Página/12 | Opinión
El primer año de gobierno se enfrentó con desafíos inéditos. Por todo lo ocasionado por la covid-19, más un contexto de emergencias que ya se arrastraban. A pesar de las limitaciones fiscales y de las presiones de los sectores dominantes, el Gobierno mostró capacidad de gestión y firmeza para avanzar con las prioridades conferidas por las urnas.
Los últimos datos de pobreza del Observatorio de Deuda Social de la UCA ilustran el punto de partida (40,8 por ciento de la población durante el último año de Macri) y a su vez los impactos de la covid-19 (44,2 por ciento en el cuatrimestre julio-octubre de 2020). Efectos de las dos pandemias que preocupan y que deben ser revertidos rápidamente.
Un dato que no fue muy comentado del informe de la UCA es que de no haberse llevado a cabo los mecanismos de ayuda por parte del Estado (IFE, ATP, alimentos), la pobreza estaría en el 53,1 por ciento de la población, mientras que la indigencia se hubiera casi triplicado, pasando del actual 10,1 al 27,9 por ciento.
En términos comparados, Argentina fue de los países de América Latina y el Caribe que mayor esfuerzo fiscal realizó en el año. Para la Cepal, la pobreza en la región crecería en promedio unos siete puntos porcentuales, casi el doble de lo que creció en nuestro país.
Siguiendo con las decisiones tomadas en este año de gestión, ¿qué hubiera pasado si el Gobierno cedía ante la presión “devaluacionista” montada sobre valores de la especulación? Con seguridad, la suba de los precios resultante hubiera traído mucha más pobreza y pérdida de poder adquisitivo a la mayor parte de la población. Fue precisamente lo que no se quiso convalidar, más aun teniendo en cuenta que el Tipo de Cambio Real Multilateral (que mide la competitividad de la economía) se encuentra en valores muchos más altos que el promedio de los cuatro años anteriores.
Los datos monetarios y cambiarios recientes indican que los depósitos en dólares del sector privado crecieron en noviembre 18 millones en dicha moneda, frenando su tendencia a la baja. El Banco Central redujo sus ventas de divisas al sector privado en noviembre (293 millones de dólares), desde los altos valores de septiembre (1618 millones) y octubre (1090 millones). Un horizonte de estabilización de las variables cambiarias cuando no falta mucho para el arranque de la cosecha gruesa.
En cuanto a lo que se ha venido liquidando, distintas estimaciones muestran que hay exportaciones sin liquidar por unos 5000 millones de dólares, que en su mayor parte debieran haber ingresado ya a las reservas del BCRA. Y a pesar de que, por normativa cambiaria, las exportaciones del agro deben ser liquidadas en un plazo no mayor a los 15 días desde la venta. De allí que se están reforzando los controles desde las distintas áreas involucradas.
Uno de los principales problemas era arreglar el tema de la deuda con los bonistas, y se lo hizo exitosamente. Ahora está encauzada la negociación con el FMI. Hay señales de reactivación y poco a poco empieza a mejorar el empleo. Está encaminado un trabajo conjunto con el complejo agroindustrial y se avanza en negociaciones sectoriales diversas. Significa que hay gestión todo el tiempo. Ese es el camino a profundizar.
En las circunstancias actuales no es el mejor enfoque realizar un balance de lo que falta. Seguramente ha habido escaseces, errores y deficiencias en la tarea titánica de administrar las dos pandemias, pero siempre las políticas se han enfocado en favorecer a los sectores más desprotegidos y en preservar la estructura productiva y el empleo lo más posible. Hay todo un conjunto de señales que llevan a pensar que el 2021 debería ser un año de importantes mejoras.
No hay que dejarse atrapar por la perspectiva del “balance negativo” de quienes intentan instalar falsamente el pesimismo y la derrota. Enfrentar este proceso requiere de una continuidad necesaria, mientras se trabaja para fortalecer una coalición que constituye una experiencia inédita en Argentina.
Consolidar el proceso de unidad, ampliar la base electoral y la representación parlamentaria del Frente de Todos resulta necesario para seguir avanzando en la construcción de un país más justo y solidario, y es un gran desafío para el año que se inicia.