Nodal | Opinión
La última semana del mes de octubre no pasó desapercibida en la sociedad argentina. El 27 de ese mes se cumplieron 10 años del fallecimiento del líder político y ex presidente Néstor Kirchner. Se llevó a cabo un sentido homenaje a su importante legado por parte de los principales funcionarios del gobierno nacional, encabezado por el Presidente Alberto Fernández, quien fuera Jefe de Gabinete durante su presidencia.
La actual vicepresidenta, Cristina Fernández, publicó una carta ese mismo día recordando a su compañero de vida y destacando el fuerte vínculo que unía a Néstor Kirchner con Alberto Fernández. “Sus características personales y su experiencia política al lado de Néstor, signadas por el diálogo con distintos sectores, por la búsqueda de consensos, por su íntimo y auténtico compromiso con el Estado de Derecho (…) determinaron que junto a mí encabezara la fórmula del Frente de Todos que triunfó en las elecciones hace exactamente un año”, expresa en un pasaje del mensaje.
Las palabras del Presidente un día después destacan una de las características de su gestión y se vinculan con las vertidas por la Vicepresidenta: “deberíamos entender todos los argentinos de una vez y para siempre que es mucho más fácil de salir, avanzar, crecer, invertir, ganar dinero y dar trabajo si lo hacemos juntos”.
No obstante, la búsqueda de consensos es un camino difícil de transitar. No sólo en Argentina: en todo el mundo, cada vez que un gobierno toma decisiones, existen diversos intereses en juego, es inevitable. Especialmente cuando esas políticas, como las que implementa el actual gobierno argentino, apuntan al objetivo de lograr una sociedad más justa. Esta orientación implica que, debido a algunas medidas en particular,ciertos sectores privilegiados no puedan acaparar una porción aún mayor de la riqueza acumulada y hagan sentir sus voces.
Un ejemplo de intereses encontrados tuvo lugar el mes pasado cuando algunos sectores expresaron la aparente “necesidad” de devaluar la moneda argentina.
El presidente Alberto Fernández también fue determinante desde un primer momento: “devaluar es muy fácil, pero es una máquina de generar pobreza”, haciendo alusión al traslado a precios que la devaluación genera. Una parte importante de los insumos industriales en nuestro país son importados y los bienes transables, especialmente aquellos relacionados con los alimentos, se rigen por los precios internacionales. Por lo tanto, los vaivenes en el tipo de cambio influyen en gran parte de los precios de los bienes finales. Sobrada experiencia tiene la Argentina de situaciones de devaluación en las que los principales perjudicados fueron los que menos tienen.
Un caso particular se dio en diciembre de 2015 cuando el por entonces ministro de Economía del Gobierno de Macri, Alfonso Prat-Gay, decía en una entrevista,acerca de la devaluación que estaban planificando, que “el precio del dólar es uno, y lo que va a suceder es que va a subir el (tipo de cambio) oficial que no afecta prácticamente a nadie, y van a bajar todos los otros, que afectan a la gran mayoría de la población”. La realidad se encargó de contradecir estas afirmaciones. En el primer semestre de 2016, en el marco de una altísima inflación, el salario real de los trabajadores argentinos se redujo un 6,5%.
Varios datos para justificar la falta de lógica de los pedidos devaluatorios. 1. Los datos macroeconómicos de competitividad del peso argentino en el comercio exterior de ninguna manera indican la necesidad de una devaluación. El Tipo de Cambio Real Multilateral (TCRM), queevalúa la competitividad con los principales socios comerciales de Argentina, se mantiene en un nivel adecuado, similar al que registraba a mediados de 2011 y mucho más alto que el promedio exhibido durante el gobierno de Mauricio Macri. 2. El horizonte de endeudamiento con los acreedores privados no requiere importantes desembolsos en los próximos años, gracias al exitoso canje de deuda efectuado en agosto pasado con los acreedores privados. Se espera que las próximas negociaciones con el FMI también despejen fuertes desembolsos en los próximos años. 3. El superávit de la balanza comercial ascendió un 21,5% en los primeros nueve meses del año al compararlo con igual periodo de 2019. En particular, según el último dato de octubre, la exportación del complejo sojero alcanzó ese mes las 3,8 millones de toneladas, un monto elevado para dicho mes considerando los últimos años.
Es por todo ello que, lejos de adoptar las políticas de abruptas devaluaciones, el Gobierno Nacional tomó varias medidas alternativas para descomprimir la demanda de dólares. Además de varias regulaciones sobre las operaciones especulativas en el mercado de cambios, el Tesoro efectuó una serie de colocaciones de títulos en el mercado, logrando una muy buena adhesión. Un comunicado de octubre del Ministerio de Economía señala que el Gobierno Nacional obtuvo fondos que le permiten finalizar el mes con un financiamiento neto positivo aproximado de $250.000 millones (cerca de USD 3.200 millones) lo que representa una generación de recursos financierosun 246% superior a los vencimientos.
Indicadores de actividad económica
Los últimos datos conocidos dan cuenta de una recuperación. Por ejemplo en el sector manufacturero, los datos oficiales del mes de septiembre registran una suba mensual del 4,3% con una suba interanual del 3,4%. La industria automotriz, específicamente, marcó un alza del 16% interanual en su producción del noveno mes del año, con buenos niveles de ventas en el mercado interno. La construcción, por su parte, creció un 3,9% mensual en septiembre,también según datos oficiales, superando los niveles pre pandemia. Un dato más adelantado se obtiene con la producción de acero, que creció en octubre un 3,2% respecto al mes anterior, y un 15,4% respecto a octubre de 2019.
En suma, al tener en cuenta la difícil situación en que se encuentra la Argentina como consecuencia de las dos pandemias, los efectos de la gestión anterior y la sanitaria por el Covid-19, se está saliendo adelante. Y lo más importante, sin dejar de lado a aquellos que más lo necesitan, a través de los distintos programas de gobierno destinados a amortiguar la caída de ingresos tanto de los trabajadores y trabajadoras como de las empresas pequeñas y medianas más perjudicadas por la situación, y sin ceder a conductas extremas que llevarían indefectiblemente a aumentar la pobreza.