ContraEditorial | Opinión
Hace poco más de 3 años, el 18 de octubre de 2017, los medios argentinos titulaban: “La Plaza de Mayo amaneció vallada por temor a una movilización contra el gobierno”. Unos meses después, en mayo de 2018, el gobierno de Cambiemos redoblaba la apuesta, inauguraba una Plaza de Mayo, luego de algunas remodelaciones, con un nuevo enrejado permanente que reemplazaba a las vallas movibles. Una de las primeras medidas de Alberto Fernández cuando asumió fue justamente solicitar al Gobierno de la Ciudad retirar las rejas.
El martes pasado, la imagen de la Casa Rosada y la Plaza de Mayo no podía ser más diferente a la que solía verse en cualquier evento público durante la presidencia de Macri. La Casa Rosada amaneció con varios carteles, banderas argentinas, ramos de flores, imágenes con la figura de Néstor Kirchner, un mural en el centro de la Plaza, expresando el emotivo recuerdo de la ciudadanía a su legado, al cumplirse 10 años de su fallecimiento.
Pero además, bien lejos de las imágenes que mostraban al ex presidente Macri en soledad frente a una hilera de vallas interminable en los actos públicos en la Plaza, Alberto Fernández junto con otros funcionarios de su Gabinete recorrió las cuatro cuadras de la Casa Rosada hasta el CCK rodeado de periodistas y ciudadanía que se acercaba espontáneamente a expresarle su cariño. Todo un simbolismo.
Las expresiones del presidente Alberto Fernández en el sentido discurso que pronunció ese mismo día también merecen ser destacadas. “Néstor fue un Presidente que se animó a hacer lo que las entrañas de la tierra reclamaban y lo que la política consideraba difícil de hacer y tuvo el coraje de hacerlo”. El Presidente culminó su intervención dejando en claro que su deber es “terminar con la tarea que empezó Néstor y que siguió Cristina, y así lo voy a hacer, y cada una de las promesas que hicimos en campaña las voy a cumplir, y vamos a poner de pie, como Néstor me enseñó a poner de pie a la Argentina en el año 2003”.
Las medidas tomadas por el gobierno de Fernández dan cuenta de lo expresado en esta última frase. Y ello, a pesar de la incansable influencia de algunos grupos de poder económico y mediático que no se resignan a perder parte de los privilegios de los que gozaron en los cuatro años de gestión de Macri. Las palabras de Alberto en un acto reciente en Ezeiza ratifican el eje de la gestión actual: “La verdad nosotros lo que queremos es una Argentina que crezca y se desarrolle, que dé trabajo, produzca y exporte. Así queremos conseguir los dólares, no porque pusimos el dólar al precio que algunos poderosos necesitan”. A punto seguido resaltó: “No llegamos al Gobierno para cruzarnos de brazos ni para obedecer, sino que llegamos para obedecer a quienes nos votaron”.
No caben dudas de que estamos atravesando tiempos difíciles en los que las prioridades deben dirigirse hacia los que más lo necesitan (la orientación que ha tomado este gobierno desde el principio de su gestión) y ello requiere de políticas que irreversiblemente van a generar confrontación con algunos sectores.
Sobrados ejemplos de estas situaciones se vivieron en los últimos días. Uno de ellos tuvo que ver con las presiones devaluacionistas.
No hay razones objetivas que impliquen la necesidad de una devaluación. El saldo comercial acumulado en lo que va del año es un 20% mayor al de 2019. El Tipo de Cambio Real Multilateral (TCRM), el cual evalúa la competitividad con los principales socios comerciales de Argentina, se mantiene en un nivel adecuado, superior al promedio de los años de macrismo. El horizonte de endeudamiento con los acreedores privados no requiere importantes desembolsos en los próximos años gracias al exitoso canje de deuda efectuado en agosto pasado y ya se dieron los primeros pasos para acordar una reestructuración con el FMI.
Pero además de todos estos argumentos, sobrada experiencia tiene la Argentina de quiénes son los principales perjudicados ante una devaluación. Como mencionó el Presidente: “devaluar es muy fácil, pero es una máquina de generar pobreza”.
