Vacunas y geopolítica

Nodal | Opinión

El mundo entero despidió el 2020 con la esperanza puesta en las vacunas contra el Covid 19. En tiempo récord se certificaron unas pocas, con otras muchas en desarrollo. Es una carrera sanitaria donde no solo se corre contra el virus, sino también en un plano geopolítico. Y hasta las grandes corporaciones mediáticas no tardaron en juzgar las vacunas bajo una lupa ideológica.

Pero transcurrido el primer mes de este año, todas las vacunas mostraron dificultades para alcanzar con celeridad los niveles de producción y distribución demandados. Claro que son muy distintos los casos de cuellos de botella, a los casos en que cierto país productor, como el Reino Unido, manifiesta que ellos deciden qué país tiene prioridad. Los líderes de la Comunidad Europea respondieron de forma enérgica contra tal actitud. Stella Kyriakides, la Comisaria de Sanidad de la UE dijo: “El principio de que quien primero llega, primero se lo queda, puede servir para la carnicería de barrio, pero no en un contrato”.

La pandemia está mostrando lo peor y lo mejor de la humanidad, situación que tiene su correlato en el nivel económico. Los países más ricos se apuraron en comprar cantidades de dosis varias veces superiores a las que realmente necesitan. Mientras, los países con menores ingresos quedaron a la saga. Las bolsas del mundo reaccionan positivamente cuando se conoce una buena noticia sobre las vacunas. El propio FMI en su última actualización de las “Perspectivas de la Economía Mundial” ofreció una corrección hacia el alza del crecimiento de la economía mundial para 2021 que terminaría alcanzando el 5,5%. Pero América Latina recibió recortes en las proyecciones, y el organismo se mostró preocupado por la recuperación de nuestra región en la pos pandemia. Preocupaciones también expresadas por la Cepal.

Puede decirse que ha quedado en evidencia la debilidad de los organismos —paradójicamente llamados supranacionales—, para intervenir con autoridad sobre temas delicados de índole global. El sometimiento a los fondos buitre en los litigios de deuda soberana es uno de ellos. Ante esta crisis del Covid, el rol de la Organización Mundial de la Salud y otros organismos ha quedado un tanto desdibujado. La OMS ha sido atacada por líderes mundiales como Donald Trump y Jair Bolsonaro a partir de un enfoque ideológico.

Es probable que en este año estemos vacunados, pero no en los tiempos que teníamos pensados. La canciller de Alemania, Angela Merkel, se ha caracterizado en esta crisis por adelantarse con franqueza. Recordemos que al empezar la pandemia lanzó la temeraria frase acerca de que “se contagiaría el 70% de la población alemana”. Hace unos días, acaba de decir que todos los residentes en Alemania estarán vacunados para fines de septiembre. Si ese es el plazo para dicha potencia, es de esperar que al resto del mundo le lleve igual o más tiempo.

La Argentina, siendo el segundo país del mundo en aceptar la vacuna Sputnik V —detrás de Bielorrusia—, no quedó ajena a estas demoras. El gobierno argentino priorizó las vidas de su población antes que los intereses económicos. Esa es la impronta del presidente de la Argentina, Alberto Fernández. Desde un principio no solo puso sobre su persona la responsabilidad de instalar una cuarentena para retrasar los contagios y ganar tiempo para equipar a los hospitales con más recursos (nosocomios que venían bastante deteriorados por la desatención del anterior gobierno), sino también desplegó una intensa actividad en el plano de las relaciones internacionales.

Por ejemplo, al estrechar los vínculos con el presidente de México. Fueron precisamente Argentina y México los dos países elegidos por uno de los laboratorios del Reino Unido para participar en una de las fases del desarrollo de la vacuna de Oxford. Alberto Fernández mantuvo conversaciones telefónicas con Vladimir Putin para cerrar el acuerdo sobre las vacunas. Y ayudó a México, Bolivia, Uruguay y Perú, desde el contacto con Moscú, hasta la traducción del prospecto del ruso al castellano, fundamental para la pronta aprobación en los organismos sanitarios de los respectivos países (El País, 02.02.21).

