Tiempo Argentino | Opinión
Hay hechos que no se pueden ocultar. Entre ellos, que el gobierno empieza a mostrar resultados concretos en un contexto por demás adverso. Quizás por ello no sorprende la aparición de discusiones que se corren de la realidad, y que tratan de situar la agenda en el plano de la posverdad, algo bien típico de los cuatro años anteriores. Lo que se dirime, en última instancia, es la discusión acerca del rol del Estado y cuál debe ser el alcance de la regulación a los mercados.
Recordemos que tan sólo dos semanas atrás el ex presidente Macri decía, al aterrizar en París: “acá se vive en libertad y con responsabilidad”. Siguiendo esta línea argumental, en la semana se pudo leer en un medio local que “con peligroso discurso sobre la vida y la libertad el presidente anticipa otro capítulo de la cuarentena”. Un dilema falso por donde se lo mire.
Ante esta insistencia de posverdad, lo esencial pasa por no perder el eje de lo importante. Más allá de que se lo trate de minimizar, lo cierto es que el gobierno ha cumplido un papel clave en la resolución del tema de la deuda con los acreedores privados. Su gestión fue central a la hora de defender los intereses de la Nación, obteniendo un alivio financiero que permitirá contar con recursos indispensables para este momento y para la pospandemia.
El Gobierno también viene ocupando un lugar irremplazable a la hora de morigerar los múltiples impactos de la pandemia, tanto los sanitarios como los económicos y los sociales. Cabe volver a aclarar que la disyuntiva entre economía y salud es totalmente falsa: no hay tal dilema, sino efectos interrelacionados. La evolución económica tiene que ver con la pandemia, con deterioros generalizados en todos los países; lo dijimos muchas veces, y los datos no hacen más que reforzarlo. Difieren, sí, los resultados vinculados a las diferentes posturas sanitarias y de alivio de los sectores más desprotegidos.
Hoy se observan caídas de la producción en todas las economías centrales. En el segundo trimestre del año hubo bajas del PIB del 9,5% en Estados Unidos, comparando con los primeros tres meses. En Europa, la mayor caída del segundo trimestre se dio en Gran Bretaña (-20,4%). Le siguen España (-18,5%), Portugal (-14,1%) y Francia (-13,8%). Más allá de los efectos, prácticamente allí nadie pone en discusión la necesaria intervención de los Estados. Europa aprobó un paquete por 750 mil millones de euros por tres años, mientras que Estados Unidos había anunciado un programa fiscal de unos 3 billones de dólares.
Respecto de nuestra región, entre febrero y mayo de 2020 la actividad económica cayó un 32,3% en Perú y 27,2% en Ecuador, lejos de lo que pasó en los siguientes países del listado, entre los que se encuentra Argentina (-18,9%), dentro del rango promedio. En tanto, también se presentó la cifra de muertes por covid-19 por cada millón de habitantes. La encabeza Perú (659), seguido por Chile (540) y luego viene Brasil (486). Nuestro país está entre los que tienen el menor número de fallecimientos (115). Un dato que dice muchas cosas. No deja de ser triste, pero ayuda a valorar el esfuerzo que los argentinos y las argentinas vienen realizando, algo que debe ser continuado, ya que la curva de transmisión del virus sigue en aumento. Por su parte, mejor no preguntarse qué hubiera pasado si se hubiera seguido avanzando con el desmantelamiento del sistema de salud público, que se propiciaba bajo la gestión del “Estado canchero”.
Otro de los ámbitos donde se ve la mano visible del Estado es el laboral. Según un informe del Ministerio de Trabajo, Argentina es uno de los países del hemisferio que verificó la menor contracción del empleo asalariado privado entre febrero y mayo de este año. Mientras que en Canadá llegó al 19,2%, fue de 13,8% en Estados Unidos, 12,2% en Chile y del 7,5% en Brasil. Son economías que poseen leyes laborales más flexibles, algo a tener en cuenta.
En cambio, en nuestro país la baja fue sensiblemente menor y se situó en el 2,5%. Según el último informe laboral, estos resultados tienen que ver con las características del mercado de trabajo argentino y con el conjunto de políticas implementadas en la pandemia. Entre las herramientas están la prohibición de realizar despidos sin causa, el salario complementario (ATP) y las suspensiones con el pago del 75% del salario neto. Según el Ministerio, en mayo el ATP contribuyó al pago de salarios de casi 2 millones de trabajadores dependientes de 230 mil empresas. Por su parte, 740 mil asalariados se encontraban suspendidos en dicho mes, lo que equivale al 12% del empleo formal privado. Incluso, gran parte de la reducción de empleo formal se debe a bajas habituales como la jubilación, personal que no ha sido reemplazado. De no haber sido por la mediación y las regulaciones del Estado, la fotografía sería muy distinta. Al respecto, no hay que dejar de recordar la elocuente frase del secretario de Empleo de Macri, Miguel Ángel Ponte, en épocas en las que se intentaba avanzar con la flexibilización, a tal punto que se había eliminado el Ministerio: “contratar y despedir debería ser natural como comer y descomer”. La extrema libertad empresaria, según la cruda lógica de los mercados.
Por eso es importante tomar dimensión de los impactos que tienen las políticas públicas, que están pensadas para la gente, para el desarrollo del país, y para disponer cada vez de mayor autonomía en la toma de decisiones. Entendiendo cuáles son los verdaderos problemas de la coyuntura y abordando las consecuencias de la pandemia.
Cabe destacar la conformación de los cinco gabinetes temáticos: para el comercio exterior, el gabinete económico tradicional, el de promoción federal, el de ciudadanía y el de planificación urbana y hábitat. Cada uno con sus objetivos específicos y bajo dirección de la Jefatura de Gabinete, específicamente puestos a estudiar medidas concretas para cada una de esas áreas y elaborar iniciativas para salir de esa pandemia.
El ministro Martín Guzmán fue claro cuando dijo que el gobierno no venía “a hacer ninguna promesa rimbombante” sino a trabajar “sobre la base de la realidad”. En cuanto a quienes hablan de la supuesta falta de plan, señaló que lo que habrá es una clara definición de cuáles son los objetivos a los que se apunta, y cómo manejar la economía para llegar a esos objetivos. “Hay cosas que se han venido haciendo para defender el trabajo, la producción, el ingreso de los sectores más vulnerables, recuperar un mercado de deuda en moneda local”, agregó. En las antípodas del pensamiento mágico neoliberal.
Al respecto, en un comunicado reciente la Asamblea de Pequeños y Medianos Empresarios (APYME) “considera que es un momento oportuno para que todos los actores de la producción y el trabajo sean llamados a consensuar medidas urgentes que permitan a los sectores más perjudicados superar la crisis. Al mismo tiempo, es preciso encarar reformas de fondo como un régimen tributario más justo y equitativo, un sistema financiero al servicio del trabajo y la producción, el manejo soberano de los recursos estratégicos y, en suma, una política de Estado que asegure una más justa redistribución del ingreso y un horizonte de desarrollo productivo con inclusión social”.
Yo soy optimista, creo que están las condiciones y creo que la Argentina tiene las posibilidades de avanzar con políticas que seguirán teniendo resultados concretos. No hay que perder de vista cuáles son los temas verdaderamente importantes.