En los últimos días de octubre también se conoció un interesante informe publicado por la Oficina de Evaluación Independiente del FMI, en el cual se analizan los “beneficios a largo plazo de abrir los mercados de capitales”. Al mencionar lo sucedido en nuestro país a mediados de 2018, el documento es contundente: “el staff del FMI debería haber sido más cuidadoso a la hora de alertar al país acerca de los riesgos involucrados en la rápida eliminación de las restricciones a la cuenta capital y la necesidad de reforzar el contexto macroeconómico para que sea consistente con la apertura de esta cuenta (…) a pesar de que la Argentina estaba experimentando fuertes fugas de capitales de residentes y un aumento en el endeudamiento a corto plazo”. Finalmente, continúa el informe, “fueron reincorporadas las restricciones al flujo de capitales” y el FMI las apoyó basándose en que “las medidas de control de los flujos de capitales se orientaban a proteger la estabilidad del tipo de cambio y los ahorros”.
Contrariamente a las políticas de endeudamiento y fuga presentes en la gestión anterior, y con el claro objetivo de obtener financiamiento, el Tesoro efectuó una emisión de títulos públicos el martes 27, logrando una adhesión superior a la prevista. Un comunicado del Ministerio de Economía señala que “se reducirá la asistencia monetaria brindada por el BCRA en el marco de la pandemia, avanzando hacia una composición de financiamiento consistente con los objetivos de convergencia y estabilidad macroeconómica”.
Algunos datos alentadores
En los últimos días se conocieron datos que indican un repunte de la actividad económica en nuestro país, luego de la fuerte caída producto de la pandemia, cuyo momento más álgido se registró en abril pasado. Por un lado, el último informe del Índice General de Actividad (IGA) de la Consultora de Orlando Ferreres señala que “septiembre muestra una mejora respecto de agosto, continuando así con la paulatina recuperación de la actividad”. El IGA marcó la menor contracción interanual desde el comienzo de la pandemia; -3,1% en septiembre, al tiempo que el crecimiento mensual respecto a agosto fue 1,4%. De esta forma, el tercer trimestre del año culmina con un alza del 6,1% con respecto al trimestre anterior. Uno de los sectores que traccionó el mejor desempeño fue el industrial. En este caso, el IPI (Índice de Producción Industrial), de la misma consultora, cerró el tercer trimestre con un crecimiento del 17,6% con respecto al segundo trimestre del año y una caída interanual del 5,7%.
Por su parte, el índice de actividad industrial de FIEL también registró un aumento en el tercer trimestre con respecto al segundo (4,3%) y una caída interanual del 3,5% en el mismo trimestre. Más específicamente, la industria automotriz se destaca dentro del sector manufacturero por haber registrado un incremento de más del 16% interanual en su producción en el mes de septiembre, un valor que toma mayor importancia al tener en cuenta que venía cayendo durante 7 meses consecutivos.
Otros sectores con leves mejoras fueron el de la producción de acero crudo, con una suba mensual del 6,3% en septiembre, y el sector de la construcción, dado que el índice Construya (elaborado por las empresas proveedoras de insumos del sector) marcó una suba mensual del 3,8%.
En paralelo, el Gobierno continúa con los programas de apoyo a los sectores más castigados por la pandemia. Sólo para mencionar algunos: se aprobó el ATP 7 (Programa de Asistencia al Trabajo y la Producción) que continuará con el pago de parte de los salarios y reducción de aportes patronales a las empresas de sectores económicos calificados como “críticos”. Se adjudicaron de más de 42.000 préstamos en el marco del ProCreAr por más de $ 20.000 millones y se incorporaron un millón de niños y niñas al beneficio de la AUH, fundamental en un contexto en el que la pobreza alcanza al 56% de la población infantil.
En suma, existen datos concretos que permiten avistar una gradual recuperación en la actividad económica y hay un gobierno que está decidido a superar los efectos de las “dos pandemias”.