Estas últimas semanas, el presidente argentino ha mantenido una nutrida agenda internacional. En enero pasado participó de la Cumbre de Adaptación Climática 2021, donde aprovechó para reclamar “un mayor compromiso por parte de los países desarrollados en la provisión de recursos técnicos y financieros”, argumentando que es necesario “actuar con solidaridad ante un problema que nos afecta a todos, pero cuyas peores consecuencias son sentidas por los sectores vulnerables”. También participó en el último Foro de Davos, donde sostuvo que “la pandemia fue un llamado de atención, necesitamos una casa común con distintos cimientos. En un momento así se ponen a prueba todos los paradigmas. El imperativo moral es poner la prioridad en los últimos, los descartados, en los más vulnerables. La fraternidad debe ser el nuevo nombre del desarrollo, y la solidaridad el de la paz social”.

Cuando aparecen inconvenientes, el gobierno argentino participa ofreciendo soluciones, como la reciente propuesta del presidente Fernández a Putin de producir la vacuna Sputnik V en la Argentina, dadas las demoras en la provisión por parte de Rusia. Según el Canciller argentino Felipe Solá, también hablaron de ferrocarriles, litio y de Vaca Muerta, mencionando además “una posibilidad aeroespacial”.

Aporte Solidario

En este escenario donde la pandemia seguirá acompañándonos más tiempo del pensado, se vuelve imperioso recurrir a la solidaridad. Y la mejor forma de llevarla a la práctica es con una redistribución progresiva de los ingresos. En ese sentido avanzamos en la Argentina. Junto al diputado Máximo Kirchner, Presidente del Bloque de diputados y diputadas del Frente de Todos, tuvimos el honor de coordinar la redacción del proyecto de “Ley de Aporte Solidario y Extraordinario para ayudar a morigerar los efectos de la pandemia”, que recae en las grandes fortunas, que fuera convertido en ley el pasado 4 de diciembre, y acaba de ser reglamentado el 29 de enero. Lo pagarían unos 12.000 contribuyentes, se estima que se recaudará cerca del equivalente a 3.500 millones de dólares, a ser aplicados para mitigar las consecuencias sociales y económicas de la pandemia y para inversiones en desarrollo económico.

Con orgullo y modestia a la vez, deseo comentar que desde distintos ámbitos del mundo se ha señalado a esta medida como un ejemplo a seguir. Así lo ha manifestado la ONG Oxfam, quien consideró que las grandes fortunas mundiales han salido indemnes e incluso favorecidas en la pandemia. Según detallan en su informe presentado para el Foro Económico Mundial, “en tan sólo nueve meses, las mil mayores fortunas del mundo ya habían recuperado las pérdidas económicas originadas por la pandemia”, pero los más pobres “necesitarían más de una década para recuperarse de los impactos económicos de la crisis”, a la vez destaca que “Argentina ha abierto el camino, con la adopción de un impuesto solidario a la riqueza, de carácter temporal, que grava la riqueza extrema”.

Nuestra Ley de Aporte Solidario también fue resaltada por el grupo Patriotic Millionaires, constituido por algunos grandes empresarios de los Estados Unidos. Su presidente, Morris Pearl, sostuvo: “Estados Unidos debería seguir el ejemplo de Argentina y apoyar la promulgación de una medida similar para respaldar los esfuerzos de ayuda ante la pandemia”. Pearl señaló además que “Argentina puede ser el primer país en aprobar una medida como esta en respuesta a la pandemia global, pero no debería ser el último. Este tipo de legislación debería ser una obviedad para los legisladores estadounidenses que buscan formas de salvar la economía”.

En el mismo sentido, una nota de El País (12.01.21) valoró el Aporte Solidario y Extraordinario que el Congreso argentino aprobó en diciembre. La misma se titula: “El impuesto a la riqueza, una realidad en Argentina” y acto seguido dice que “el país americano establece una nueva tasa que no solo ayudará a cubrir los gastos de la pandemia, también establece un precedente en la lucha contra la desigualdad”. Señala que “muchos países (incluido el Reino Unido) lo están discutiendo, pero Argentina es el primero en hacer algo concreto. Tan importante como lo que puede aportar el dinero recaudado, es que el nuevo impuesto establece un precedente importante (…). Debería haberse hecho antes, no solo en Argentina, sino en toda América Latina, porque es una región de contrastes obscenos”.

Para finalizar, el año que concluyó nos dejó un gran aprendizaje: la salida a esta crisis es con más compromiso y solidaridad, entre países y entre sus habitantes, una salida que no resulta tan fácil, pues hay muchos intereses en juego. Serán las acciones coordinadas de los pueblos las que posibiliten que el mundo vaya por el camino del compromiso y la solidaridad.

Nota publicada en Nodal el 08/02/2021

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