Ámbito Financiero | Opinión
En su reciente teleconferencia, Martín Guzmán sostuvo que “la deuda es impagable debido a la situación crítica del país, en un contexto en el cual los intereses que paga el Gobierno han crecido rápidamente”. También agregó: “el ajuste fiscal que fue pasar de un gasto público del 24% en 2015 al 18,6% en 2019 no devolvió la confianza, sino que llevó a una caída en la demanda agregada, incrementó la informalidad y la pobreza”. En esta línea, el ministro manifestó que “no queda lugar para más reducción del gasto” y que “debemos terminar con el manejo de la deuda insostenible”.
Los datos avalan estas reflexiones: el pago de intereses de la deuda (incluyendo intra sector público) pasó del 6,6% de los ingresos del Gobierno central en 2015 al 18,4% en 2019.
Según cálculos del Ministerio de Economía (Mecon), con un aumento del PIB del 3%, el superávit primario necesario para cumplir con la deuda sería del 2,2% del PIB. Para el Gobierno, opinión que comparto, ni siquiera este último resultado (que se obtendría con un elevado crecimiento, algo difícil de conseguir aún en el mediano plazo) sería “política y socialmente alcanzable”. Es que, entre otras cuestiones, desde 1961, informa el Mecon, solamente hubo diez años con resultado primario igual o mayor al 1% del PIB.
Los lineamientos operativos, a partir de distintas proyecciones realizadas, se basan en varios ejes: Por un lado, pasar de la actual situación a un superávit primario que oscile entre 0,8% y 1,2% del PBI (que se lograría a partir de 2027), y de un crecimiento que oscile entre 1,5% y 2% por año en términos reales (que se alcanzaría a partir de 2023). Y con proyecciones realistas de balanza comercial y acumulación de reservas internacionales. Un tema a detallar: lograr amortiguadores o “colchones” suficientes para la protección contra shocks exógenos, ya sean financieros, sobre el comercio global, o situaciones extraordinarias como la actual.
Estos lineamientos son coincidentes con los cálculos del FMI, ya que: “en la opinión del equipo técnico, el alivio de la deuda necesario debería reducir las necesidades de financiamiento bruto de Argentina a un promedio de alrededor del 5% del PIB, y no superior al 6% para cualquier año en el mediano y largo plazo. Si bien esto está por debajo de la capacidad de sostener deuda de algunos mercados emergentes (…), considerando la capacidad limitada de Argentina para generar divisas y sus bajos niveles actuales de reservas, el equipo técnico ve la necesidad de mantener el servicio de la deuda en moneda extranjera alrededor del 3% del PIB”. Es un baño de realidad que se han dado los funcionarios del FMI, marcando una diferencia con las opiniones tradicionales del Fondo en la materia.