Tiempo Argentino | Opinión
Desde el viernes se realiza en Venecia el encuentro de los ministros de Finanzas y presidentes de los bancos centrales del G-20 y, en este marco, el gobierno argentino mantuvo también reuniones con los funcionarios del Fondo Monetario Internacional para avanzar en las negociaciones por la deuda.
El ministro de Economía, Martín Guzmán, ya había dicho en un encuentro preparatorio del G-20 que “la pandemia profundizó las desigualdades y las asimetrías entre los países avanzados y el resto, y la necesidad de resolver el problema de la elusión impositiva de las multinacionales es aún mayor”. Ya en Venecia, Guzmán sostuvo en una mesa redonda: “Pensamos que un impuesto global de al menos el 15% es un paso muy positivo, pero claro que más sería mejor”. En verdad, los funcionarios argentinos abogan por una tasa del 21% o “aún mejor” del 25%.
Una postura que no resulta solitaria. Tal como informa El País (9/7/21) “Yellen (secretaria del Tesoro de EE UU), como también ha anunciado este viernes que hará el ministro de Economía francés, Bruno Le Maire, utilizará la cumbre del G-20 para presionar al resto de países con la idea de aumentar algunos puntos la tasa fijada ahora en un mínimo del 15%”.
Se reafirmó además que el FMI realizará una emisión de Derechos Especiales de Giro (DEG) por 650 mil millones de dólares, de la cual a Argentina le corresponderán 4,3 mil millones. Y se intentará avanzar en mecanismos que en su momento elevaron nuestras autoridades, junto a las de México, para que los países desarrollados puedan ceder los DEG a los países que más los necesitan.
En la previa de la reunión, en un texto del FMI preparado para el G20 se habla de que “donde las presiones inflacionarias son altas, se necesitará una postura de política monetaria más estricta (Turquía) y, en algunos casos, una postura general más estricta (Argentina) para reconstruir la confianza”. Todo esto es parte de la rutinaria exigencia del FMI sobre el cuidado del gasto, a pesar de los discursos de sus principales funcionarias/os que alientan a gastar más por la pandemia.
También se pasó por alto la referencia del mencionado texto en materia fiscal: “en algunas economías que enfrentan restricciones financieras, puede ser necesaria una consolidación a corto plazo centrada en la tributación progresiva y las áreas de gasto de baja prioridad (por ejemplo, Argentina)”. ¿Estará el Fondo proponiendo un incremento en los impuestos patrimoniales y al ingreso?
En un blog publicado por la directora gerenta del FMI, Kristalina Georgieva, la funcionaria señaló que a nivel mundial, luego de “una crisis como ninguna otra, estamos observando en algunos países una recuperación como ninguna otra, impulsada por la combinación de fuertes políticas fiscales y monetarias, y una rápida vacunación”. Pero, por otro lado, hay grandes divergencias entre países motivadas por las “dramáticas diferencias en la disponibilidad de vacunas, en las tasas de contagio, y en la habilidad para proveer el apoyo necesario. Es un momento crítico que llama a una acción urgente por parte del G-20 y de las autoridades de todo el mundo”. Hay un modelo que está agotado y no hay duda de que hacen falta otras políticas.
En cuanto a las erogaciones, el gobierno argentino ha venido convergiendo hacia los equilibrios presupuestados, y fue de gran ayuda, entre otras cuestiones, la reestructuración de la deuda con los acreedores privados, que generó una fuerte reducción de los pagos por intereses. Por eso, es importante que en el caso de la deuda con el FMI se reduzcan los sobrecargos, lo que le ahorraría al país, a las tasas que prevalecen hoy en día en el mundo, cerca de mil millones de dólares al año. Un pedido que podría ir en la línea que pide el organismo, de ajustar aquellos gastos que no son prioritarios e incluso en este caso, perjudiciales para el bienestar de la población.
Argentina, cabe recordar, recibió un préstamo de 1277% en relación con su aporte de capital, cuando las normas indican un tope del 435 por ciento. Hubo una evidente responsabilidad compartida, no sólo de quien pidió prestado sino de quien prestó. Por eso considero que cada vez hay mayores chances de llegar a un arreglo favorable que regularice esta deuda, ya que han cambiado los interlocutores a ambos lados del mostrador. El reciente acuerdo de pagos mínimos por los vencimientos con el Club de París también marca una disposición de los Estados de tratar de negociar con la Argentina entendiendo la complejidad de la situación.
Las instituciones no son un decorado
Si el anterior gobierno no dudó en hipotecar al país con el FMI, a espaldas del Congreso, el nuevo acuerdo necesariamente —por ley— deberá pasar por el Parlamento. Un cambio que refleja el espíritu de respeto por las instituciones y de intercambio permanente que guía la gestión cotidiana del gobierno de Alberto Fernández en los diferentes planos, con el objetivo final de cuidar a los argentinos y las argentinas.
En mi anterior columna mencioné el tratamiento que tuvieron algunos proyectos en la Cámara de Diputados, en los que se trabajó en forma colaborativa entre los/as legisladores/as, el Poder Ejecutivo y las organizaciones de la comunidad. Hasta último momento se recibieron reclamos y observaciones que implicaban mejoras. Es un enfoque que privilegia a las instituciones y el funcionamiento republicano.
Dos de ellos, que tuvieron tratamiento previo en la Comisión de Presupuesto y Hacienda, sirven como un buen ejemplo de cómo se trabaja: el de Alivio Fiscal para los monotributistas (que continúa ampliando los beneficios de varias leyes, que comenzaron con la de Solidaridad Social y Reactivación Productiva de diciembre de 2019) y una Ley de Fomento del ahorro y de la inversión en pesos.
En cuanto al monotributo, se siguieron recibiendo diversas propuestas de organizaciones de la sociedad, diputadas/os y del Poder Ejecutivo, incluso el mismo día de la sesión, cuando ya hacía una semana que la Comisión de Presupuesto y Hacienda lo había despachado. Se trabajó durante la sesión hasta que se votó, a altas horas de la noche, introduciendo cambios que creemos son más beneficiosos para los monotributistas.
Respecto del segundo proyecto, se decidió volver atrás con una norma que limitaba ciertas maniobras para no pagar impuestos, debido a que se empezaba a tratar de instalar de manera incorrecta que “ahora quieren gravar los plazos fijos en pesos”. Sobre la marcha percibimos que esto hubiera sido negativo, con un efecto contrario al que estábamos buscando. Y en un diálogo rápido e intenso, mientras se desarrollaba la reunión, entre las autoridades de la Cámara, del Bloque del Frente de Todos, y del Ministerio de Economía, se decidió quitar este punto porque se reconoció que podría generar un efecto contrario al que se buscaba.
Se quiso instalar un supuesto enfrentamiento entre Economía y la Cámara de Diputados, una observación falaz. Se trabajó exactamente al revés, de una manera totalmente colaborativa. Quienes integramos el bloque de diputados y diputadas del Frente de Todos nos sentimos parte del gobierno, porque integramos uno de los poderes, el Poder Legislativo, y nuestra tarea es trabajar colaborativamente y encontrando las mejores respuestas a través del diálogo constructivo.
Este tipo de conversaciones se da todo el tiempo, aunque no aparezcan en los medios. Es una dinámica para destacar, ya que muestra la manera efectiva en que se trabaja, cómo se dialoga, y la flexibilidad existente para corregir cuando es necesario.