Página/12 | Opinión
Diversos analistas suelen repetir que siempre antes de las elecciones hay tensiones cambiarias y dolarización de las tenencias, una frase que hoy no sobrevive al razonamiento económico. Los que sí siempre hay, vale decir, son los intentos de generar zozobra en la población para incidir en el resultado de las urnas.
Si bien en los últimos días se observó cierta presión sobre la cotización de los dólares especulativos, la realidad muestra que los fundamentos de la economía están sólidos y, por ende, no hay razones para que una devaluación ocurra.
El Índice de Tipo de Cambio Real Multilateral (itcrm), que elabora el Banco Central, es un indicador utilizado para medir el grado de competitividad cambiaria de la producción nacional. De su valor surge que el país es competitivo y se puede concluir que existen más posibilidades de colocar productos en el exterior (exportar), a la vez que hay menos estímulos para el ingreso de bienes y servicios (importaciones).
En junio pasado, el índice registró un valor 17,8 por ciento más elevado y, por ende, más competitivo, que el del 17 de diciembre de 2015 (primera devaluación del gobierno de Macri). Si se lo compara con la etapa abril de 2016-mayo de 2018, está 30,3 por ciento por encima. Dado que hoy se posee un tipo de cambio en niveles competitivos, no cabría esperar un ajuste del dólar oficial, el utilizado en las operaciones comerciales.
Hoy contamos con una situación incluso más robusta que un año atrás, cuando tampoco había razones para que se disparara la brecha, que logró ser controlada por el Gobierno a través de distintas medidas y regulaciones.
Más dólares
En junio de 2021, en promedio, ese índice se hallaba en los mismos niveles que en junio de 2020. También hay una situación comercial más favorable que hace un año, vinculada a los altos precios internacionales de las materias primas, que en el caso de las agropecuarias se encontraban, en mayo de este año, 64,8 por ciento por encima de los valores de mayo de 2020, según datos del Banco Central.
En este marco se ha venido registrando un crecimiento de las reservas internacionales y se espera que en los próximos meses se acrediten unos 4300 millones de dólares en concepto de Derechos Especiales de Giro, producto de la asignación global de 650 mil millones de dólares del FMI para atender los impactos de la pandemia.
En lo financiero, se ha llegado a un acuerdo con los acreedores privados que redujo en 37.700 millones de dólares los pagos de deuda en diez años, y se bajó la tasa de interés del 7 al 3 por ciento promedio. Ahora se está avanzando en las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional.
Además, durante el primer semestre de 2021 el Tesoro se ha financiado en el mercado interno, con títulos en pesos, por un valor neto de 356.000 millones de pesos, un adicional del 23,7 por ciento respecto a los vencimientos operados.
Fortalezas
Tampoco hay inconsistencias por el lado fiscal y monetario, variables que siguen las pautas presupuestadas, aunque en estos momentos el déficit fiscal está aumentando necesariamente por los elevados gastos dedicados a combatir la segunda ola de covid, una situación no prevista al momento de la confección del Presupuesto. Es decir, que los argumentos ortodoxos acerca de que el exceso de dinero “presiona al dólar” tampoco aplican en la realidad actual.
Si un año atrás no había razones objetivas para una devaluación, podemos decir que ahora hay menos. Por eso, ante la proximidad de las elecciones y la ausencia de datos duros que justifiquen sus posturas, analistas y bancos de inversión fluyen al terreno de las expectativas y dicen que el problema no es el presente sino el futuro, que no hay un “plan”. Pero en los hechos lo que no hay es un plan que les agrade, como lo han expresado varios ministros y el propio Presidente de la Nación.
Los verdaderos motivos que impulsan este tipo de afirmaciones son políticos, más allá de que siempre hay algunos sectores que tratan de ganar dinero a partir de los rumores y la especulación. En resumen, el Gobierno ha ido logrando que la economía se tranquilice: un buen antídoto para despejar la incertidumbre que se trata de generar.