Tiempo Argentino | Opinión
Los intercambios y debates recientes en el seno de la coalición gobernante surgen a partir de un resultado electoral no esperado, y lo que se discute es por qué sucedió y qué hay que hacer para revertirlo. Los números de las primarias mostraron de forma clara que existe una situación de insatisfacción de la ciudadanía en torno a la realidad que se atraviesa, por varios motivos, producto de los graves problemas que han generado las dos pandemias y eso es lo que hay que resolver.
Quienes la integramos, queremos que a esta coalición le vaya bien, porque de lo contrario le va a ir mal al pueblo argentino. Hay una cuestión de intensidades, pero no de miradas acerca del rumbo que sigue siendo coincidente.
El Frente de Todos nació a la luz de la necesidad de terminar con un proceso funesto para la Argentina y para quienes vivimos en ella, que fue el ciclo de los cuatro años de la gestión de Cambiemos. Y es esperable que el gabinete de una coalición pueda tener matices sobre algunas cuestiones. Es natural que dentro de un espacio diverso haya diferencias de opiniones y esa es tal vez la principal fortaleza de este tipo de espacios. No hay que dejar que un hecho adverso, como el resultado de las PASO (que hay que insistir, es sólo un antecedente para las elecciones de noviembre), se transforme en debilidad.
Una cuestión a tener en cuenta es que el domingo fue a votar poco más del 66% del padrón, un número bajo comparado con elecciones anteriores. Seguramente, además del enojo, una cantidad importante de personas decidió no sufragar por temor de contagiarse o por minimizar la importancia de las PASO. Más allá de las explicaciones, representa un número significativo que habrá que considerar de cara al momento que verdaderamente importa: las generales de noviembre. Hay dos meses para remontar un escenario adverso pero muy dinámico. Mientras tanto, se va saliendo de la pandemia y la economía se sigue fortaleciendo. Por otra parte, un dato que preocupa es el crecimiento de la derecha extrema en la ciudad de Buenos Aires y la obtención de más de 13% de votos por parte de un candidato que, entre otras cosas, ha declarado su intención de incendiar el Banco Central.
Cabe destacar que durante toda esta campaña Juntos por el Cambio se negó obstinadamente (y lo sigue haciendo) a discutir el pasado y decía “miremos para adelante”. En 2018, al momento de tomar el préstamo con el FMI, señalé que la intención del anterior gobierno era, si no conseguían la reelección, condicionar al que viniera. Lamentablemente no me equivoqué. Siguen con esa convicción. El descontento no debe llevar a que se fortalezcan quienes siempre han gobernado de espaldas a la ciudadanía. Por eso hay que tomar nota del reclamo y avanzar con más fuerza para solucionar las causas reales del mismo: la pobreza, el desempleo, la caída del salario real.
En la semana se conocieron datos alentadores. La inflación minorista de agosto fue del 2,5%, y se viene desacelerando tras el máximo de 4,8% de marzo. Alimentos y bebidas no alcohólicas creció el 1,5%, mientras que Vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles lo hizo un 1,1%. Los rubros principales que tienen que ver con las necesidades básicas de la población estuvieron por debajo del índice promedio de inflación del mes. Por otro lado, la utilización de capacidad instalada en la industria arrojó un 64,1%: hay que ir hasta octubre de 2018 para encontrar un valor superior, lo que indica el importante repunte que está logrando la industria manufacturera.
El Presupuesto 2022 fue presentado en tiempo y forma en el Congreso. Ya tendremos tiempo de analizarlo más en extenso en próximas columnas, pero puede mencionarse que desde el Poder Ejecutivo se indicó que “la recuperación del poder adquisitivo de las y los trabajadores es una prioridad del plan de Gobierno” y que “la obra pública y la inversión social siguen siendo el motor de la reactivación que se viene transitando”.
En el mensaje del Presupuesto 2022 se especula con qué ocurriría si en dicho año hubiera que desembolsar los U$S 19 mil millones que se comprometió a pagar el gobierno de Mauricio Macri (y agrego, es sólo ese monto eventual gracias al haber evitado un pago de más de U$S 10 mil millones de deuda privada en dólares debido al exitoso canje realizado por este gobierno). Según uno de los escenarios, habría que “eliminar la AUH, AUE, Potenciar trabajo y Progresar y todas las políticas alimentarias incluyendo la Tarjeta alimentar; no comprar ninguna vacuna, eliminar transferencias a las provincias y eliminar todas las que se hacen a las universidades”. Es por eso que en la introducción se dice que no está previsto hacer pagos al FMI el próximo año.
Los números esenciales que figuran en el proyecto establecen aumentos en términos reales de las partidas más sensibles e indican que los grandes lineamientos no se han modificado. Se podrán discutir ritmos e intensidades, lo que siempre se termina realizando en el Congreso, pero es claro que el Presupuesto es el Plan del Gobierno, y es esencial que el Parlamento le otorgue esta herramienta a la administración nacional.
Resumiendo. Los resultados de las PASO distaron de ser los esperados. Pero, vuelvo a repetir, el Frente de Todos en su momento se constituyó con el objetivo de que no siguiera adelante la gestión de Cambiemos. Lo que no hay que perder de vista es que está más vigente que nunca la existencia de dos modelos de país antagónicos. Por eso resulta imprescindible no alejarse del objetivo de fondo: que la gente esté mejor. Hay que sostener la coalición y tratar de fortalecerla. El compromiso no acaba con un resultado electoral que no es favorable.
La obligación de quienes conducen es hacer un buen inventario y a la vez conducir. Los cambios en el gabinete conocidos el viernes pasado van en ese sentido. Los nuevos funcionarios ocuparon cargos de importancia en los gobiernos de Néstor Kirchner o de Cristina Fernández de Kirchner, Podemos decir que la citada conformación es una garantía de continuidad del proyecto iniciado en diciembre de 2019 y refuerza la consistencia de la coalición gobernante.
Quedan dos meses por delante y hay que salir rápidamente a profundizar lo que se hizo bien, a modificar aquello que se hizo de manera insuficiente, y a convencer de que los problemas no se resuelven con políticas neoliberales nefastas, que siempre estuvieron en contra de los intereses de las mayorías y que aplicadas entre 2016 y 2019 son las que en gran medida condicionan nuestro presente.
Si el gobierno se debilita, las posibilidades de avanzar en la dirección buscada se vuelven más lejanas. La oposición quiere un gobierno sin capacidad de gestión (e intentará desgastarlo en los próximos dos años) para volver a hacer todo lo que su dogma, su ideología y sus intereses los impulsan a hacer cada vez que llegan a la Casa Rosada. No sería nada bueno que los/as responsables de haber dejado al país en una situación de “nueve emergencias” proclamen que tienen el apoyo de la población para volver a hacer lo que ya hicieron.
La oposición quiere hacer creer que quienes votaron a este gobierno y ahora están insatisfechos con la gestión reclaman un cambio de rumbo para que vayamos a una política liberal, para que se vuelva al Estado canchero. Pero lo que se reclama, estoy convencido, es una mayor profundización de las políticas y que éstas lleguen más a la gente. Por eso es necesario tener un acuerdo básico de hacia dónde ir, y ese acuerdo básico es la discusión del Presupuesto 2022 y, en lo inmediato, cómo se ejecuta lo que falta del Presupuesto de este año.