Página/12 | Opinión
Hay un mundo donde el interés de una minoría se impone al de las mayorías. Es un mundo de ricos muy ricos y de pobres muy pobres. Pero hay otro: aquel donde el interés de las mayorías intenta imponerse al de la minoría. Por eso, hay dos proyectos en disputa: uno, entre otras cuestiones, conduce a la concentración de la riqueza,el otro a su distribución. En los sistemas políticos de cada país hay fuerzas que expresan una posición y otras que expresan la contraria.
La lógica estructural de la economía global tiende hacia la concentración y, por lo tanto, son imprescindibles las políticas públicas contracíclicas y distributivas.
La pandemia, por ejemplo, no sólo ha contribuido al crecimiento de la pobreza en el mundo: también ha incidido en el aumento de la concentración de la riqueza. Hay más pobres y hay más ricos: lo que pierden unos lo acumulan los otros. En economía nada se pierde, sólo cambia de manos.
Según la revista Forbes, la lista de los más ricos del mundo este año es de 2.755 integrantes, 660 más que el año pasado. En total acumulan 13,1 billones de dólares. En la lista de 2020 poseían 8 billones. Es decir: hubo un aumento en un año de unos 5 billones de dólares en las fortunas de estas personas.
El director regional para América Latina y el Caribe del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Luis Felipe López-Calva, difundió recientemente un informe referido al incremento de las fortunas de los milmillonarios latinoamericanos: éstas,según el documento cuyos principales datos fueron reproducidos por este diario, aumentaron un 70% durante 2020.
Una de las conclusiones a las que llega el informe del PNUD es que “gravar a los más ricos podría proporcionar algunos de los recursos necesarios para promover ganancias sociales y económicas generalizadas”. Esuna línea similar a la que, desde distintos sectores, propone establecer un impuesto global a las multinacionales, entre otras iniciativas orientadas a intervenir sobre esa enormeacumulación de la riqueza. Hay otras medidas que ni siquiera requieren de cambios tributarios: la inmensa evasión y elusión de las corporaciones y de las grandes plataformas tecnológicas, sus prácticas de subfacturación y de facturación desde territorios con mínimos gravámenes, demandan acuerdos básicos entre los países para regular esos comportamientos.
A nivel local, una serie de iniciativas parlamentarias, impulsadas en el último año, expresaron esas políticas distributivas y contracíclicas: la aprobación de la ley de modificación del Impuesto a las Ganancias de las personas humanas por la que los trabajadores registrados que perciben menos de 150.000 pesos y los jubilados que cobran hasta ocho haberes mínimos quedaron eximidos de pagar ese tributo; la modificación del Impuesto a las Ganancias de sociedades, cuyo objetivo fue aliviar la carga impositiva a las pequeñas y medianas empresas; la sanción al Programa de Fortalecimiento y Alivio Fiscal para Pequeños Contribuyentes; y el Aporte Solidario y Extraordinario a las grandes fortunas, entre otras políticas.
En estas medidas se sobrepuso el interés de las mayorías al de las minorías. Pero también sucede lo contrario: por ejemplo,cuando algunos especuladores financieros generan expectativas devaluatorias. ¿Por qué lo hacen? Porque con ellas ganan mucho dinero. En esas potenciales crisis cambiarias, la mayoría de la población se perjudica pero hay una minoría que se beneficia.
Durante la semana que pasó un aspirante a candidato opositor afirmó que el tipo de cambio podía llegar a 400 pesos luego de las elecciones. Una gran irresponsabilidad. No hay ningún dato que les brinde a estos fabricantes de expectativas un solo punto de apoyo para sostener ese pronóstico.
Las compras de dólares por el Banco Central, por ejemplo, alcanzaron su mayor nivel en una década durante julio. En lo que va del año la institución monetaria adquirió cerca de 7.500 millones de dólares. En simultáneo, las reservas subieron a más de 43.000 millones de dólares y el superávit comercial del semestre, la diferencia entre lo que se exporta y lo que se importa, fue de 6.740millones de dólares.También el Tesoro está consiguiendo financiación excedente en pesos para cubrir sus obligaciones.
En esta perspectiva, la Administradora Federal de Ingresos Públicos, Mercedes Marcó del Pont, afirmó que “el Banco Central, a partir de las políticas de regulación cambiaria, tiene absoluta espalda para asegurar la estabilidad cambiaria, no hay posibilidad de un cimbronazo antes o después de las elecciones”.
Por supuesto: que no haya ninguna razón que justifique una devaluación no quiere decir que las operaciones mediáticas que anuncian una devaluación no produzcan efectos.
Por ejemplo, alguien que tiene un plazo fijo y que crea en la versión de que la moneda estadounidense escalará a 400 pesos, puede decidir comprar dólares ilegales a 185 suponiendo que está haciendo un gran negocio. Pero, como la escalada no sucederá, el gran negocio se le desvanecerá en el aire y perderá lo que podría haber percibidosi dejaba su dinero enplazo fijo. Ello ya sucedió. Hacia octubre del año pasado, cuando el dólar ilegal estaba a 195 pesos, muchoscompraron con la expectativa de que, tras la devaluación pronosticada, lo venderían mucho más caro. Pero, como ese aumento del tipo de cambio no se produjo, si los vendieran ahora obtendrían alrededor de 180 pesos, es decir, menos del precio al que lo compraron hace casi un año.
Los fabricantes de expectativas hacen daño: logran que muchos pierdan mientras ellos hacen negocios. En simultáneo, desplazan la agenda. Porque todas esas operaciones ocupan en los mediosel lugar de otras informaciones que son minimizadas: por ejemplo, según el estudio Ferreres & Asociados, la producción industrial de junio evidenció un aumento respecto a mayo del 3% en términos desestacionalizados. El mayor impulso al crecimiento vino del sector automotriz, y también se destacaron la industria de los metales básicos y de los plásticos. En la misma línea, de acuerdo a los datos a abril, hoy tenemos más empleo formal en la industria del que había en 2019.
Frente a quienes defienden el interés de las minorías, seguiremos defendiendo el interés de las mayorías. Continuaremos haciendo lo que ya estamos haciendo: combatiendo la concentración, defendiendo las PyMEs y los ingresos de los trabajadores, trabajadoras, jubilados y jubiladas.