiendo esta línea, son más que valiosas las palabras de António Guterres, Secretario General de Naciones Unidas, dando apertura y marco a la citada Asamblea: “Estoy aquí para hacer sonar la alarma (…). Nuestro mundo nunca ha estado más amenazado. O más dividido. Nos enfrentamos a la mayor cascada de crisis de nuestra vida. La pandemia del COVID-19 ha sobredimensionado las flagrantes desigualdades. La crisis climática está golpeando el planeta (…). Un aumento de la desconfianza y la desinformación está polarizando a la gente y paralizando las sociedades. Los derechos humanos están bajo fuego. La ciencia está siendo atacada. Y los salvavidas económicos para los más vulnerables llegan demasiado poco y demasiado tarde… si es que llegan. La solidaridad está ausente, justo cuando más la necesitamos”.
Respuesta rápida
El gobierno ha venido demostrando una capacidad de respuesta muy rápida. En la semana se reunió el Consejo del Salario, donde participan representantes de los trabajadores, empleadores, el Estado Nacional y los gobiernos provinciales, y se estableció un nuevo aumento del Salario Mínimo, Vital y Móvil (SMVM). A partir de septiembre habrá una suba del 9%, más un 4% en octubre y un 3% en febrero, acumulando un aumento del 52,7% entre marzo de 2021 y marzo de 2022. Según se informó, el salario mínimo se incrementará más de 10 puntos porcentuales en términos reales durante el corriente año. La medida alcanza a cerca de 1.100.000 trabajadores, trabajadoras y personas beneficiarias de programas sociales como Potenciar Trabajo y Acompañar, este último del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad.
Por otro lado, el miércoles se anunció el aumento del piso de ingresos a partir del cual se paga el Impuesto a las Ganancias de la cuarta categoría, que pasará de los actuales $150 mil a $175 mil. Con la actualización, que empezará a regir para los salarios de septiembre, se sigue el espíritu de la ley que se aprobó en abril, y por la cual se exime del pago a aproximadamente el 90% de los/as trabajadores/as en relación de dependencia. A su vez, se definió que el mínimo no imponible del impuesto, todas las deducciones y las escalas del impuesto volverán a actualizarse a partir del 1 de enero de 2022, siguiendo la evolución de los salarios. El sentido de la medida es fortalecer el poder adquisitivo de los hogares y seguir consolidando el mercado interno.
Como era de prever, casi a coro, desde el aparato mediático se salió a decir que “en clave electoral, el gobierno aumenta el piso de Ganancias”. Pero hay que recordar que estas facultades se incluyeron en la ley que se aprobó meses atrás. No se hizo por un tema electoral, estaba planeado desde antes.
Creo que en los meses que vienen va a haber un crecimiento importante de la actividad en todos los rubros y a todo eso hay que acompañarlo. Sobre las medidas, cada vez es más evidente la existencia de distintos tiempos de recuperación económica a nivel de los sectores. La industria manufacturera ya está con niveles de actividad superiores a los del final de la pandemia macrista y hay un camino de recuperación del empleo que se está empezando a sentir. Más personas empleadas en el sector implican un aumento de los ingresos y del consumo, parte central de la tarea para que la rueda virtuosa empiece a girar con más fuerza.
Hay otra gran cantidad de sectores (hotelería, recreación, espectáculos, cultura, transporte, y muchos otros servicios) que se irán recuperando de ahora en más, a la luz de los resultados que se están dando en materia sanitaria, apoyados en la gran campaña de vacunación.
El INDEC acaba de informar que la desocupación del segundo trimestre (9,6%) perforó el piso del 10%, y ya está por debajo de idéntico trimestre de 2019 (10,6%), plena pandemia macrista. Sigue siendo un valor alto, pero no deja de ser una mejora que habrá que intensificar.
Las dos pandemias han pegado fuerte en la gente. Son cuestiones que hay que resolver, porque van más allá de la elección que viene; es por el mandato que la ciudadanía le dio a este gobierno en 2019, en las elecciones presidenciales pasadas. Se está retomando lo que se había empezado a hacer en los primeros 99 días de gobierno, ya que a poco de comenzar se tuvo que recalcular y dirigir todos los esfuerzos a morigerar los efectos de la pandemia sanitaria.
¿Se pudo haber hecho algo más rápido? Seguramente. Lo que no podemos olvidar es el punto de partida. Ningún gobierno del mundo estaba preparado para enfrentar una situación inédita como fue la pandemia. Ni que hablar si el país en cuestión venía arrastrando “nueve emergencias”. Por eso la oposición dice que hay que mirar para adelante (aunque no dice qué haría). Quiere que se deje de hablar de lo que se hizo en sus cuatro años de gestión.
La discusión de fondo tiene que ver con la existencia de dos visiones antagónicas acerca del modelo de país que se quiere construir, y no cabe duda de que hay que seguir consolidando la recuperación para todas y todos con las políticas que se están aplicando.