Esta semana se conoció el nuevo índice de pobreza en el país: un 40,9 por ciento. No puede desvincularse este dato de las dos pandemias: de la ausencia del Estado durante los cuatro años del gobierno anterior y de los efectos de la propagación del virus desde casi el inicio del nuevo gobierno.
Sin embargo, tal como ha afirmado el Presidente Alberto Fernández, “los resultados de la pobreza serían infinitamente más negativos si el Estado no hubiera estado auxiliando como estuvo. Hemos desplegado un montón de instrumentos para llegar a los más vulnerables”. El Presidente agregó: “fuimos en auxilio de esos argentinos con el plan Contra el Hambre, con la Tarjeta Alimentar, aumentando la AUH, incrementando el ingreso de los jubilados, y así y todo la pandemia nos dejó con esta situación de pobreza que hoy enfrentamos y que es el desafío que tenemos que asumir hoy”.
La combinación ha sido gravísima: cuatro años sin Estado y, sobre ello, un virus desencadenando una crisis de escala global con efectos económicos y sociales inéditos.
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT) “alrededor de 34 millones de trabajadores perdieron su puesto de trabajo en la primera mitad del año” en América Latina y el Caribe. La región, según este informe sobre el impacto de la pandemia en el mercado laboral, “es la más afectada a nivel mundial en términos de horas trabajadas y de ingresos laborales”.
De acuerdo con un informe del Departamento de Comercio de los Estados Unidos, la economía de ese país sufrió una contracción sin precedentes: el producto interno bruto, la producción total de bienes y servicios, sufrió una contracción en el segundo trimestre del año casi cuatro veces mayor al record de la caída anterior, en el primer trimestre de 1958, cuando Dwight Eisenhower era presidente.
En la misma línea, la economista jefe del Banco Mundial, Carmen Reinhart, ha estimado que el PIB per cápita tardará al menos cinco años en recuperarse a los niveles previos a la pandemia, “dada la magnitud de la crisis derivada del brote vírico y sus impactos en todos los indicadores macroeconómicos”.
Ello sucede en escala global: en los países que implementaron cuarentenas y en los que no las implementaron; en los que aplicaron cuarentenas duras y los que optaron por cuarentenas blandas. Hace años que hablamos de un mundo globalizado. Ello significa que la economía tiene vasos comunicantes y la crisis se traslada también a escala global. No hay países fuera de la crisis. Las diferencias entre las distintas políticas sanitarias se expresan en la cantidad de personas que salvaron sus vidas mucho más que en lo que pasó con las economías en cada uno de los países. Por ejemplo, Brasil, donde la cuarentena fue permanentemente desacreditada por las autoridades federales, la tasa de desempleo subió a 13,8 por ciento en el trimestre mayo-julio, de acuerdo a un informe del instituto oficial de estadísticas IBGE.
Estamos en un mundo en crisis donde el gobierno lleva adelante una serie de iniciativas por las que millones de personas reciben ayuda económica.
En ese mismo mundo en crisis impulsamos el Aporte Solidario y Extraordinario de las grandes fortunas que alcanzaría al 0,02 por ciento del total de la cantidad de habitantes del país y al 0,8 del total de las personas que presentaron declaraciones juradas de bienes personales.
La Argentina y el mundo tienen pendiente un debate sobre la concentración de los ingresos y la riqueza.
Por otra parte, el gobierno está presentando el proyecto de Presupuesto 2021, donde privilegia la inclusión, la generación de empleo, la protección de las PyMEs y el mercado interno, entre otros temas.
La primera palabra que aparece en el Presupuesto es inclusión. Luego ese mismo término está en el texto asociado a la mejora de los salarios reales. Es decir: a la idea de que los ingresos evolucionen por encima de la inflación. Finalmente, todo lo anterior se encuentra vinculado al mercado interno como dinamizador de la actividad económica. Por ello, el planteo de que éste es un proyecto anti-empresario es falso. En todo caso, el modelo de país que estamos defendiendo está en contra de los excesos de la concentración económica.
Además, el ministro Martín Guzmán anunció esta semana un conjunto de medidas, algunas de ellas orientadas a crear incentivos para aumentar la liquidación de divisas. Entre otras, una baja de retenciones para el campo, la industria y sectores mineros, sumada a mecanismos de ahorro que protejan a los ahorristas de eventuales variaciones del tipo de cambio. También se efectivizará una compensación y un estímulo a pequeños productores de soja y cooperativas, que implicarán una inversión pública de hasta 11.550 millones de pesos para el sector.
Guzmán dijo que busca “promover sectores clave para el desarrollo de bienes exportables y promover el mercado interno, en particular la construcción, que es un sector que va a jugar un rol clave en la recuperación económica”.
Entre las medidas vinculadas al sector industrial, se modificarán esquemas de derechos y reintegros a las exportaciones, con el objetivo de impulsar la industria argentina y el empleo de calidad. En esta línea, entre otras iniciativas, se subirá el piso de reintegro a las exportaciones en función del valor agregado.
Entre algunas de las políticas vinculadas al sector de la construcción, el ministro anunció dos proyectos de ley, uno de beneficios impositivos para estimular la inversión en nuevas construcciones, otro de exención del pago de bienes personales durante tres años sobre los activos financieros que se apliquen a nuevos emprendimientos del sector.
Son un conjunto de medidas interrelacionadas en línea con una idea central que el gobierno viene planteando: un país no se estabiliza sin crecimiento. Para decirlo de otra manera: necesitamos que la torta sea más grande para discutir cómo se reparten las porciones.
Una parte de la oposición dice que no hay proyecto económico. Pero hay pruebas de su existencia: el proyecto económico es a lo que se oponen. Es el que está implícito en los lineamientos del Presupuesto, en las medidas anunciadas por el ministro Guzmán y en iniciativas como el Aporte Solidario y Extraordinario de las grandes fortunas, entre muchas otras. No se oponen a la nada: se oponen a esta serie de medidas que busca poner a la Argentina de pie.